A punto de finalizar el 2010, es necesario acomodar los huesos para la travesía que en el próximo año vamos a emprender, juntos, como sociedad.
Imaginémonos, sentados en el viejo muelle de un país tan viejo como el mismo muelle, a punto de partir con una barca llena de pueblo, hacia el puerto de un nuevo país.
Todo nos interpela, nos interroga, nos asombra, nos llena de zozobra, nos desafía, nos provoca, nos empuja, nos estimula a echarnos a mar abierto de una buena vez.
Es esta la última nota de un Año llamado “del Bicentenario”; y el riesgo que nos gane la melancolía es harto peligroso.
Hasta que nos preguntamos:
Esas seis millones de personas que desfilaron ante los Presidentes de la América del Sur en el Paseo de la Avenida ¿Son parte del pasado o del futuro de los argentinos?
¿Néstor Kirchner quedó atrás de nuestras vidas o está marchando como lo hizo siempre, adelante de todos?
¿Los pibes y las pibas de la Asignación Universal por Hijo fijaron su identidad en los años de exclusión o nos están esperando, allá en el horizonte?
Esa juventud, más que maravillosa, que irrumpió descalza en el escenario mayor de la política ¿vino para quedarse quieta o para multiplicarse al infinito?
El aire presagia buenos tiempos, por eso hay acechanzas.
Hay que hacerse cargo que cuando se proclama desde el gobierno o cuando los de abajo deseamos, decimos y exigimos colectivamente que el modelo de crecimiento con inclusión social debe profundizarse, los que siempre estuvieron arriba de la pirámide pondrán el grito en el cielo y lo querrán incendiar, si les fuese posible hacerlo.
Los poderosos no se quejan cuando no existen cambios que los afecten.
No es este el caso argentino. No lo viene siendo desde el 2003.
Menos desde que Cristina Fernández de Kirchner es la Presidenta.
Y esas consecuencias hay que abordarlas entre todos.
Es de una pereza absoluta, para ser prudentes, pretender que el gobierno haga todo en nombre nuestro. Que avance, que corrija, que cuide, que defienda al borde del área chica, que patee los penales, que tire el centro, que cabecee, que la saque afuera, que limpie el vestuario.
Los que desertaron por izquierda o por derecha, da igual, lo hicieron porque no estuvieron nunca a la altura del desafío histórico. Total, si el proyecto nacional es derrotado ellos dirán que “nos retiramos a tiempo”. Y obtendrán así el perdón de los verdugos, que es el más infame perdón.
Dan vergüenza ajena.
“Esta travesía la hacemos entre todos o no lo hace nadie”, parafraseando a un viejo General, tan argentino como paraguayo, llamado Juan Perón.
No es cierto que una hoja de ruta asegure el destino. Ni que el 2011 esté ganado de antemano. Ni es cierto que no habrá tiburones ni cazadores de tiburones que hagan más peligroso el rumbo. No es cierto que nos favorecerán los vientos de proa y/o de popa porque esta barca está predestinada a llegar a puerto.
Se llegará. Pero la travesía victoriosa del 2011 será la mayor obra humana que este pueblo hará en su historia de Nación.
De lo contrario, volverá con las velas hechas jirones al punto de partida, a resistir una nueva década de injusticia y exclusión.
Sabiendo esto, crudamente, hay que animarse a partir con el futuro que ya está entre nosotros, a consolidar sus bienaventuranzas, para asegurar hacia adelante un siglo de justicia y de paz, de pleno empleo, de inclusión social.
Pero a no engañarse. Nada nos será dado porque sí. La historia de este hermoso pueblo, así lo enseña.
Habrá que juntar armónicamente, gestión y gobernabilidad con militancia política en las calles de la patria.
Los movimientos populares tienen causas para defender, no sólo meros expedientes.
Aunque el gobierno de Cristina como el de Néstor, demostró con creces que además de nutrirse en las raíces más profundas del proyecto nacional, popular y democrático, de expresarlo y reverdecerlo, implementaron la gestión más eficiente, con mejores resultados, con los mayores logros que haya conocido este país.
Hay que emprender la travesía entre todos.
