Para decidir si sigo poniendo esta sangre en tierra, este corazón que bate su parche, sol y tinieblas.” Mientras escuchamos a Víctor Heredia cantar una de sus más bellas canciones, volvemos una y otra vez a recordar que somos un país que hace apenas diez años había perdido su razón de vivir. En lo personal y en lo colectivo. El neoliberalismo nos había tirado literal y dolorosamente a la banquina de la historia. Por eso vivíamos al día, en una sociedad donde el largo plazo ni siquiera era la muerte, sino el día después.
Recuperarnos del calvario de esa tragedia social precisaba, como primera estación, reencontrarnos juntos en un proyecto común. Esa razón, mejor que ninguna, es la que explica que los primeros ladrillos de la gestión del gobierno instalado el 25 de mayo de 2003, fueran colocados con la virtud de saber combinar el arrojo y la paciencia, como sólo la tienen los constructores de la historia. Néstor Kirchner fue construyendo de este modo los cimientos y las paredes de un nuevo país, a la par que nos devolvía el orgullo de ser parte indisoluble de una misma nación. “Para continuar caminando al sol por estos desiertos, para recalcar que estoy vivo en medio de tantos muertos.” En la América del Sur, fueron Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula los que reedificaron el orgullo nacional de la Patria Grande, con igual destreza y virtud. Arrojo para decirle en Mar del Plata hace seis años a George Bush: “No al Alca”; paciencia para soportar el embate de los poderosos. Arrojo para bajar los cuadros de los dictadores; paciencia para afrontar el quebrantamiento de la propia salud. Arrojo para liquidar la dependencia de la deuda externa con el FMI; paciencia para edificar un país que devuelva el trabajo a cinco millones de argentinos, sin poder contar con el acompañamiento solidario de una oposición atada a los intereses del monopolio mediático. Podríamos seguir enunciando logros y desafíos, pero alcanza con éstos para fundamentar nuestro título de hoy. Entender este concepto y asumirlo como tal, creemos, es la manera de mirar más lejos para tratar de entender en qué instancias estamos en esta construcción colectiva que se llama Argentina. Estamos caminando en plena transición, rumbo a la segunda asunción de la Presidenta, el 10 de diciembre próximo. Ese día comenzará una nueva etapa en el país. Habrá un nuevo Parlamento, con una relación de fuerzas favorable al proyecto nacional, popular y democrático y habrá un nuevo gobierno, con un vicepresidente leal; todo un dato para celebrar. El otro gran dato histórico es que el ensamble institucional se hará en los adentros de un mismo proyecto de país, de un mismo modelo, de una misma concepción del mundo y sus rincones.
Habrá continuidad y cambio al mismo tiempo. Y eso sí que es posible sólo por la vigencia de aquello que algunos denominan con acierto: calidad institucional. La tan proclamada y deseada estabilidad republicana sólo se logra con inclusión social; es la gran lección de estos años. Lo contrario, fue la quietud de un país al que le quebraron el alma. Y de eso, los argentinos somos peritos y licenciados mucho antes que los griegos. Haber recuperado colectivamente una razón de vivir explica, y mucho, el mensaje de la Presidenta en la cumbre del G-20. Quien así habló ante los poderosos del mundo estaba asistida no sólo por el 54 % de los votos de su pueblo, sino por una larga historia militante que amerita con creces cada una de sus palabras. La degradación del capitalismo al estadio global del “anarcocapitalismo financiero”, como Cristina lo denominó, es a la economía del mundo lo que Durán Barba es al ejercicio digno de la política allí donde sean contratados sus mercenarios servicios.
Tamaña decadencia sólo es posible en un mundo dominado por los monopolios mediáticos, los parásitos financieros y la complicidad de algunos políticos. “Para decidir, para continuar, para recalcar y considerar, sólo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros.” La reacción desmesurada, crispada y falaz de los lenguaraces y escribas de Clarín, TN y La Nación ante las últimas medidas del Gobierno argentino, es una clara expresión de su tenaz beligerancia contra la democracia y contra el destino soberano de nuestro país. Al no respetar la voluntad popular expresada en las urnas con toda claridad, demuestran una vez más su afán destituyente y mendaz.
Su enemigo no es el Gobierno, sino la democracia. Así actúan los marginales con poder. Por eso mismo, y en este tramo más que nunca, habría que saber que la batalla cultural no se libra en un solo día y para siempre. No es Maipú ni Chacabuco. Es una batalla de todos los días por hacer valer la iniciativa política a favor del pueblo. Hablamos de la necesidad de construir una nueva pedagogía que sirva para avanzar en esta etapa política. Insistimos hoy con el concepto de instrumentar la agenda de la victoria y salir a campo abierto a plantear, por ejemplo, que la corporación mediática estimula el mercado negro del dólar y defiende a rajatabla los subsidios del Estado a bancos y financieras. No se pueden entender, si no, sus titulares y editoriales atacando las medidas del Gobierno.
Y si así no fuera, que salgan ellos a explicar sus razones. Porque está claro que la decisión anunciada por los ministros Amado Boudou y Julio De Vido se resume en una regla que es vital para el proyecto político que lidera Cristina: a menos subsidios y prebendas para los que más tienen, más redistribución del ingreso y la riqueza para los sectores sociales que menos tienen. Saber que no son medidas meramente económicas sino profundamente políticas nos lleva a recordar con orgullo aquellas palabras de Cristina en su paso rutilante por el G-20: “Es cierto que muchas veces, para solucionar determinados problemas, hay que afectar intereses que son muy poderosos. Pero yo me atrevo a decir que es mejor enfrentar esos intereses minoritarios pero poderosos, antes que más adelante enfrentar la furia de la sociedad”.
“Ay! fogata de amor y guía, razón de vivir mi vida.”
4 comentarios:
como siempre, sublime Jorge...me lo llevè a mi blog..un abrazo grande compañero!!!
¡Muy bueno compañero! Felicitaciones. Abrazo.-
Claudia del alma, Compañera y amiga, aunque no nos conozcamos, seguidora de ternuras, abrazadora de causas populares, simplemente gracias porque se que siempre estás allí, donde el corazón manda. Un abrazo!
Jorge
Gracias Carlos, en esta etapa necesitamos compartir la palabra con miles y miles de compatriotas, cada vez más. Un fuerte abrazo!!!
Jorge
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