Hace apenas nueve años las balas policiales, los caballos y los garrotes caían a plomo sobre una ciudadanía que salió a decir “¡Basta! ¡Que se vayan todos!”
Era un día como hoy.
De esos muertos, de las Madres apaleadas en su propia Plaza de Mayo, de ese derrumbe causado por las políticas neoliberales, se hizo el cimiento de esta Argentina nueva.
No fue fácil.
Porque después del 19 y 20 de diciembre del 2001 aconteció el ensayo de un gobierno que empleó más mano dura contra los humildes, matando a la vista de todos, a Kosteki y Santillán.
Eduardo Duhalde fue el presidente de la Masacre del Puente Avellaneda, el que prometió “al que depositó pesos se le devolverán pesos, al que depositó dólares, se le devolverán dólares”.
Y todo fue una gran mentira.
Esa fue la gota que rebasó el vaso de la paciencia de los argentinos.
De semejante humillación, surgió luego un presidente que dignificó la rebeldía colectiva.
“Acá nadie se olvida la Argentina de la que vinimos”, decía Néstor Kirchner.
Y estaba hablando de esa Argentina violenta, hambreadora, represiva, entreguista, arrodillada, que le tocó asumir.
No obstante, no hay un solo discurso donde Kirchner se excusara de no poder hacer algo por los escombros del país recibido.
A nueve años del desastre final, Cristina Fernández de Kirchner tampoco olvida.
Descubre la Avenida Presidente Néstor Kirchner, que se cruza con la Avenida San Martín en pleno centro de Río Gallegos y se enorgullece junto a su familia y sus compañeros.
Piensa y actúa. Sabe que a muchos kilómetros de allí, el huevo de la serpiente sigue afilando sus armas.
Lugano y Soldati son el nuevo ensayo de los violentos, de los que arman el desorden para ofrecerse después como garantes del orden represivo; y vaya si tienen currículum para probarlo. Desde una antigua y platinada funcionaria de la dictadura hasta la xenofobia y el racismo de los pitucos y los peronistas de la derecha que conforman el PRO, protestaron ayer por el “desarme” de la Federal.
Es que la operación no ha terminado para ellos.
El lanzamiento de las candidaturas de Duhalde, “El Padrino” y de Cobos, “El Judas”, son un botón de muestra.
No hay que subestimarlos, tampoco hacer lo contrario. Buscan despertar el miedo con sus bocazas llenas de odio. Hacen daño pero no construyen nada
La democracia deberá seguir con su labor pedagógica enfrentando esta canallada política y mediática, desnudando las mentiras a fuerza de verdad.
Es lo que hará CN 23 esta noche frente a las puertas de Clarín, reclamando por la libertad de voces que nos dio esta democracia que aun tiene cuentas pendientes.
Por ejemplo: que se vayan todos los que ya debieron irse.
Era un día como hoy.
De esos muertos, de las Madres apaleadas en su propia Plaza de Mayo, de ese derrumbe causado por las políticas neoliberales, se hizo el cimiento de esta Argentina nueva.
No fue fácil.
Porque después del 19 y 20 de diciembre del 2001 aconteció el ensayo de un gobierno que empleó más mano dura contra los humildes, matando a la vista de todos, a Kosteki y Santillán.
Eduardo Duhalde fue el presidente de la Masacre del Puente Avellaneda, el que prometió “al que depositó pesos se le devolverán pesos, al que depositó dólares, se le devolverán dólares”.
Y todo fue una gran mentira.
Esa fue la gota que rebasó el vaso de la paciencia de los argentinos.
De semejante humillación, surgió luego un presidente que dignificó la rebeldía colectiva.
“Acá nadie se olvida la Argentina de la que vinimos”, decía Néstor Kirchner.
Y estaba hablando de esa Argentina violenta, hambreadora, represiva, entreguista, arrodillada, que le tocó asumir.
No obstante, no hay un solo discurso donde Kirchner se excusara de no poder hacer algo por los escombros del país recibido.
A nueve años del desastre final, Cristina Fernández de Kirchner tampoco olvida.
Descubre la Avenida Presidente Néstor Kirchner, que se cruza con la Avenida San Martín en pleno centro de Río Gallegos y se enorgullece junto a su familia y sus compañeros.
Piensa y actúa. Sabe que a muchos kilómetros de allí, el huevo de la serpiente sigue afilando sus armas.
Lugano y Soldati son el nuevo ensayo de los violentos, de los que arman el desorden para ofrecerse después como garantes del orden represivo; y vaya si tienen currículum para probarlo. Desde una antigua y platinada funcionaria de la dictadura hasta la xenofobia y el racismo de los pitucos y los peronistas de la derecha que conforman el PRO, protestaron ayer por el “desarme” de la Federal.
Es que la operación no ha terminado para ellos.
El lanzamiento de las candidaturas de Duhalde, “El Padrino” y de Cobos, “El Judas”, son un botón de muestra.
No hay que subestimarlos, tampoco hacer lo contrario. Buscan despertar el miedo con sus bocazas llenas de odio. Hacen daño pero no construyen nada
La democracia deberá seguir con su labor pedagógica enfrentando esta canallada política y mediática, desnudando las mentiras a fuerza de verdad.
Es lo que hará CN 23 esta noche frente a las puertas de Clarín, reclamando por la libertad de voces que nos dio esta democracia que aun tiene cuentas pendientes.
Por ejemplo: que se vayan todos los que ya debieron irse.
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