El grito emocionado de “Viva la Patria” se escuchó tantas veces desde la multitud que portaba la bandera más larga del mundo, como ese otro grito de amor que identifica al pueblo: “Fuerza Cristina”.
Cuando los protagonistas son los jóvenes, la historia hace girar su rueda.
El rescate de Belgrano, como el de otros próceres tapados por el bronce mitrista, es un signo de esta época.
Ni siquiera en los años setenta, tan apasionados y revolucionarios, se reivindicó como hoy la verdadera historia argentina. Los que dignamente lo hacían, eran parte de un sector de la sociedad, no siempre reconocidos con la justicia que se merecían.
Sin embargo, desde los masivos festejos del Bicentenario patrio se instaló la sensación colectiva de que ahora sí nos reencontramos con la historia, con los hombres y mujeres que gestaron este continente de sueños.
Por eso Belgrano, San Martín, Moreno, Castelli, Dorrego, Monteagudo y otros como ellos, son contemporáneos nuestros.
La Revolución de Mayo ya no es una revolución inconclusa.
Hay una continuidad en los grandes trazos políticos que idearon e implementaron nuestros patriotas.
Decía Belgrano poco después del 25 de Mayo de 1810: “La libertad de prensa es tan justa como lo es la de pensar y de hablar, y es tan injusto oprimirla, como lo sería el tener atados los entendimientos, las lenguas, las manos o los pies a todos los ciudadanos…Sólo pueden oponerse a la libertad de la prensa los que gusten mandar despóticamente…Sin esta libertad no pensemos haber conseguido ningún bien después de tanta sangre vertida y tantos trabajos.”
Uno lee estos conceptos y le parece que Belgrano estuviera fundamentando la Ley de Medios de la democracia o exigiendo a Macri que libere el debate político del monopolio de TN, como pretende el jefe del PRO.
En esta semana de definiciones sobre las candidaturas presidenciales, es importante recordar que mientras nuestros próceres batallaban por la libertad, los que entonces gobernaban mezquinamente defendiendo sus propios intereses porteños, no hicieron más que difamarlos, boicotearlos y condenarlos.
Rivadavia fue uno de ellos.
¿Acaso no ocurre algo semejante hoy?
¿Acaso los dueños del poder económico real no difaman, boicotean y condenan mediáticamente al gobierno de la democracia que más transformaciones ha realizado a favor del pueblo y la nación?
La batalla es hoy por la igualdad, dijo la Presidenta.
Y en esa batalla nos jugamos todos, con la enseña que Belgrano nos legó.
El Argentino, lunes 21 de junio de 2011
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