lunes, 12 de diciembre de 2011

El día que asumimos todos


Ya está. Ya juró la Presidenta, ya juraron y asumieron los ministros y los secretarios de Estado, los diputados, los senadores y los comuneros.

Ya está. Ya pasó al olvido Cobos y los que se rasgaban las vestiduras con las “instituciones de la república” mostraron nuevamente sus miserias y su desprecio por esta democracia que el proyecto nacional y popular recuperó para grandeza del pueblo y la nación.

De esa mediocridad opositora no habrá que esperar fulgores democráticos. No están a la altura de las circunstancias de la historia y sus asuntos.

Ya está. Ya el pueblo recuperó las calles y la Plaza defendiendo la alegría.

Y aquí me quedo un rato.

Aquellos hombres y mujeres que cubrieron el ancho de la Avenida de Mayo, la que va de Congreso hasta Plaza de Mayo, aquellos que pudieron ingresar al recinto del Congreso y al Museo del Bicentenario, aquellos que miraban y lloraban y aplaudían y cantaban cuando alguien avisaba “ahí viene Cristina”, aquellos que se reencontraban después de mucho tiempo en un abrazo interminable y con la frase a flor de labio “pero mira dónde te vengo a encontrar” y el otro y otra que le dice “¿Y dónde iba a ser sino aquí?”…aquellos que entonaban “madres de la plaza, el pueblo las abraza” y las madres que agitaban sus manitas con ese gesto de amor que es una marca argentina, aquellos que mojaban sus pies en la fuente de la Plaza y resguardaban a sus niños de ese sol más peronista que nunca, o más kirchnerista si prefiere un término más abarcador, aquellos que miraban desde su casa, desde una confitería o desde una pantalla gigante en uno de los cientos de actos de La Quiaca a Tierra del Fuego y vieron las lágrimas de la Presidenta una y otra vez y lloraban con ella a distancia y que cuando juró Oscar Parrilli y Cristina lo llamó “el otro arquitecto del Bicentenario junto a mí” supo que ese era el hombre que los hizo tan felices en aquel histórico Mayo del 2010, en ese Paseo azul y blanco, cuando aún estábamos todos, es decir, cuando aún estaba Néstor, el flaco que batía palmas y reía melancólicamente como despidiéndose, aquellos que replicaron en millones el llanto de Alicia Kirchner y Cristina en el juramento…aquellos hombres y mujeres, los hijos olvidados de la tierra, también sentían que asumían el gobierno y disputaban alegres y protagonistas el nuevo rumbo de la historia.

El kirchnerismo es el hecho maldito del país corporativo.

Asumirlo así, enamora a una generación y a dos y a tres también. Por eso miles de jóvenes en las calles vivaban a Cristina.

La rebeldía, cuando abunda, junta pueblo y gobernantes en un clima de alegría que sólo calza con su porte.

Pasó este 10 de diciembre. El día que asumimos todos.

El Argentino, lunes 12 de diciembre de 2011

1 comentario:

carlos dijo...

TENEMOS PATRIA...eso es lo que les duele tanto a los antipatria. Saludos