¿Dónde estaba cada uno de nosotros diez años atrás?
¿En la Plaza de Mayo, enfrentando los caballos de la represión y gritando “que se vayan todos”?
¿Mirando indignados y furiosos desde nuestras casas?
¿En las calles del pueblo tirando piedras, repudiando el corralito y el estado de sitio de De la Rua?
¿Al lado de Pocho Lepratti, en Santa Fe, viéndolo caer, herido de muerte, tan pleno de vida, gritando a la policía “bajen las armas que aquí sólo hay pibes comiendo”?
¿Dónde estaba la vida hace diez años y la vergüenza, la dignidad y la condición humana, sino en esa pueblada del 19 y 20 de diciembre?
De allí venimos todos, no debemos olvidarlo.
Decíamos ayer que el kirchnerismo es hijo de aquella lucha.
Por eso se explica el homenaje a las Madres de Plaza de Mayo en el Congreso de la Nación. Por que aquel parto doloroso del 2001 devino en este nuevo ciclo de la historia que hoy vivimos.
No son casualidades, sino causalidades, las que revelan que esas Madres, encabezadas por Hebe de Bonafini, a las que la dictadura les robó sus hijos y sus nietos, abrazaran por primera vez a un presidente de la democracia recién cuando asumió Néstor Kirchner y llegó a la Casa Rosada sin dejar sus convicciones en la puerta de entrada.
También son causalidades y no casualidades las que explican que recién ayer recibieran el merecido homenaje de los legisladores, cuando hace apenas 10 años eran apaleadas por la policía de un gobierno de la democracia.
Hay que decirlo hasta que duela: de la democracia.
Todo es nuevo en esta nueva Argentina inclusiva.
Así como antes, todo olía a viejo, a injusto y al azufre del infierno en que habíamos caído.
¿Uno se imagina lo que pasaría si en aquellos días de dolor y sangre alguien cantaba en medio de las corridas “Viva Néstor y Cristina”, por ejemplo? Lo hubiesen mirado como a un extraterrestre. Pocos los conocían y nadie creía en los políticos.
Esta es una buena medida para apreciar lo que avanzamos desde entonces.
Si hasta los nombres de quienes gobiernan son otros.
Cristina, Amado, Julián, Beatriz, Juan Manuel, Julio, Oscar, Chango, El Chino.
El país es otro. Recuperamos 5 millones de empleos. Nos desprendimos del recurrente chantaje extorsivo del FMI. Volvió la política y la participación social. Conquistamos nuevos derechos.
Es necesario repasar este gigantesco salto colectivo, a fuerza de amor y de memoria: que si el aire es gratis, lo demás suele costarnos la vida.
La historia de la humanidad es la bella historia de los grandes amores.
Aquel pueblo excluido hace diez años, es el que hoy construye este país en el adentro de su propio destino.
Por eso hay esperanza, allí donde hubo tan sólo dolor.
El Argentino, martes 20 de diciembre de 2011
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