El Mordisquito que interpeló Discepolín con tanta gracia y pasión, el que siempre estaba en contra, el que bajoneaba el alma y la razón, el que decía que estaba “todo mal” y todo era “culpa del gobierno”, que si llueve porque llueve y si hay calor porque no se aguanta el sol, ese Mordisquito sigue entre nosotros.
Es el santo mayor del “operativo desánimo”.
A él le pertenecen la letra y la melodía del falso fastidio colectivo que nos quieren vender desde los grandes medios.
Lo acunan varios ricos y famosos.
Blasfema desde el regazo de la señora de los almuerzos, el atildado doctor comentarista que trafica moralina a un buen precio y los programas de TN y el grupo Clarín.
El tema preferido es ahora, la suba del precio de la carne.
Un despropósito total de quienes se siguen enriqueciendo a costas de la mesa familiar y que en lugar de favorecer el consumo de la población, prefieren exportar para ganar un poco más.
Merecen la rechifla popular generalizada.
Que se burlen ahora del chancho y del pollo los que hablan y hablan sin proponer nada mejor a cambio.
Algunos dicen que no habría que comprar carne por unos días, para ejercer de veras y desde el pie, el poder regulatorio de los que consumen y lo seguirán haciendo por derecho propio.
Ese reclamo es justo.
Pero están los desmemoriados, los que votaron adentro y afuera del recinto parlamentario contra la Resolución 125, los que se enamoraron perdidamente del Cleto Cobos luego de su voto no positivo, los que escribían cartas de amor a los patrones rurales de la Mesa de enlace, esos, no tienen derecho al pataleo, sino antes bien, deberían rendir cuentas de lo que provocaron hace un año y medio atrás con el conflicto del mal llamado “campo”.
Son los que olvidan fácil y hoy se quejan:
“Así no se puede seguir” “¿Y el gobierno, no hace nada?”
“¿A mí me la vas a contar?”, diría Discepolín.
Así hay que responderles y estamparles, cordialmente, que son ellos, los patrones de la Mesa de enlace, los que provocan esta corrida vacuna.
Junto a las explicaciones que dieron la Presidenta y sus funcionarios, vale recordar en estos días, que cuando el Gobierno promovió la Resolución 125 en el 2008, advertía que era para que el Estado redistribuyera el ingreso entre los argentinos; pero además porque había que cuidar la mesa familiar, evitando que el país se transforme en un país de monocultivo sojero.
¿Te acordás Mordisquito?
¿Te acordás cuando decíamos que si no se apoyaba esa Resolución, la soja desplazaría rápidamente el terreno necesario para la diversidad del agro y para el ganado y aumentarían los precios?
Andá sabiendo: se agregaron 13 millones de hectáreas de la mejor tierra de la pampa húmeda, antes dedicadas al ganado y al trigo y al maíz y a otros productos agropecuarios, para cultivar soja.
¿Y las vacas? Las llevaron para el norte. Y les agarró la seca. Pero ahora, tras las lluvias, las retienen para que engorden. Y todo sale más caro en enero como febrero.
¿Te acordás cuando ese De Angeli, tan admirado por vos, batió la justa y confesó que el lomo debería pagarse 80 pesos el kilo y que lo compre el que pueda y el que no, se joda?
Tendrías que preguntarle a él por lo que viene pasando con la carne.
Memoria, Mordisquito. Memoria.
Y que país generoso que tenemos.
Porque aun así, alcanzamos récords de consumo por habitante por año, llegando a los 75 kilos el año pasado.
¿Sabes porqué? Porque hay más empleo, porque hay más producción industrial, porque hay más protección social.
Porque hay un modelo de desarrollo que avanza pese a los Mordisquitos del pesimismo.
Ese modelo es el que ayer se hizo cargo de las deudas de los pequeños y medianos productores bonaerenses; el que hará que tengamos una cosecha record de trigo y maíz este año y que las carnicerías, vuelvan a estar repletas.
“¡Ay, Mordisquito, que desmemoriado te vuelve el amor propio!”, decía Discépolo en su último programa.
Volvé Discepolín, que se te extraña.
Jorge Giles. El Argentino. 11 de febrero de 2010.
http://www.elargentino.com/nota-77279-A-mi-me-la-vas-a-contar.html
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