domingo, 1 de abril de 2012

Como mirando al sur cada 2 de Abril



El 2 de Abril es una fecha que conmueve la memoria de los argentinos.

El desembarco militar en las Malvinas en 1982 desató todos los vientos de la historia.

Y vaya si fueron vientos cruzados, violentos y antagónicos.

De un lado, la dictadura cívico militar más brutal y criminal que hayamos padecido.

Del otro, el colonialismo inglés.

En el centro, el pueblo y su idea de Nación y en ese centro, nuestros soldados y nuestra bandera flameando allá en las Islas.

Y otra vez el pueblo, resolviendo las encrucijadas que de vez en cuando nos impone el devenir de la historia, impura, compleja, contradictoria, sin el beneficio de pureza que ofrecen y demandan los laboratorios.

Los argentinos sabían en su propio cuero de la dictadura, sabían del colonialismo y sabían de su identidad de nación; quizá no sabían del último gran dolor que los esperaba al pie de la noche del terrorismo de estado.

Defender una causa como Malvinas en tiempos de paz, requiere de valores democráticos para resolverla bien. Pero defenderla en medio de un desembarco impuesto por una dictadura, viendo a los pibes yendo a la guerra contra una potencia como Gran Bretaña, requiere de un alma colectiva, de una memoria lejana, de ese rayo súbito que tienen las puebladas cuando se convocan a la plaza a sostener una causa que la sienten suya, sin medir las consecuencias.

Los pueblos siempre se hacen cargo de la patria. A veces tardan un poco. Pero se hacen cargo. Siempre.

Los primeros muertos en combate, los primeros héroes, los 323 argentinos hundidos en el Crucero “General Belgrano” por orden de Margaret Thatcher, daban el primer aviso de la derrota.

Los soldados humillados, hambreados y estaqueados en las Islas, avisaban que los genocidas sólo habían cambiado el domicilio de sus crímenes.

Esa guerra, con tanta sangre derramada, no constituye un lapsus de los dictadores luchando de pronto por nuestra soberanía, mal que les pese a los admiradores de la pretendida “gesta”.

La dictadura cívico-militar no desembarcó para gloria de la patria, sino para perpetuarse en el poder más absoluto.

El heroísmo de nuestros soldados es el que nutre y dignifica aquella lucha.

Como fue el heroísmo del Gaucho Rivero, de Dardo Cabo y sus compañeros.

Pese a todo, el soldado que pisó Malvinas no preguntó a quién servía la guerra internamente. Simplemente combatió contra el colonialista al grito de un “Viva la Patria” que estremece aún los campos de batalla en Malvina y Soledad.

Del mismo modo, el pueblo que repudió al inglés y abrazó a distancia a nuestras tropas, no calculó qué cosa era hacer lo políticamente correcto en esos trágicos días. Se hizo cargo de su historia rescatando una causa soberana que le pertenecía por derecho propio. Y salió a las calles y a las plazas y enarboló su bandera celeste azul y blanca en sus edificios y en el rancherío de los más humildes de sur a norte y de este a oeste. ¿Acaso ese pueblo se debe la autocrítica por su patriotismo y por disputarle a la dictadura una causa que es parte de su ADN constitutivo?

Que sientan culpa los periodistas de la dictadura, los medios colaboracionistas, los chupamedias de los genocidas, los que negaron a nuestros combatientes.

Es que las banderas de la patria no se le regalan a nadie.

Eso es lo que sintieron en la piel identitaria como nación y pueblo los millones de argentinos y latinoamericanos que se manifestaron a favor de nuestra soberanía y en contra del agresor colonialista. Es lo que sintieron los trabajadores que gritaron en la Plaza: “Patria sí, Colonia, no”.

Es lo que sintieron los que en medio del conflicto gritaban y cantaban: “Galtieri prestá mucha atención, Malvinas argentinas, el pueblo es de Perón”.

La multitud que acudió a la Plaza para repudiar la rendición les gritaba en la cara a los dictadores la misma consigna que cantaron el 30 de Marzo los trabajadores: “Se va acabar, se va acabar la dictadura militar”.

No los abrazaba en la derrota, los condenaba para siempre.

El maestro Julio Cao, uno de los Héroes de Malvinas, murió seguramente con frío y con el hambre impuesto por los dictadores. Pero peleó orgulloso por su patria. Y nos hizo orgullosos a todos compartiendo su vida.

Él y miles como él, son nuestra referencia para honrar Malvinas.

Quizá la historia registre así este tramo dramático de nuestras vidas: “La dictadura cívico militar descuartizó a un pueblo y a una nación. En la cruel faena quedaron 30 mil desaparecidos y 649 muertos en Malvinas. El terrorismo de estado provocó la mayor desmalvinización de esta digna causa”.

Hoy pensemos Malvinas en el marco de la democracia, no de la guerra de los dictadores. Y desde esta democracia inclusiva sólo cabe llenarse de argumentos para defender nuestra soberanía.

Hay dos hechos recientes que dan certeza de que esta batalla cultural la viene ganando el pueblo.

