Poner la otra mejilla ante cada injuria, cada mentira, cada provocación.
Pero sin olvidar ni perdonar graciosamente.
Porque cuando las urnas se abran, tendrán que haber millones y millones de votos que devuelvan la ofensa.
Eso sí: en paz y democráticamente.
Quienes invocan a la muerte como núcleo central de su discurso, como lo hacen De Narváez, Carrió, Duhalde y Macri, ¿la hubiesen apañado durante la dictadura?
Menos mal que perdieron: este país es otro.
Pese a que la derecha impotente, rabiosa, violenta, no aprendió a conjugar el verbo “amar”, el pueblo sí sabe de amor con tanto dolor encima.
¿Qué sabe De Narváez del dolor ajeno? ¿Qué sabe Carrió de los derechos humanos si fue funcionaria de la dictadura?
Usarán viejos y quebrados luchadores para repetir la lección del buen fascista: “Yo tengo un amigo judío”. Pero no engañan a nadie.
Nuestra capacidad de asombro es como la tristeza de Vinicius de Moraes: no tiene fin.
Enterarnos que el Grupo Clarín truchó un expediente de la causa Papel Prensa para favorecer a Magnetto, Ernestina Herrera de Noble y Bartolomé Mitre.
Saber que el capellán castrense durante la dictadura, monseñor Bonamín, llevaba el registro de las madres parturientas detenidas desaparecidas.
Saber que Mario Llambías, aquel patrón rural que reivindicó en la Sociedad Rural a Martínez de Hoz y habló con olor a naftalina del “sucio trapo rojo” hace muy poco, encabeza la lista de diputados nacionales de la “Coalición Cívica” de Carrió.
Saber que la candidata a vice jefa de Macri, Eugenia Vidal, fue favorecida con un crédito del Banco Ciudad que maneja el macrismo.
Saber que los docentes agremiados de Santa Cruz son los mejores pagos del país y que por razones políticas mantienen a los chicos sin clases desde hace dos meses…
¡Basta! ¡Es mucho para una sola democracia!
Estas barbaridades que hoy aparecen dispersas, son expresiones de lo que fue el llamado “Grupo A” ¿Se acuerdan? Los mismos que asaltaron el Congreso en el 2009 y decían que se terminó el kirchnerismo y que ahora mandaban ellos.
Estaban todos. No se salva nadie. Ni la progresía de Proyecto Sur, ni los radicales, ni los macristas, ni los duhaldistas…nadie.
Por eso, cuando nos digan que en la Ciudad hay que votar a uno de ellos porque “eso generará un equilibrio necesario con el gobierno nacional”, sepamos que esa es una zoncera más escandalosa que las promesas incumplidas de Macri.
Una zoncera que habría que sumar al original de Jauretche o al libro de Aníbal Fernández.
No hay voto neutral frente a tanto miserable suelto.
Poner la otra mejilla es también tener memoria.
El Argentino, viernes 24 de junio de 2011
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