Cuando la represión o sus cómplices asesinan a un manifestante social, están matando el costado más sublime del proyecto político recorrido desde mayo de 2003.
Esta vez fusilaron a los humildes que en Soldati reclaman una vida digna y atacaron un obrador de viviendas de Madres de Plaza de Mayo.
El secuestro y desaparición de Jorge Julio López, las balas que mataron a Mariano Ferreyra, a los hermanos del pueblo originario en Formosa y ahora en Villa Soldati, son balas que astillan los huesos y hieren el corazón del proyecto nacional y popular.
Porque van dirigidas contra un modelo de país que eliminó para siempre la tenebrosa política del viejo estado que primero mataba y después preguntaba las razones de la tragedia.
El gobierno de Néstor Kirchner, como el de Cristina ahora, decidió moral, política e institucionalmente no reprimir jamás una movilización social, por opositora que fuese y, mucho menos, con armas de fuego.
Por ese motivo toda la artillería mediática de la derecha les cayó encima cada vez que las movilizaciones piqueteras se manifestaron en pleno centro porteño.
Las voces propagadas hasta el hartazgo por Clarín y La Nación y sus lenguaraces caían a plomo condenando a un gobierno que “no hacía nada contra los piqueteros”.
¿Se acuerdan no?
Pero los Kirchner eligieron en cambio la disuasión y por sobre todo la solución efectiva de los derechos que eran reclamados.
Por eso duelen los muertos de Soldati.
Hay que ir a fondo en la identificación material y política del que dio la orden de matar o no impidió que se mate pudiendo hacerlo, se llame “Justicia”, “Mauricio Macri” o como se llame; empezando por apresar al que asesinó.
Sea civil o uniformado.
La defensa de la vida siempre será una cuestión de fondo, la principal cuestión. Después, sólo después, se discutirá si los manifestantes tenían razón o no, si cometieron un delito o fueron utilizados por las minorías oportunistas de siempre.
El mejor certificado de calidad del gobierno de Cristina, ante el mundo y su propio pueblo, es el de Memoria, Verdad y Justicia. A horas de realizarse una nueva Marcha de la Resistencia de Abuelas, Hijos y Madres Línea Fundadora y a un día de celebrar en la Plaza de Mayo la vuelta de la Democracia y la plena vigencia de los Derechos Humanos, la represión desatada bajo la gestión del PRO es un golpe en la nuca a un pueblo que quiere resolver todos sus conflictos en paz, porque ese es el piso que construyó con Cristina, en una democracia inclusiva donde entramos todos los que nacimos en la Patria Grande, seamos argentinos, paraguayos, bolivianos, o de cualquier lugar del mundo.
Esta vez fusilaron a los humildes que en Soldati reclaman una vida digna y atacaron un obrador de viviendas de Madres de Plaza de Mayo.
El secuestro y desaparición de Jorge Julio López, las balas que mataron a Mariano Ferreyra, a los hermanos del pueblo originario en Formosa y ahora en Villa Soldati, son balas que astillan los huesos y hieren el corazón del proyecto nacional y popular.
Porque van dirigidas contra un modelo de país que eliminó para siempre la tenebrosa política del viejo estado que primero mataba y después preguntaba las razones de la tragedia.
El gobierno de Néstor Kirchner, como el de Cristina ahora, decidió moral, política e institucionalmente no reprimir jamás una movilización social, por opositora que fuese y, mucho menos, con armas de fuego.
Por ese motivo toda la artillería mediática de la derecha les cayó encima cada vez que las movilizaciones piqueteras se manifestaron en pleno centro porteño.
Las voces propagadas hasta el hartazgo por Clarín y La Nación y sus lenguaraces caían a plomo condenando a un gobierno que “no hacía nada contra los piqueteros”.
¿Se acuerdan no?
Pero los Kirchner eligieron en cambio la disuasión y por sobre todo la solución efectiva de los derechos que eran reclamados.
Por eso duelen los muertos de Soldati.
Hay que ir a fondo en la identificación material y política del que dio la orden de matar o no impidió que se mate pudiendo hacerlo, se llame “Justicia”, “Mauricio Macri” o como se llame; empezando por apresar al que asesinó.
Sea civil o uniformado.
La defensa de la vida siempre será una cuestión de fondo, la principal cuestión. Después, sólo después, se discutirá si los manifestantes tenían razón o no, si cometieron un delito o fueron utilizados por las minorías oportunistas de siempre.
El mejor certificado de calidad del gobierno de Cristina, ante el mundo y su propio pueblo, es el de Memoria, Verdad y Justicia. A horas de realizarse una nueva Marcha de la Resistencia de Abuelas, Hijos y Madres Línea Fundadora y a un día de celebrar en la Plaza de Mayo la vuelta de la Democracia y la plena vigencia de los Derechos Humanos, la represión desatada bajo la gestión del PRO es un golpe en la nuca a un pueblo que quiere resolver todos sus conflictos en paz, porque ese es el piso que construyó con Cristina, en una democracia inclusiva donde entramos todos los que nacimos en la Patria Grande, seamos argentinos, paraguayos, bolivianos, o de cualquier lugar del mundo.
El Argentino, 9 de diciembre de 2010
1 comentario:
La principal esencia de saber gobernar, es prevenir situaciones y no lamentarlas después. No importa el nombre de quien ocupa el primer lugar en los puestos donde se deben tomar decisiones ANTES que los acontecimientos "desgraciados" ocurran.Es tarde para expresar o justificar los lamentos; pero áun hay tiempo de corregir el rumbo en el tiempo que queda. ¡Viva Perón!
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