Una mirada sobre las acciones del gobierno y los discursos críticos de la oposiciónEn la semana que pasó, cada sujeto político mostró su propia desnudez como pocas veces antes. Así en los medios de comunicación como en la política partidaria. Los acontecimientos de estos días fueron de tal nitidez, que resulta imposible soslayar cuánta mentira difunden y tratan de vender en la feria de vanidades.
Los contrastes públicos aparecieron como en un teatro del absurdo y el grotesco, verdaderos textos de antología que provocan risas, llanto, asombro, indignación y nuevamente risas.
Habrá que perseverar en la noble tarea de difundir la verdad y desnudar las mentiras.
No se trata de montar un cuadrilátero para confrontar un relato oficialista versus un relato opositor, sino apenas de correr el telón de la realidad y decir las cosas como realmente son.
Las adhesiones y las oposiciones posteriores que provoquen, allá ellas.
“Pasen y vean” diría el cartel que señala el camino.
La Presidenta Cristina Fernández desarrolló en España una de las visitas oficiales más exitosas en términos de acuerdos comerciales, culturales, políticos e institucionales entre ambas naciones. Ocurrió, no fue ficción. Todos vimos la actividad de la Presidenta, subscribiendo convenios y recibiendo de pie el caluroso aplauso del Parlamento español.
Estando en Madrid recibió la carta personal del Presidente Obama transmitiéndole los augurios de una labor conjunta. Horas después se informó de una próxima reunión de trabajo entre ambos equipos gobernantes.
Descendía del avión en Ezeiza, cuando la noticia adelantaba que la Presidenta viajaría a Tartagal de inmediato. Y viajó. Todos la vimos chapoteando el lodo acompañada por el dolor y el afecto popular en el lugar de la tragedia.
Pero, al mismo tiempo que esto pasaba, las voces que desde los medios relataron la realidad en los últimos años con absoluta hegemonía, desinformaban que el gobierno argentino estaba “aislado internacionalmente como nunca antes” y hasta se permitían silenciar y menoscabar la actitud de la Presidenta y sus ministros viajando al centro de ese dolor colectivo llamado Tartagal.
No fue un debate entre verdades relativas. Fue la verdad acuchillada por malevos de academia y engolada voz.
Argentina está inserta en el mundo con luz propia. Y eso resulta insoportable para las colonizadas plumas y atildadas voces mediáticas, manipuladores impolutos de la verdad. En términos de pensamiento, el colonizado nativo resulta tan o más deletéreo, que el colonialista extranjero.
La otra dimensión de la que daremos cuenta, se vale de la anterior y también está configurada por la discordancia. De un lado, un gobierno en acción, con iniciativas, en la vieja Europa, en la doliente Salta, reglamentando la Ley de Bosques, creando un Centro Internacional de Derechos Humanos con la UNESCO, aprobando el mayor Plan Social Federal de las últimas décadas, otorgando apoyo estatal a las Cooperativas y Organizaciones Sociales representativas de trabajadores, campesinos y pequeños productores.
Del otro, la patética imagen de los dos arcos opositores, preocupados por mostrar una efigie de ricos y famosos defendiendo un modelo de boleta electoral mientras el lodo cubría el rancherío salteño, ayudando a descubrir con elocuencia cruel, la mayor de las pobrezas. En vivo y en directo, los dos países que nos habitan.
Es curioso, pero lo que se propone como oposición, expresa lo más viejo y rancio de la vieja política. Lo viejo se representa a sí mismo. No puede reproducirse en elencos novedosos. Basta un repaso de los nombres y apellidos que salen a escena para ofrecerse como recambio de gobernabilidad para advertir la veracidad de lo afirmado. Macri, Solá, De Narváez, Carrió, Duhalde, entre otros, gestando obscenamente el espacio que aún no encuentran. Es lo viejo que resiste al cambio y a lo nuevo, atropellando a tientas y a oscuras, sin poder disimular su anacronismo. Ante la variedad de medidas oficiales, reacciona con la piedra que tiene a mano, con el insulto soez, con una conferencia de prensa tras otra, oponiendo la ficción y lo faccioso al Estado presente, tangible y solidario.
Esta vez la derecha, como alguien dijo, “está atendida por sus propios dueños”. Dueños del capital monetario que disponen y de la cualidad de las representaciones que ostentan. Muchos de ellos, funcionarios de la dictadura, del menemismo y el delarruismo aliancista.
Es cierto, lo nuevo nació con su propio caos, con sus propios conflictos y sus carencias, sus ausencias y sus inconsistencias. Nace impuro, pero nace. Siempre fue así la historia que construyen los hombres y las mujeres comprometidos con su tiempo. No hay manuales de conducción cuando el camino es propio. No hay recetas previas. No hay envases enlatados. Y está bien que así sea.
Lo trascendente, creemos, es saber que el debate hoy transcurre por la agenda que propone y construye el proyecto nacional y popular, con epicentro en la redistribución de la riqueza, la soberanía argentina, la integración con Latinoamérica y la disputa por la palabra justa. Saber que las certezas que nos faltan, incuban en el adentro de este proceso y no en su afuera. Este es el camino, el que recorre el país desde el 2003 y que hoy apura el paso y refuerza los postigos, concientes de que la tormenta internacional del capitalismo depredador aún no nos enseñó su ojo más tenebroso.
Habrá que redoblar los esfuerzos, tanto desde el gobierno como desde la sociedad, para seguir impulsando la unidad de todos los sectores nacionales de la producción y el trabajo. Afrontar unidos los tiempos de cambio, antes que antagonizar nuestras diferencias, es una asignatura nacional pendiente.
Nos precisamos fuertes y alegres para defender lo logrado y porque esta vez, mal que les pese a Morales Solá, Nelson Castro y sus análogos, no vamos a esperar 30 años para saber la verdad.
Además, que la Presidenta sea la que anuncie en la ex ESMA, la recuperación de otra nieta desaparecida ¿no se merece que hoy cantemos una que sepamos todos?
Los contrastes públicos aparecieron como en un teatro del absurdo y el grotesco, verdaderos textos de antología que provocan risas, llanto, asombro, indignación y nuevamente risas.
Habrá que perseverar en la noble tarea de difundir la verdad y desnudar las mentiras.
No se trata de montar un cuadrilátero para confrontar un relato oficialista versus un relato opositor, sino apenas de correr el telón de la realidad y decir las cosas como realmente son.
Las adhesiones y las oposiciones posteriores que provoquen, allá ellas.
“Pasen y vean” diría el cartel que señala el camino.
La Presidenta Cristina Fernández desarrolló en España una de las visitas oficiales más exitosas en términos de acuerdos comerciales, culturales, políticos e institucionales entre ambas naciones. Ocurrió, no fue ficción. Todos vimos la actividad de la Presidenta, subscribiendo convenios y recibiendo de pie el caluroso aplauso del Parlamento español.
Estando en Madrid recibió la carta personal del Presidente Obama transmitiéndole los augurios de una labor conjunta. Horas después se informó de una próxima reunión de trabajo entre ambos equipos gobernantes.
Descendía del avión en Ezeiza, cuando la noticia adelantaba que la Presidenta viajaría a Tartagal de inmediato. Y viajó. Todos la vimos chapoteando el lodo acompañada por el dolor y el afecto popular en el lugar de la tragedia.
Pero, al mismo tiempo que esto pasaba, las voces que desde los medios relataron la realidad en los últimos años con absoluta hegemonía, desinformaban que el gobierno argentino estaba “aislado internacionalmente como nunca antes” y hasta se permitían silenciar y menoscabar la actitud de la Presidenta y sus ministros viajando al centro de ese dolor colectivo llamado Tartagal.
No fue un debate entre verdades relativas. Fue la verdad acuchillada por malevos de academia y engolada voz.