Aquellos que quieran abordar las naves de la discordia, de la exclusión social, la xenofobia y el racismo, la discriminación y la violencia de la patota republicana, ya tendrán seguramente los pasajes para retirar por la ventanilla correspondiente.
Los funcionales a esas naves, con discurso de progresía, tendrán lugar en algún mullido camarote. ¿O se conformarán en dormir sus conciencias auto violentadas en las balsas dispuestas para el caso de naufragio?
En definitiva, allá vamos, en nombre del futuro. A suerte o verdad. Hacia el pasado o hacia el porvenir.
Que nadie se llame a engaño.
La derecha de Macri o Duhalde no tirarán con los añejos tomos de la Biblioteca de Alejandría. Son de marcar la cancha con otros modales estos muchachos de las patotas que primero incendian y después ofertan el mejor matafuego.
Hay que atreverse a más.
Por eso no debería extrañar, por ejemplo, que María Rachid sea nombrada Vicepresidenta del INADI el mismo día que los dictadores Videla y Menéndez fueron juzgados por genocidio y enviados a prisión. Son las marcas indubitables de un país más igualitario y más justo.
Y de vuelta vemos a Néstor Kirchner en el horizonte descolgando los cuadros de los asesinos.
Señores y señoras, compañeros todos, la Navidad pasó y él no estuvo con nosotros.
Perdonen la tristeza.
Pero sin embargo, alegra saber que una mujer, Cristina, “¡madre, presidenta y argentina!”, como diría Jorge Luz el grande, sueña con nosotros un mañana mejor.
La flamante asunción de Nilda Garré, es el certificado de calidad de la nueva doctrina de Seguridad basada en la no represión violenta del conflicto social y en las políticas sociales y de empleo que hacen que nuestros hermanos, todos, sean un poco más libres, día a día.
O triunfa esta doctrina o vuelve el garrote de la represión de Macri o lo peor de la derecha delarruista.
La luz de distancia que se logre será mayor si emprendemos juntos como pueblo, esta hermosa travesía que, mientras charlamos, acaba de comenzar.
Imaginémonos, sentados en el viejo muelle de un país tan viejo como el mismo muelle, a punto de partir con una barca llena de pueblo, hacia el puerto de un nuevo país.
Todo nos interpela, nos interroga, nos asombra, nos llena de zozobra, nos desafía, nos provoca, nos empuja, nos estimula a echarnos a mar abierto de una buena vez.
Es esta la última nota de un Año llamado “del Bicentenario”; y el riesgo que nos gane la melancolía es harto peligroso.
Hasta que nos preguntamos:
Esas seis millones de personas que desfilaron ante los Presidentes de la América del Sur en el Paseo de la Avenida ¿Son parte del pasado o del futuro de los argentinos?
¿Néstor Kirchner quedó atrás de nuestras vidas o está marchando como lo hizo siempre, adelante de todos?
¿Los pibes y las pibas de la Asignación Universal por Hijo fijaron su identidad en los años de exclusión o nos están esperando, allá en el horizonte?
Esa juventud, más que maravillosa, que irrumpió descalza en el escenario mayor de la política ¿vino para quedarse quieta o para multiplicarse al infinito?
El aire presagia buenos tiempos, por eso hay acechanzas.
Hay que hacerse cargo que cuando se proclama desde el gobierno o cuando los de abajo deseamos, decimos y exigimos colectivamente que el modelo de crecimiento con inclusión social debe profundizarse, los que siempre estuvieron arriba de la pirámide pondrán el grito en el cielo y lo querrán incendiar, si les fuese posible hacerlo.
Los poderosos no se quejan cuando no existen cambios que los afecten.
No es este el caso argentino. No lo viene siendo desde el 2003.
Menos desde que Cristina Fernández de Kirchner es la Presidenta.
Y esas consecuencias hay que abordarlas entre todos.
Es de una pereza absoluta, para ser prudentes, pretender que el gobierno haga todo en nombre nuestro. Que avance, que corrija, que cuide, que defienda al borde del área chica, que patee los penales, que tire el centro, que cabecee, que la saque afuera, que limpie el vestuario.
