Aquellos que algo saben de dolores y sombras, coinciden en que el peor castigo al que los represores podían someterlos, era al silencio impuesto en celdas y calabozos.
Sin palabras no había vida. Sin palabras nos morimos de tristeza.
Y habrá que hacerse cargo que fue desde la democracia que alguna vez se afirmó, por ejemplo, que “el silencio es salud” y que el pueblo sufriría “cirugía mayor sin anestesia”.
Los unos y los otros hablaban una “lengua muerta”.
Como esos opositores que clamaban “no toquen las reservas”.
El proyecto nacional, popular y democrático, en cambio, inscribe sus verdades relativas en la lengua viva que habla nuestro pueblo.
Es hora que salgamos a celebrar la palabra de lo que se viene: faltan apenas tres domingos para que la más maravillosa música, que es la palabra del pueblo argentino, se vuelva a pronunciar en las urnas. Perón dixit.
Allá vamos entonces.
Empecemos por trazar el más somero y preciso cuadro de situación que nos sea posible, para entender el lugar, el tiempo y los candidatos que disputan la presidencial del mes que acaba de nacer.
El mundo dominado por el neoliberalismo es un verdadero caos. Así nomás.
La depresión generalizada está a la vuelta de la esquina, toda vez que se comprueba que estamos en presencia de una crisis estructural del sistema capitalista. Son macanas las que venden esos medios que titulan con el sube y baja interminable de los mercados y las bolsas.
Con esas políticas, con esas herramientas financieras, con esos bancos, con esos intereses carroñeros de las calificadoras de riesgos, la crisis vino para quedarse y tragarse todo lo que esté a tiro de saqueo.
Las noticias del mercado mundial debieran ir a la sección “policiales” antes que a la “económica”.
Están saqueando al pueblo griego, al italiano, al español, al estadounidense, al inglés, al portugués… ¡Y el Consejo de Seguridad de la ONU no hace nada!
En América Latina las cosas son distintas. Si hay una excepción, sólo confirma la regla soberana.
Por primera vez en casi doscientos años, los gobiernos de la región recuperaron la noción de Patria Grande que heredaron de sus Padres, los Libertadores.
Al fin y al cabo, es una cuestión de voluntad política entrar o salir de aquella tormenta que sacude al mundo. Y visto está que los países miembros de la UNASUR construyen su destino como sienten y pueden y deben hacerlo, en honor a su propia historia. Y a las necesidades de sus pueblos.
Argentina es pionera en todo. Disculpen ustedes la falta de modestia.
Pero realmente lo fue cuando el FMI nos catalogaba como “el mejor alumno” del neoliberalismo en los años noventa. Lo fue cuando se hundió en lo peor de ese mundo. Y lo es ahora cuando, desde Néstor Kirchner en adelante, rompió todas las viejas brújulas para quedarse con una solamente: la que tiene el norte mirando al pueblo y a la nación.
La política se tomó la licencia de corregir las leyes de la geología y así resulta que nuestro norte es el sur.
Quizá la historia dirá que el kirchnerismo es un peronismo que reinventó su época, contrariando al mundo viejo y su rancia hegemonía. Es la antípoda de aquel menemismo que se justificaba en los vientos que soplaban desde la caída del Muro de Berlín.
Hoy las veletas del mundo giran alocadamente sobre las azoteas de los poderosos. Argentina las mira con asombro y pena. Pero no sigue la flecha.
Hay veleta propia, desde que tenemos patria.
La puesta en marcha de Atucha II, más el mayor Parque Eólico de Sudamérica en Chubut, más la usina de Energía solar en San Juan, más la inauguración del Museo del Libro y de la Lengua, son los nuevos hitos del proyecto en curso, constitutivos de la energía colectiva que hoy anida en las veredas del pueblo.
El cuadro de situación opositora es cada vez más patético y desolador. Pero hay que ponerla en contexto para entender lo que pasa.
La alianza de Alfonsín y De Narváez se rompió definitivamente. La unidad del radicalismo se hizo trizas antes que cante el gallo. La caída estrepitosa de esta factoría no encuentra aún su propio piso. De Narváez pegó el salto abandonando a Alfonsín antes de la cita con sus votantes y eso puede costarle caro a la hora que el cuarto oscuro se ilumine de votos a Cristina. Algunas de sus estrellas, como los candidatos que llevaba en la Ciudad de Buenos Aires, pegaron un portazo y caprichosamente dijeron “chau, no juego más”. Los candidatos de Rodríguez Saa hicieron algo parecido y se fueron con la dupla de Martín Redrado-Eduardo Duhalde. Todos contra todos.
En síntesis: el viejo bipartidismo conservador voló por los aires el 14 de agosto y no tuvo la paciencia ni el pudor de guardar reposo hasta el 23 octubre.
Lo más grave de la crisis opositora no termina allí. Porque la desmentida que recibió el Grupo Clarín de parte del gobierno de Barak Obama, habrá que computársele también a la oposición. Van de mal en peor. No se salva ni Magnetto del papelón.
Con la elocuencia reaccionaria que caracteriza a las divas de la derecha, Mirta y Susana salieron a decir lo suyo. “Que la gente no piensa”. “Que vota con el bolsillo pero no con el corazón ni con la cabeza”. Que patatín, que patatán.
Hay que recoger el guante y con elegancia, devolvérselos.
Nunca se creció tanto como ahora en la cartera de la dama y en el bolsillo del caballero. Nunca.
Nunca nos emocionamos tanto como nos emocionamos cuando recordamos y extrañamos a Néstor y escuchamos a Cristina.
Nunca.
Nunca como ahora nos abrimos paso con nuestra propia idea de la vida y del mundo, creando nuevos paradigmas y categorías de pensamiento propio.
Nunca.
Tenemos superávit comercial y financiero y reservas monetarias como nunca antes. Pero también tenemos Tecnópolis y más de mil escuelas y una decena de nuevas Universidades Nacionales y 800 científicos que se repatriaron y el Premio mayor de la UNESCO a las Abuelas de Plaza de Mayo.
Y tenemos a Hebe y a las Madres resistiendo dignamente contra la infamia.
¿Vieron chicas que no hay porqué crisparse?
Hay bolsillo, corazón y cabeza para rato.
Miradas al Sur, domingo 2 de octubre de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario