jueves, 16 de julio de 2009

ENTRE EL AMOR Y EL DESPRECIO


Se inició el dialogo democrático. Contra los malos augurios y las malas ondas, contra los derrotismos y los triunfalismos. También contra el virus de la gripe A.
Allí está el dialogo. Allí vive la democracia. Allí habla la política.
Ganan quienes lo convocan y quienes se aprestan a dialogar; sean oficialistas u opositores. Gana la dirigencia que se hace cargo de la responsabilidad de cuidar las instituciones republicanas.
Gana la paz social, la democracia y la sociedad.
¿Y quiénes pierden? Pierden los que juegan con el fuego de una historia que está muy cercana en el tiempo y en la piel de los argentinos. Pierden los lanzallamas, los que se ilusionan con volver a incendiar la convivencia civilizada. Los editorialistas y conductores mediáticos que se frotan el verbo entre las manos, estimulando el miedo, el odio y el rechazo a dialogar. Los apocalípticos y los violentos, pierden. Y los que necesitan de la violencia para vaciar de contenido a la democracia y llenarla con el imperio de sus intereses económicos.
Ni el amor ni el desprecio: el dialogo; que cuando honra su propósito, es esa delicada franja por donde transita el intercambio respetuoso entre diferentes. En tanto haya acuerdos, habrá que celebrar por partida doble. Pero si no los hay, la estación final no será el dominio absoluto sobre el otro ni la hora de la riña salvaje.
Será más democracia participativa, en un país sin mordazas, donde crecemos todos.
Están pasando cosas profundas en la sociedad, desde hace tiempo. Lo escribimos otras veces, pero es necesario reafirmar que el 19 y 20 de diciembre de 2001 se puso en tensión una sociedad que ya no soportaba, ni soportará, el continuismo de políticas neoliberales, identificadas con planes de ajustes y privatizaciones que significaron más hambre, desocupación y miseria para los sectores populares. Lo hizo defendiendo en las calles a la democracia y de la mano del Parlamento nacional. Esta institución, al fin y al cabo, fue la que sostuvo el Estado de derecho que, con sus corcovos, mantuvo la gobernabilidad democrática.
De allí salimos cuando se inició el actual proyecto de Gobierno que recuperó la política y la institución presidencial, iniciando un camino de recuperación económica y social, que significó más empleo, más educación, más inclusión.
Es cierto, no habló sobre la necesidad de tener empleo, simplemente recuperó 4 millones de puestos de trabajo.
Esa es la dimensión de este proceso político, si queremos ver el cuadro completo y no sólo una parcela de ella.
En estos días habrá que valorar el comportamiento de los distintos actores políticos.
El que convoca es un Gobierno que escuchó a las urnas y que lejos de cualquier autismo, supo valorar e interpretar rápidamente el resultado electoral, convocando a garantizar entre todos, la gobernabilidad de un modelo de desarrollo económico con inclusión social.
La que no escuchó el mensaje de las urnas fue Elisa Carrió. Abanderada del reclamo por el dialogo, pegó el portazo cuando fue convocada, advirtiendo además que no la molesten en sus nuevas vacaciones. Hay que observar y anotar en la memoria todas estas actitudes de la dirigencia. Tenerlas a mano cada vez que se decida el destino del país.

Los convocados son parte de un amplio arco político y social que seguramente expondrá su propia visión de esta etapa, signada por un gobierno democrático firme en su rumbo y un Parlamento en la plenitud de su misión. Ayer lo volvió a demostrar.
La representatividad y la gobernabilidad, iniciaron su dialogo. Es todo un desafío que compromete no sólo al Gobierno sino a los opositores. Será un aprendizaje común.
Quienes se excluyen, optarán por la negación de la política y la democracia.
Las contradicciones entre las distintas visiones y modelos de país estarán presentes en cada encuentro, y en buena hora que así sea. Pero el procesador de los conflictos, será la democracia. Y el dialogo, su instrumentación.
Es deber de todos, cuidar y profundizar el desarrollo inclusivo de un país que en medio de la debacle económica mundial, seguirá creciendo, según lo reconoció ayer la CEPAL, organismo de Naciones Unidas.



(Jorge Giles. El Argentino. 16.07.09)
http://www.elargentino.com/nota-49641-Entre-el-amor-y-el-desprecio.html

3 comentarios:

e-p dijo...

Jorge,
Ayer en A DOS VOCES, Batman y Robis se desbocaban a cada rato y me pareció importante como los invitados de la oposición le bajaban los decibeles a la disputa, algo raro. Solamente Pinedo se hacía el vivo.
La convocatoria de Kirchner fue genial.
Lástima la jugada de Pino y Carrió, que los aleja de una mirada seria de la políotica.

;)

gaston dijo...

"...estimulando el miedo, el odio y el rechazo a dialogar. Los apocalípticos y los violentos, pierden. Y los que necesitan de la violencia para vaciar de contenido a la democracia y llenarla con el imperio de sus intereses económicos." Por qué será? Me suena mucho a Nestor K.

Monona dijo...

Perdón... de qué me perdí?
El Gobierno estimula al miedo, al odio y al rechazo al diálogo?
El Gobierno es el único que pelea con coherencia por más justicia y distribución de la riqueza. El miedo se basa también en la incomunicación. O vos crees, Gastón, que TN te informa? Vamos...entiendo que no pensemos igual, pero que aún no tengamos en claro a qué intereses responde cada uno y cuál es el verdadero objetivo...me cuesta creerlo.
Vos decís que el Gobierno es violento? Este Gobierno fue el único que jamás (si, leiste bien, JAMÁS) reprimió una manifestación. Y eso que durante el 2008, grupos elitistas con fuertes intencionalidades anticonstitucionales, marchaban todos los días, queriendo deslegitimar a una Presidenta elegida por el 46% de los votos. ¿El Gobierno es un imperio? ¿Te referís al mismo que envió una Resolución (125/08) al Congreso (y no como DNU) en busca de que, los ombliguistas, elitistas y mezquinos oligarcas de siempre, repartan una parte de sus riquezas para favorecer a los desposeídos de siempre? ¿Vivís en el mundo del revés, Gastón? Repito, uno puede soportar que piensen distinto, que pongan en juego otros intereses. Pero el delirio no, muchachos.