martes, 14 de diciembre de 2010

La condición humana



No pasarán.
La xenofobia y el racismo de Mauricio Macri, no pasarán.
Como el testamento de los genocidas en el Chaco reclamando impunidad al pie de su condena, el discurso del fascismo no pasará y será juzgado.
La sangre derramada de los más humildes lo impidió.
La rebeldía es un pájaro que vuela siempre alto, cuando se siente libre.
Y esa es la conquista mayor del gobierno de la inclusión social, el que empezó con Néstor Kirchner y sigue con Cristina.
Los pájaros de la igualdad están libres y ya no vuelven a la jaula.
Sólo el cielo es el techo cuando se avanza.
A la Asignación Universal por Hijo y la integración latinoamericana, le hacen falta viviendas.
Y allá fueron los hermanos nuestros a reclamarlas por derecho propio y por que le habían dicho que estaban al alcance de las manos.
El gobierno del PRO los empujó, los estimuló, los engañó, no cuando les ofreció un título de propiedad para la casa propia, sino cuando Mauricio Macri posó sobre una tarima al lado de esa niña de la villa, esa cholita, esa morochita, esa pobrecita y después fue a lavarse las manos con alcohol y desinfectarse el bigotito que entonces lucía.
Tres imágenes ayudan a entender el lugar donde nos encontramos:
*Cristina el viernes rodeada de Abuelas, Madres y los pibes que le entregaban ramitos de flores con una sonrisa que despierta todos los sueños de un mundo mejor.
*La cacería que a esa misma hora desataban los matones de la derecha sobre el Parque Indoamericano mientras Alejandro Salvatierra y otros como él, le ponían el pecho a las balas para cubrir y salvar a sus hermanos.
*La hermana boliviana llorando ante las cámaras por su marido muerto y el fascista que se le acerca con un dogo amenazante y les descerrajan, varios, en vivo y en directo: “Villera de mierda, andate a El Calafate con Cristina que es la única que te quiere”
Guarden esta columna como la clave de un secreto mayor, de un misterio que viene de siglos, de los que resisten en nombre de la humanidad y los que atacan en nombre de la urbanidad.
Cuando debamos elegir nuevamente, abramos esta clave para no volver a equivocarnos.
No fue un “vecino” el que mató, seguramente.
Pero se escondieron entre ellos los que ofendieron la condición humana, allá en Soldati.
Una condición que los abarca pero a la que deberán honrar en nombre de esos muertos.
Que nadie olvide fácilmente: los tiros, los palazos y los gritos de Soldati fueron contra los más pobres, contra el gobierno de Cristina y contra la UNASUR.
Pero no pasaron y no pasarán.
El canto multitudinario del domingo en Plaza de Mayo, fue una advertencia de amor para los dueños del odio.




El Argentino, martes 14 de diciembre de 2010

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