Los que desertaron por izquierda o por derecha, da igual, lo hicieron porque no estuvieron nunca a la altura del desafío histórico. Total, si el proyecto nacional es derrotado ellos dirán que “nos retiramos a tiempo”. Y obtendrán así el perdón de los verdugos, que es el más infame perdón.
Dan vergüenza ajena.
“Esta travesía la hacemos entre todos o no lo hace nadie”, parafraseando a un viejo General, tan argentino como paraguayo, llamado Juan Perón.
No es cierto que una hoja de ruta asegure el destino. Ni que el 2011 esté ganado de antemano. Ni es cierto que no habrá tiburones ni cazadores de tiburones que hagan más peligroso el rumbo. No es cierto que nos favorecerán los vientos de proa y/o de popa porque esta barca está predestinada a llegar a puerto.
Se llegará. Pero la travesía victoriosa del 2011 será la mayor obra humana que este pueblo hará en su historia de Nación.
De lo contrario, volverá con las velas hechas jirones al punto de partida, a resistir una nueva década de injusticia y exclusión.
Sabiendo esto, crudamente, hay que animarse a partir con el futuro que ya está entre nosotros, a consolidar sus bienaventuranzas, para asegurar hacia adelante un siglo de justicia y de paz, de pleno empleo, de inclusión social.
Pero a no engañarse. Nada nos será dado porque sí. La historia de este hermoso pueblo, así lo enseña.
Habrá que juntar armónicamente, gestión y gobernabilidad con militancia política en las calles de la patria.
Los movimientos populares tienen causas para defender, no sólo meros expedientes.
Aunque el gobierno de Cristina como el de Néstor, demostró con creces que además de nutrirse en las raíces más profundas del proyecto nacional, popular y democrático, de expresarlo y reverdecerlo, implementaron la gestión más eficiente, con mejores resultados, con los mayores logros que haya conocido este país.
Hay que emprender la travesía entre todos.
Aquellos que quieran abordar las naves de la discordia, de la exclusión social, la xenofobia y el racismo, la discriminación y la violencia de la patota republicana, ya tendrán seguramente los pasajes para retirar por la ventanilla correspondiente.
Los funcionales a esas naves, con discurso de progresía, tendrán lugar en algún mullido camarote. ¿O se conformarán en dormir sus conciencias auto violentadas en las balsas dispuestas para el caso de naufragio?
En definitiva, allá vamos, en nombre del futuro. A suerte o verdad. Hacia el pasado o hacia el porvenir.
Que nadie se llame a engaño.
La derecha de Macri o Duhalde no tirarán con los añejos tomos de la Biblioteca de Alejandría. Son de marcar la cancha con otros modales estos muchachos de las patotas que primero incendian y después ofertan el mejor matafuego.
Hay que atreverse a más.
Por eso no debería extrañar, por ejemplo, que María Rachid sea nombrada Vicepresidenta del INADI el mismo día que los dictadores Videla y Menéndez fueron juzgados por genocidio y enviados a prisión. Son las marcas indubitables de un país más igualitario y más justo.
Y de vuelta vemos a Néstor Kirchner en el horizonte descolgando los cuadros de los asesinos.
Señores y señoras, compañeros todos, la Navidad pasó y él no estuvo con nosotros.
Perdonen la tristeza.
Pero sin embargo, alegra saber que una mujer, Cristina, “¡madre, presidenta y argentina!”, como diría Jorge Luz el grande, sueña con nosotros un mañana mejor.
La flamante asunción de Nilda Garré, es el certificado de calidad de la nueva doctrina de Seguridad basada en la no represión violenta del conflicto social y en las políticas sociales y de empleo que hacen que nuestros hermanos, todos, sean un poco más libres, día a día.
O triunfa esta doctrina o vuelve el garrote de la represión de Macri o lo peor de la derecha delarruista.
La luz de distancia que se logre será mayor si emprendemos juntos como pueblo, esta hermosa travesía que, mientras charlamos, acaba de comenzar.
Miradas al Sur, domingo 26 de diciembre de 2010
1 comentario:
Este 31 levanto mi copa y un puño por este renovado nuevo siglo de libertad!!
Saludos y felicidades.
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