domingo, 19 de julio de 2009

ENTRE HONDURAS Y "EL FINO" PALACIOS


El patio de una casa, un comedor, una movilización popular o un viejo café pueden ser una catedral de filosofía y política en los días que corren.
En una circunstancia semejante, alguien preguntó recientemente: “¿Qué tiene que ver el golpe de Estado en Honduras con la decisión de Macri nombrando al ex comisario Fino Palacios, jefe de la Policía porteña?”
El golpe hondureño y el Fino de Macri. Pareciera una asociación traída de los pelos. Pero la profundidad del interrogante reflexivo corta el aliento y vence cualquier silencio si pensamos que en diferentes escalas, toda impunidad que nos arrastre hacia el horror y las heridas del pasado, en algún lugar es barro del mismo lodazal.
Ciertamente, no cabe aquí una duda de expediente judicial, de código penal, de presunta asociación ilícita compartida entre Macri, Palacios y el golpista de Honduras, Micheletti o Goriletti, como lo llama la gente de pueblo en el hermano país centroamericano.
Lo que se esta queriendo arrimar al fogón de este día es otra cosa, un pensamiento que intenta bucear en lo profundo, de los que suelen anidar en el alma de un pueblo y que se manifiestan en el momento y en el lugar menos esperado.
El nombramiento del Fino Palacios es un golpe a la memoria de los argentinos, de todos, no sólo de quienes habitan los “cien barrios porteños”.
En el mayor atentado terrorista ocurrido en estas latitudes, en la sede de la AMIA, un día como ayer, 18 de julio, morían asesinados casi un centenar de ciudadanos argentinos.
Explotó la ciudad, se conmovieron los cimientos, temblaron nuestros huesos, y el miedo, el terror y la memoria del genocidio fueron nuevamente una ráfaga que rasgaba cruelmente nuestros corazones.
Ese crimen sigue impune. No hay nadie preso por la masacre. Zafaron todos. Y uno de los vinculados en la gigantesca mancha de sospecha es precisamente el ex comisario Palacios. El mismo que nombró y defiende con uñas y dientes, el Jefe de la Ciudad Mauricio Macri. No importa en este caso si hay sentencia judicial o no las hay.
Todavía.
La sola presunción impediría a cualquier gobernante democrático que otorgue semejante responsabilidad a una persona bajo sospecha. ¿O habrá que pensar que es al revés, que lo hace por eso mismo?
Esto sí que debería darle miedo, señora de los almuerzos.
¿Sabrá Macri qué es eso de la Ética cuando se gobierna?
Es en primer lugar no asustar a los ciudadanos que dependen de su gobierno, no acorralarlos, no intimidarlos, no reprimirlos, no humillarlos, no burlarse de ellos ni de sus muertos queridos. Este nombramiento es todo eso. Es lisa y llanamente impunidad, como señalan representantes de la comunidad judía y los familiares de las víctimas.
En esta causa también hay cruces de llamadas telefónicas que delatan las distintas convivencias criminales. Oscuros personajes que dialogan amistosamente unas veces y otras, sólo segundos para pasar una clave quizás, un aviso de alerta a tiempo.
¿Les recuerda a algo parecido más recientemente? ¿Son sólo coincidencias o macabras casualidades o “modus operandi” como se dice en jerga de crónica policial?
Es morbosa la decisión del Gobierno Pro.
¿Qué dice la ex vice de Macri, Gabriela Michetti, de todo esto? ¿Hay que suponer que comparte esta afrenta a los derechos humanos y la memoria de las victimas del atentado de AMIA? ¿Y de qué se ríe cuando le hablan del golpe en Honduras?
¿Y qué dicen los demás funcionarios y legisladores del Pro sobre la sangre de los argentinos muertos en la Plaza de Mayo y sus alrededores entre el 19 y el 20 de diciembre del 2001 y donde también se lo vinculó a Palacios?

Tanta indignación hace que nos pongamos de pie para saludar la altura alcanzada por todo el arco democrático opositor.
Todos juntos, con los familiares y amigos de las víctimas, con legisladores como Juan Cabandié, Daniel Filmus, Tito Nenna, Gabriela Alegre, Diana Mafia, Fabio Basteiro, con Organismos de Derechos Humanos y Sindicatos, se unieron para iniciar una campaña de firmas, buscando que Macri sepa de una vez que en la Argentina de hoy, la democracia no debería otorgar semejante impunidad, sino imponer el deber de honrar en cada acto de gobierno, la Verdad, la Memoria y la Justicia.

(Jorge Giles. El Argentino. 19.07.09)

No hay comentarios: