Vamos a empezar por lo más fácil.
Moyano no es el adversario a vencer.
Los opositores políticos no son los adversarios a vencer.
Ni los “piqueteros anti-k” ni los que piensan distinto al gobierno son los adversarios a vencer.
Pero…
Las corporaciones monopólicas que atentan contra el desarrollo productivo y defienden el viejo país de la injusticia, ellos sí, son los adversarios de esta nueva democracia.
¿Se puede convivir con ellos? ¿Se puede ser neutral con ellos? ¿Se puede ser amigos y aliados de ellos? ¿Se puede ser apoyado por ellos?
No y mil veces no.
El proyecto nacional, popular y democrático vigente desde Néstor Kirchner hasta el presente, clausuró una etapa signada por la subordinación de la política y del Estado a las distintas y poderosas corporaciones que hegemonizaron la vida nacional en las últimas décadas.
Por eso es demonizado, según pasan los años, por los sectores más reaccionarios de la Iglesia, de la justicia, del empresariado trasnacional, de la city financiera, del poder mediático del Grupo Clarín y La Nación.
Que pase el que sigue.
Una Presidenta, como Cristina, que ostenta el certificado de calidad otorgado en las urnas por el 54 % del voto popular, tiene el derecho y la obligación de representar a los 40 millones de argentinos. Sólo por eso se merecería el mayor de los respetos.
Sin embargo, ese abultado porcentaje no es el mayor capital político de este Gobierno. Por que los votos van y vienen. Como la vida.
El principal capital del kirchnerismo, creemos, son los derechos recuperados, reparados y conquistados para el conjunto del pueblo argentino, particularmente para los más humildes y desprotegidos.
Que pase el que sigue y si gustan, que participen todos los que quieran defender este proyecto de país.
O si prefieren, se opongan a él.
En los millones de compatriotas que son beneficiarios directos de las 1.250 escuelas construidas en estos 8 años, del 6,47 % del PBI a la educación, de la Asignación Universal por Hijo, de los 5 millones de empleos recuperados, de las miles de viviendas construidas, de los 800 científicos repatriados, de Tecnópolis, del matrimonio igualitario, de la movilidad jubilatoria, de la ley de medios, de los derechos humanos como política de estado, del futbol para todos, del Canal Encuentro y Paka-paka, de la democratización del papel prensa para diarios, de la integración latinoamericana, está el país que soñaron y sueñan los trabajadores argentinos, siempre. Siempre.
Patear en contra de estos cimientos de la nueva Argentina que construye el pueblo, cualquiera sea la razón invocada, es hacerle el juego a las corporaciones.
O lo que es peor, ingresar a sus filas como un nuevo converso.
El Argentino, viernes 16 de diciembre de 2011
4 comentarios:
seria interesante que Moyano pensase igual, porque en estos momentos le ha errado muy feo
clarísimo el análisis, oscurísima la movida sindical, abrazo
Ahora Moyano, para Clarín, será alto, rubio y de ojos celestes. Habrá semáforos verdes para él, e incluso para D´Elía, si se oponen a Cristina. Ojalá que las luces malas del centro no los hagan meter la pata.
A esta altura Moyano sabe que se equivocó. No es casual que junior salga a enfriar. ¡Yá se van a acomodar los melones! el carro se está moviendo.
Saludos.-
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