martes, 6 de diciembre de 2011

El juramento de Pedro Páramo



“Hay un señor que se llama Cobos ¿no?” preguntó capcioso Mariano Grondona a Hugo Biolcati, el patrón de la Rural.

Por entonces se tejían remeras y banderas con la cara de Cobos, estampitas y calzones con la cara de Cobos.

No fue hace dos siglos, fue apenas hace dos años.

Era el cuarto mes del 2009 después de Cristo.

El país giraba como un trompo enloquecido buscando afirmarse en su punto de apoyo original.

Desde la derecha tironeaban Magnetto, Macri, Duhalde, Carrió y De Narváez, con la complacencia de ese progresismo placebo que siempre es más atento con las luces de la fama que con los humildes candiles con que se alumbra la historia.

Desde el Gobierno nacional, un proyecto de país, un sueño, un hombre, una mujer y un pueblo, sostenían el timón de una nave mayor que seguía atravesando el ojo de la tormenta.

“Todo es historia”, decía Félix Luna.

Y el rotundo fracaso de aquella asonada del poder real y el Grupo “A”, atestiguan que es así nomás.

El trompo ya encontró su territorio y su propia fuerza de gravedad.

Kirchnerismo, le dicen.

Estamos en la víspera de una fiesta mayor.

Seguíme chango.

“Pedro Páramo” y “El llano en llamas” son las dos joyas literarias del magno escritor mexicano, Juan Rulfo.

Hay quienes dicen, con variado fundamento, que esas páginas son el origen primero del realismo mágico.

Otros, en cambio, le asignan ese rol a “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.

Y acaso sean todas las obras juntas, sin contradicciones.

Incluso la CELAC y la UNASUR son una obra mayor de ese realismo mágico que tanto amamos desde pibes. ¿O no?

La segunda asunción de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner quizás devele la verdad.

Mirá lo que te digo.

Pedro Páramo, el personaje, era un muerto que hablaba, que andaba por aquí y por allá, que abandonó sus convicciones mientras estaba vivo, como lo hizo Judas en tiempos de Jesús.

¿Por qué no podría tomar, entonces, un juramento como le correspondía hacerlo cuando aún estaba viva su fama salvadora en ese pueblo llamado Comala?

Hay que recordar que Comala murió con Páramo y se convirtió en un paraje de almas en pena, sin vida, sin árboles, sin flores, tan árido como el apellido de Pedro.

De allí sólo se vuelve como espectro errante.

¡La vida es tan generosa!

Lo cierto es que el Siglo de las Luces, para honrar de paso a Carpentier, promete dejar atrás los “Cien años de soledad” de nuestros pueblos para siempre.

Y ese día será el sábado próximo, cuando asuma Cristina. Recordaremos allí, con el respeto institucional y democrático que otros no tuvieron, aquella chanza de Grondona y Biolcati y por lo bajo murmuraremos: ¿Viste Cleto?...el que ríe último, ríe mejor.

El Argentino, martes 6 de diciembre de 2011

1 comentario:

Nelson de Congreso dijo...

Muy bueno tu artículo, Jorge. Con respecto a la incalificable traición de este señor, o no, es mucho decir: de este miserable, con unos compañeros resolvimos tomar una actitud distinta de la de insultarlo, como se merecería. Dijimos: para qué, si así lograría victimizarse; mejor es despedirlo con un aplausito irónico, como en la cancha al que hace un gol en contra. Y además por respeto a Cristina.