Argentina está inserta en el mundo con luz propia. Y eso resulta insoportable para las colonizadas plumas y atildadas voces mediáticas, manipuladores impolutos de la verdad. En términos de pensamiento, el colonizado nativo resulta tan o más deletéreo, que el colonialista extranjero.
La otra dimensión de la que daremos cuenta, se vale de la anterior y también está configurada por la discordancia. De un lado, un gobierno en acción, con iniciativas, en la vieja Europa, en la doliente Salta, reglamentando la Ley de Bosques, creando un Centro Internacional de Derechos Humanos con la UNESCO, aprobando el mayor Plan Social Federal de las últimas décadas, otorgando apoyo estatal a las Cooperativas y Organizaciones Sociales representativas de trabajadores, campesinos y pequeños productores.
Del otro, la patética imagen de los dos arcos opositores, preocupados por mostrar una efigie de ricos y famosos defendiendo un modelo de boleta electoral mientras el lodo cubría el rancherío salteño, ayudando a descubrir con elocuencia cruel, la mayor de las pobrezas. En vivo y en directo, los dos países que nos habitan.
Es curioso, pero lo que se propone como oposición, expresa lo más viejo y rancio de la vieja política. Lo viejo se representa a sí mismo. No puede reproducirse en elencos novedosos. Basta un repaso de los nombres y apellidos que salen a escena para ofrecerse como recambio de gobernabilidad para advertir la veracidad de lo afirmado. Macri, Solá, De Narváez, Carrió, Duhalde, entre otros, gestando obscenamente el espacio que aún no encuentran. Es lo viejo que resiste al cambio y a lo nuevo, atropellando a tientas y a oscuras, sin poder disimular su anacronismo. Ante la variedad de medidas oficiales, reacciona con la piedra que tiene a mano, con el insulto soez, con una conferencia de prensa tras otra, oponiendo la ficción y lo faccioso al Estado presente, tangible y solidario.
Esta vez la derecha, como alguien dijo, “está atendida por sus propios dueños”. Dueños del capital monetario que disponen y de la cualidad de las representaciones que ostentan. Muchos de ellos, funcionarios de la dictadura, del menemismo y el delarruismo aliancista.
Es cierto, lo nuevo nació con su propio caos, con sus propios conflictos y sus carencias, sus ausencias y sus inconsistencias. Nace impuro, pero nace. Siempre fue así la historia que construyen los hombres y las mujeres comprometidos con su tiempo. No hay manuales de conducción cuando el camino es propio. No hay recetas previas. No hay envases enlatados. Y está bien que así sea.
Lo trascendente, creemos, es saber que el debate hoy transcurre por la agenda que propone y construye el proyecto nacional y popular, con epicentro en la redistribución de la riqueza, la soberanía argentina, la integración con Latinoamérica y la disputa por la palabra justa. Saber que las certezas que nos faltan, incuban en el adentro de este proceso y no en su afuera. Este es el camino, el que recorre el país desde el 2003 y que hoy apura el paso y refuerza los postigos, concientes de que la tormenta internacional del capitalismo depredador aún no nos enseñó su ojo más tenebroso.
Habrá que redoblar los esfuerzos, tanto desde el gobierno como desde la sociedad, para seguir impulsando la unidad de todos los sectores nacionales de la producción y el trabajo. Afrontar unidos los tiempos de cambio, antes que antagonizar nuestras diferencias, es una asignatura nacional pendiente.
Nos precisamos fuertes y alegres para defender lo logrado y porque esta vez, mal que les pese a Morales Solá, Nelson Castro y sus análogos, no vamos a esperar 30 años para saber la verdad.
Además, que la Presidenta sea la que anuncie en la ex ESMA, la recuperación de otra nieta desaparecida ¿no se merece que hoy cantemos una que sepamos todos?
Publicado en Miradas al Sur del Domingo 15 de febrero de 2009
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