viernes, 5 de noviembre de 2010

Hasta la vida siempre


Habrá que preguntarle a la historia cómo acomoda sus asuntos, pero por raro sortilegio del destino, por un milagro o por la sola voluntad de los hombres, o por todo eso junto, la presidenta de la nación, Cristina Fernández de Kirchner, vivió su primera semana del dolor, con los trabajadores y trabajadoras en la cuna del Cordobazo, primero y con los pibes y adolescentes que participaron del Campeonato Evita 2010 en Mar del Plata, después.
Que la juventud y los trabajadores la abracen en sus primeros pasos, es algo más que una metáfora afectiva. Es la expresión de un nuevo país que se abrió paso desde abajo, desde el infierno, llevado de la mano del que se propuso hacerlo y dejó la vida en tal empresa: Néstor Kirchner.
La semana cierra con un mensaje presidencial que no sólo reafirma el rumbo del proyecto de país que nos gobierna sino que además, resignifica el valor reordenador que en esta etapa de la historia cumple el proyecto nacional y popular.
Fue Cristina la que dijo ante los pibes: “Vamos hasta la vida y no hasta la muerte” como si renaciera de a poco de tanto dolor y tanta ausencia.
Habrá que detenerse a medir en toda su dimensión estas palabras: “Ante las adversidades y ante los problemas, tenemos que fortalecer el alma, el espíritu y salir adelante. Quiero en homenaje a Néstor, que seguro me está mirando desde arriba, dedicarle a todos ustedes el esfuerzo; cuando uno pone garra y esfuerzo las cosas siguen adelante”
Saber enfrentar y superar un dolor tan profundo, sin negarlo ni disimularlo, es una categoría política superior que hace fuerte a toda la humanidad.
Aunque la cumpla uno solo de los mortales.
De ese temple surgen grandes pueblos. Del temple de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo. Del temple de una presidenta llamada coraje por el que la amaba y la sigue amando desde algún lugar de los misterios.
No es posible transformar un país injusto y desigual en otro país más justo e inclusivo sin ese temple que ahora se puso a prueba sin proponérselo.
De esta forma no. Es injusta esta muerte. Por eso duele más que otras.
Y por eso se entiende al senador entrerriano Pedro Guastavino, cuando expresó su vergüenza por hacerle un homenaje al militante que tanto quiso y lo quiso, delante de un hombre que ha perdido la vergüenza hace ya tiempo, pero ahora mucho más.
Julio Cobos es el nombre de la desvergüenza y la ausencia de toda moralidad.
Por eso mismo, en el ejemplo que está dando Cristina, la mujer, la compañera, la presidenta, habrá que concluir en que la otra dimensión complementaria a la política, es la dimensión moral del ser humano.
Ella no fue a buscar el consuelo de nadie y mucho menos de los poderosos y sus gerentes. Ella fue a redoblar los esfuerzos junto a su pueblo.
Y no es un detalle menor para dejarlo de lado sabiendo que quien lo dice es nada más y nada menos que la presidenta de la nación.
Desde abajo y desde el pie, las dos puntas de la vida se han puesto en movimiento a paso redoblado. Se proponen hacer honor al dolor por tanta ausencia y al ejemplo de vida que está dando Cristina.
Los militantes de la juventud abrieron rápidamente sus brazos y convocaron a todos los jóvenes y no tan jóvenes que manifestaron en estos días la necesidad de participar “para bancar a Cristina” a escribir a “yoquieromilitar@gmail” y encontrarse mañana y siempre, allí donde los llame la conciencia.
Algo semejante vienen haciendo las Madres de Plaza de Mayo, con Hebe Bonafini a la cabeza, sumando voluntades alrededor de Cristina.
En el interior del país son muchas las expresiones que construyen, desde diversas fuentes, el poder popular capaz de sustentar y profundizar en el tiempo este proyecto de país que nos gobierna.
Este país empieza a demostrar que ya no viene del “que se vayan todos” del 2001.
Este país demuestra con su llanto y sus consignas de esperanza al lado de Cristina, que es un país que viene de Néstor Kirchner.
Y ese es el salto cultural que estamos dando todos.
El Argentino, viernes 5 de noviembre de 2010

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