Se anunció una conferencia del ex general Menéndez y ex gobernador de la dictadura en Malvinas, el mismo que se rindió ante los ingleses armado pulcramente de gomina y buen perfume.

No la pudo dar. Fue tal el repudio generalizado que recibió, que desistió finalmente de hablar. Se rindió nuevamente y esta vez, ante otros argentinos.

El otro hecho que indica que estamos en una nueva etapa histórica es la bandera principal que portaban los pibes de La Cámpora en la última marcha por el 24 de marzo y que lucía dignamente el perfil de nuestras Islas Malvinas.

Muchos ni siquiera habían nacido en 1982. Pero cantaban nuevamente: “Patria sí, Colonia no”.

Se entiende mejor porqué la demonizan los nostálgicos de la dictadura. Y los que le son funcionales por derecha o por izquierda.

A 30 años de aquel 2 de Abril, por voluntad del pueblo, de los ex Combatientes y de los Presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, el paradigma Malvinas se ha reconstituido: es una causa latinoamericana, soberana, democrática y popular.

Así lo hizo posible la política de Memoria, Verdad y Justicia que desembarcó pacíficamente en todo el territorio nacional, que incluye claro está, a nuestras Islas Malvinas.

Miradas al Sur, domingo 1de abril de 2012

1 comentario:

Néstor Dulce dijo...

Muy buena la nota Te invito a leere: "LAS HERMANITAS PERDIDAS ..."
blog de humor k www.kikitodulce.blogspot.com Viendo un programa de archivo me enteré que en el 82', cuando los milicos ocuparon las Malvinas, paternalmente declararon: "hemos recuperado a las hermanitas perdidas".
Esta idea de asociar territorios con personas es muy interesante para despertar el sentimiento patriótico. Remontándonos en el tiempo, observamos que los pueblos originarios ya habían hecho esta vinculación al referirse a la tierra como "la Pacha mama".
Yo, que soy bastante fantasioso, me propuse profundizar la relación países con personas. Para ello, inventé un simple truco que determinaría, en principio, la edad de los Estados basándome en el "sistema perro". Como ustedes saben para conocer si un can es joven o viejo se multiplica su edad biológica por siete. Con los países, entonces, se podría aplicar un método matemático parecido.
¿Qué tal si a la edad de la fundación de un país la dividimos por catorce y así obtenemos su correspondencia humana? Hagamos la prueba con los dos países beligerantes ....
- ARGENTINA: nació en 1816 y, por lo tanto, tiene 196 años. Si hacemos la cuenta 196 / 14 nos da 14 como resultado ...que vendría a ser la edad de nuestro país.
- INGLATERRA: nació en el siglo IX, así que tiene más de 1000 años. Al dividir 1000 / 14: nos da 70 que sería la edad de los piratas.
Analicemos, a continuación, ateniéndonos a la edad que acusa cada país y a sus características personales, si podemos entender mejor porque se produjo la guerra del Atlántico sur.
- ARGENTINA: al tener sólo 14 años está en pleno proceso de maduración (sobre todo desde el 2003 a esta parte) pero aun no ha podido salir de la edad del pavo (lo que la llevó a encariñarse con Menem, creer las promesas de amor de de la Rúa o entregarse hasta tener relaciones carnales con los EE UU).
Como todo púber, la Argentina está llena de acné juvenil. Granos estos que le brotan por todas partes y que los oligarcas de la Sociedad Rural no quieren que se los trate pues señalan que le quedan hermosos a los ojos del mundo ...que cariñosamente nos conocen como "el granero".
Argentina se muestra rebelde pero, debido a su juventud, aún no ha acumulado mucha memoria, lo que la lleva cada 2 x 3 a repetir sus mismos errores (¿Vieron que parecidos son Macri y Menem?).
Ultimamente a la Argentina se le dio, junto a otros cuatro o cinco amigos vecinos, por formar un conjunto de rock de protesta y testimonial "los Unasur". Sería interesante que dejen de ensayar en un garage, donde hacen mucho ruido, y se pongan a grabar un disco para que el resto del mundo, o de las personas, que para el caso es lo mismo, comprendan sus reclamos.
- INGLATERRA: con sus 70 años a cuesta vendría a ser como un viejo verde al que el poderoso tío Sam todo le consiente.
Acostumbra a salir de noche, aprovechando la oscuridad, en su yate a garchar pendejas sin que nadie lo controle o se lo prohiba. Y así como los marineros tienen una novia en cada puerto, Inglaterra se ha hecho de una isla en cada continente.
Por eso, cada tanto -cada 9 meses se podría decir- aparece una nueva isla en alguna parte de la Tierra. Islita a la que adoctrina en su filosofía pirata, cantándole la celebre canción de cuna:
"¡Qué lindo garfito que tengo yo! ¡Que lindo ganchito que la corona me dio!!"
....
Una última consideración: ¿qué hubiese sucedido si los milicos argentinos hubieran cumplido sus amenazas y les hubienen "presentado batalla" a los ingleses? Seguramente uno de los dos países hubiera desaparecido. La pregunta es, entonces, que cambiaría en el mundo si ninguno de estos dos Estados no existiesen más. (continúa en el blog)