La oposición parlamentaria asestó en la madrugada de ayer otro golpe contra los intereses nacionales del pueblo argentino: dejaron sin presupuesto al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Todos fueron “Cobos” esta vez.
Disimulan sus quiebres internos, violando una responsabilidad constitucional.
Festejaron como un triunfo su “voto no positivo” contra una cultura republicana que parecía arraigada aún entre los más severos adversarios políticos.
Pero el Grupo A y Proyecto Sur demostraron que les importa un comino las instituciones que tanto dicen defender.
La democracia fue literalmente mancillada, como no había ocurrido desde su vuelta en 1983.
No había ocurrido nunca algo así. Ni siquiera en los momentos de mayor fragor del peronismo contra el radicalismo y viceversa.
Dejar a un gobierno elegido por el pueblo sin presupuesto nacional, es la condición para imponerle luego el proyecto de presupuesto opositor.
“¡De acá!” le respondió Aníbal Fernández con otras palabras.
Después se ofenden cuando los llaman destituyentes.
De esta vergüenza deberán dar cuenta los legisladores del radicalismo, del PRO, del pejota disidente, del Gen de Margarita Stolbizer, de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, del Proyecto Sur de Pino Solanas.
Actuaron con el cinismo declamativo de frases como: “no queremos poner palos en la rueda”, “querríamos ayudar al gobierno”, bla-bla-bla, para llevar finalmente la situación a un callejón sin salida.
Estar en las antípodas ideológicas de esta oposición política, no nos salva de la sensación de vergüenza ajena que sentimos.
Uno está identificado con el pueblo, con la nación, con la democracia. Y aspira sinceramente a que la Argentina nueva que viene naciendo desde el 2003, cuente con actores políticos que estén a la altura del país que hoy tenemos.
Con dirigentes capaces de sostener un debate político con su propia cabeza.
Con dirigentes valientes que se animen a pensar por ellos mismos, acertados o equivocados. Que se liberen definitivamente de las ataduras coloniales de estar pendientes del qué dirán Clarín y Magnetto al día siguiente. Que hayan procesado autocríticamente los desaguisados del pasado reciente, sean ex menemistas, delarruistas o filo progresistas.
El escándalo bochornoso que protagonizaron sobre el final de la sesión fue la cortina de humo que les permitió huir de la votación para aprobar o rechazar el presupuesto del poder ejecutivo para el 2011.
Ni el circo de Moscú lo hubiese hecho mejor. Fue un verdadero show donde los herederos de la Banelco actuaron de “carmelitas descalzas”. Dicho con todo respeto por las verdaderas carmelitas.
Eluden la discusión técnica de fondo basándose en fuentes tan escandalosas como la consultora de Nicolás Salvatore.
Entre un gobierno democrático y un tipo denunciado por acoso sexual a sus alumnos, eligen a este último.
Cuando les preguntaron qué pasaría si no está “el sobrante de 35 mil millones de pesos” que los opositores prevén, respondieron: “simplemente, no se pagaría el 82 % a los jubilados”.
Así nomás.
Si les descontaron el 13 % cuando gobernaron, ¡qué problema tendrían ahora en mentirles a nuestros queridos viejos!
Con tantas riñas internas, los opositores volvieron a demostrar que sólo se juntan para ladrarle a Cristina, ejecutando el mandato inconfesable de restaurar el viejo orden de la politiquería.
El colmo de los colmos es la queja reiterada que hicieron porque al gobierno le “sobrará plata” y la gastará “como quiera”.
Perdón: ¿Y qué tiene de malo que un gobierno cuide la plata de los argentinos y con el ahorro logrado invierta en más escuelas, más viviendas, más hospitales?
Si se tratara de futbol, le atarían las piernas a Messi. ¡Dónde se vio que alguien juegue con esa gambeta y esa cintura!
Como todo mediocre, estos opositores no admiten que se los descubra en público.
Y ya van más de siete años que quedaron desnudos en el escenario.
Por eso viven embarrando la cancha.
No les importa el destino del país y mucho menos, el de los ciudadanos.
El Argentino, viernes 12 de noviembre de 2010
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