lunes, 5 de diciembre de 2011

Una fiesta en estado de vigilia


Algo muy importante está por suceder en la Argentina.

Faltan apenas cinco días para que Cristina jure por el nuevo mandato que le otorgó su pueblo.

El 54 % de los votos de octubre, se cobrará en efectivo en esa ceremonia y se repartirá en cuotas cada vez mayores de derechos reparados y otros derechos que, más pronto que tarde, serán conquistados.

Los vecinos de enfrente, esos que tiran piedras como cañonazos desde las tapas de Clarín y La Nación, esos que se sentían intocables, impunes e invulnerables de por vida, los patrones de la esquina, esos, están como locos en estos días.

Es un trago amargo para ellos ver que el ciclo que creían culminado está más vivo que nunca.

Pobrecitos, no aprenden más.

El aire se alborota. Se acomodan los patios populares para que bailen todos. Se tensa el bombo para que suene mejor en ese día que ya viene al trotecito cabalgando. Las banderas están más lindas que nunca, más alegres, más combatientes, plenas de anuncios de un tiempo de “agarrate Catalina que ahora vamos por todo”.

Es la fiesta y su víspera. Pero no será una fiesta más; está será nacional, popular y democrática.

En el libro de historia de la Patria Grande, Cristina viene de firmar la unión americana con todos los mandatarios de America Latina y el Caribe.

El CELAC y la UNASUR son los tomos mayores del revisionismo histórico.

Digan lo que digan, el trazo grueso y fino del relato esta vez lo escribieron Bolívar y San Martín, Rosas, Irigoyen y Perón, Artigas y Martí, Lula, Chávez y Kirchner, Dilma, el Pepe y Cristina.

Hay que dejar que esos vecinos indeseables le ladren a la luna.

Ellos discuten para atrás y se quedan atrás.

Los pueblos revisan la historia y miran hacia adelante.

Ellos, los liberales y conservadores, no pueden dar un paso sin ayudarse con el bastón de Mitre.

Los pueblos son sabios, cuando inventan caminos soberanos.

Ellos quedaron desnudos ante un escenario repleto de jóvenes que escriben la historia con su cuerpo día a día. Y eso los pone muy locos.

La crónica de la Cumbre latinoamericana y Caribeña reunida en Venezuela destaca tres momentos emotivos. Los tres tienen que ver con la Argentina.

Cuando Chávez descubre ante Cristina el cuadro de Néstor, pintado con sus propias manos.

Cuando la Cumbre en pleno aplaude de pie, emocionados todos, la memoria al primer Presidente de América Latina, Néstor Kirchner.

Y cuando los 33 representantes de esta región del mundo, le arrancan lágrimas a nuestro Canciller, Héctor Timerman, firmando por unanimidad la defensa inclaudicable de nuestra soberanía en las Islas Malvinas.

Algo muy importante está por suceder.

Está en el aire: Cristina nuevamente, Presidenta de los argentinos.

El Argentino, lunes 5 de diciembre de 2011

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