jueves, 30 de julio de 2009

EL DIÁLOGO MÍNIMO, VITAL Y MÓVIL


Sucedió ayer a la tarde en la Casa Rosada.
La Presidenta miró a los ojos de cada uno de los legisladores oficialistas para transmitirles el mensaje. Sabía que calaba hondo en la historia militante y en las convicciones más profundas de todos ellos.
Sabía también que le estaba hablando a su pueblo, cuando dijo: nuestra opción seguirán siendo los más humildes, los sectores más vulnerables de la sociedad, los que todavía deben ser rescatados del desempleo y la pobreza.
Y anunció que será el Parlamento el lugar donde se defenderá la voluntad de este modelo de inclusión, reasignando las partidas presupuestarias que antes realizaba el Ejecutivo, fundamentando con principios y con mucha consistencia política y económica, la defensa de los intereses nacionales y populares.
Nunca, los de ninguna minoría, por poderosa que ésta sea.
El abrazo colectivo, al final del discurso presidencial, pareció rubricar la cohesión de diputados y senadores, dispuestos a poner cuerpo y alma al nuevo cuadro de situación nacional e internacional y las acciones políticas que se demandan.
Esta nueva iniciativa política de Cristina, descorre todos los telones de la discusión más estratégica, más abarcadora, más inclusiva. Como si instara a que cada uno ocupe su lugar en este nuevo escenario.
Opositores y oficialistas, políticos y periodistas, progresistas y derechistas, empresarios y sindicalistas, representantes y representados.
El mensaje profundo de ayer fue ese, anunciando el contenido y la forma del camino a recorrer en los próximos dos años.
“Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, se decía en los días de grandes épicas colectivas.
El tiempo podrá corregir, mejorar, cambiar las palabras por otras acordes a cada nueva época.
Pero los principios y los sueños de una sociedad más justa, son inalterables.
La antesala del discurso presidencial fue la aprobación del salario mínimo, por parte de la Comisión tripartita conformada por representantes de los trabajadores, los empresarios y el Gobierno.
Configura un gran hecho político, más que un asunto económico. Por que además de ser para los trabajadores, el más alto de la serie histórica, está expresando la continuidad del modelo de país en desarrollo desde el 2004.
La consolidación institucional de este espacio de debate social entre partes que pugnan por la defensa de sus respectivos intereses y el aliento del Gobierno a debatir y resolver el piso salarial, está indicando una de las expresiones más vitales del proceso político que arrancó con Néstor Kirchner y continúa con Cristina.
Acontece un hecho que mueve el tablero de la sociedad hacia arriba, en una escala de ascendente justicia social y redistribución del ingreso, que rompe el esquema instaurado salvajemente por el modelo neoliberal en tiempos del menemismo.
¿Se acuerda como era entonces?
No se discutían los salarios, ni los haberes de los jubilados y los pensionados. No se discutía nada.
Fue la era del hielo. Todo congelado.
Estábamos en el horno, pero nos hacían creer que estábamos en el freezer.
El neoliberalismo demostró ser la antítesis de cualquier debate democrático a favor del desarrollo con inclusión social.
El presunto “fin de la historia” suponía el fin de los conflictos. Y como la realidad se encargó de demostrar que eran falacias, sólo quedó lugar para el recrudecimiento de todos los conflictos.
Sin embargo hoy, este plus valor del debate salarial va de la mano del dialogo político convocado por la Presidenta y protagonizado por todo el arco político, con una sola y triste deserción.
Es el modelo de país el que funciona así. Está en su propia naturaleza.
Superada la primera etapa caracterizada en los primeros años por la recuperación del Estado y el valor de la política, sucede esta etapa signada por la profundización del modelo a través del mayor consenso social que fuese posible.
¿Y todo para qué? Para que la gente viva mejor y más feliz.
En este contexto, el dialogo es parte del modelo.
Ojala encuentre a todos los sectores con la madurez necesaria para sostenerlo en el tiempo.
El gobierno de la democracia ya anunció cuál seguirá siendo su propia agenda.


(Jorge Giles. El Argentino. 30.07.09)
http://www.elargentino.com/nota-51625-El-dialogo-minimo-vital-y-movil.html

1 comentario:

Francisco Pérez dijo...

Señor Giles:

Creo que la argumentación del gobierno nacional es algo inconsistente. Hay muchos datos que ponen en duda que la política económica y social del gobierno sea (re) distribucionista.

La regresividad está a la vista, por ejemplo, en el altísimo gravamen al consumo final y en la ausencia del mismo respecto de las operaciones bursátiles. También en la aceptación (tanto por el MTSS como por el sindicalismo afín a la administración Fernández de Kirchner) de ingresos no remunerativos como parches a los reclamos salariales y la llamativa renuencia a discutir el marco de contratación de trabajadores "monotributistas" que desempeñan funciones en la administración pública (como ser CONEAU, CONICET, etc.). Las actualizaciones salariales sólo hacen que la porción de trabajadores registrados apenas sostenga, en promedio, el poder adquisitivo de sus ingresos, y profundiza la informalida del cerca del 40% de trabajadores en negro o precarizados que existe.
En política social, sospecho una hibridización entre un tímido atisbo de una visión más europea (formación para el empleo) que juzgo personalmente insuficiente, y la vigencia de inaceptables planes de política social focalizada y descentralizada propias de la etapa mal entendida como neo-liberal, tan dañina para la estructura social del país.
En cuanto a la cuestión agropecuaria, coincido que el reclamo sectorial tiene bastante de repudiable en cuanto a sus formas. No obstante, no parece razonable que un sector productivo deba aportar cerca de la mitad de lo que perciba al fisco. No pongo en duda las ganancias muchas veces extraordinaria de ciertos productores y grupos económicos; se trata de pensar qué disbalances hacen que haya tamañas tasas de ganancias que sólo puedan ser reguladas mediante un gravamen tan alto por un lado. Por otro debemos replantear el grado de extranjerización y falta de diversificación de la actividad agropecuaria. Situación que no es sólo imputable al gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, pero que poco hicieron para revertir en seis años.
Por último, la delegación de facultades legislativas al Ejecutivo (coincido con usted, es un facilismo tendencioso llamar a esto "superpoderes") es un instrumento de política en emergencia. Lo que es contradictorio, por lo menos, es la justificación de su vigencia cuando el gobierno nacional se jacta de tasas de crecimiento cercanas al 10% anual. Más estructuralmente, opino que no es necesario "enfriar la economía", pero sí sustentar la recuperación con medidas que trasciendan equilibrar el tipo de cambio a la coyuntura imperante. Otras variables de la economía (vg. el nivel de inversión directa, el salario) terminan ajustándose con inflación.

Le mando un saludo republicano y mis respetos en la disidencia.

Francisco Pérez.