Al final de una escaramuza política, como la vivida durante enero, es preciso otear el horizonte para comprobar si todo está en su lugar o hay pérdidas irreparables que lamentar.
La salud del modelo nacional y popular es el punto de referencia principal a considerar en este análisis. Empecemos.
¿La democracia? Demostró su plena fortaleza en medio de un ataque opositor que en otras circunstancias históricas hubiese ocasionado la ruptura del orden institucional.
¿La economía? Demostró su consistencia en todos los registros que dan cuenta del constante crecimiento económico.
¿El gobierno? Demostró su firmeza al mando del timón de la nave del estado zarandeada por los poderosos intereses representados por el monopolio Clarín y sus expresiones partidarias de derecha y una progresía que le es tristemente funcional.
¿Y el pueblo? Viviendo su propia realidad, con mayor consumo interno, batiendo todos los récords en turismo y energía eléctrica, cobrando la Asignación Universal por Hijo, ajeno por completo al alzamiento opositor.
El motín de Martín Redrado en el Banco Central, con el acompañamiento activo del arco opositor, político y mediático, puso al desnudo la fortaleza y las debilidades del modelo gobernante.
La rancia gestión de Redrado al frente de la entidad monetaria y su grotesco final, explican la debilidad de origen de un proceso político que aun así, sabe reconstituirse ante cada adversidad.
La representatividad y capacidad de maniobra que hoy dispone el gobierno y el proyecto político que lo sostiene, se fue construyendo desde el primer día del gobierno de Néstor Kirchner. No le viene dado de antes ni le fue concedido desde afuera.
Así, en algunas áreas críticas, el gobierno apeló a su capacidad de audacia y flexibilidad cada vez que tuvo que dar diez pasos adelante; aunque para darlos tuviera que retroceder con alguna que otra designación no deseada.
Nos interesa en estas líneas abordar las consecuencias de la batahola desatada en enero por una oposición carente de proyectos alternativos y que, quizás por eso mismo, disimula sus carencias en la rapiña y en el efectismo mediático como única forma de hacer política.
Todos actúan igual. Basta una iniciativa de la Presidenta para que salgan al cruce a oponerse rabiosamente apelando a los tribunales antes que al debate de ideas y al Clarín y sus repetidoras antes que a cualquier otra instancia donde se edifica la política y la democracia.
Esta vez pensaron seriamente que podrían avanzar sobre posiciones del gobierno que creyeron debilitadas a partir del motín en el Central, y por que el monopolio mediático los alentó a volverse raudamente de las vacaciones para el asalto final desde el Congreso que sería convocado ni bien la Presidenta haya elevado vuelo hacia China.
Midieron mal las relaciones de fuerza y volvieron a confundir deseos con realidad.
En el barullo estridente, no previeron la audacia presidencial de suspender el viaje para desbaratar la operación destituyente que pretendía mostrar una suerte de poder dual en la gobernabilidad del sistema democrático.
Ese retroceso opositor, signado por la variedad de manotazos al aire sin consecuencia sobre la economía y la institucionalidad republicana, brindó un escenario inmejorable para que el gobierno cerrara la coyuntura avanzando aún más con sus propias líneas.
El nombramiento de Mercedes Marcó del Pont es eso, la expresión corporal de la profundización del modelo de desarrollo con matriz diversificada e inclusión social.
No estamos igual que el 7 de enero, fecha en la que se anunció el decreto de remoción de Redrado. El proyecto nacional, popular y transformador está hoy varios cuerpos adelante. No tanto porque el barullo ha sido desbaratado y Redrado está en su casa, sino porque al frente del Banco Central la Presidenta designó alguien identificada con la defensa irrestricta del modelo en curso, porque les salió el tiro por la culata y ahora es Clarín el que debe dar explicaciones sobre el lavado de dinero y porque se abrió un debate social que cuestiona a fondo el lastre neoliberal que arrastraba el proceso político. Ejemplo: el uso o no de reservas para el desarrollo productivo.
De aquí en más todo dependerá de las condiciones, de la oportunidad, de la táctica y la estrategia. Como es siempre en política.
Asimismo, quedaron con fractura expuesta los frágiles análisis de los escribas mayores de los grandes medios. La verdad se abre paso como puede. Y en ese terreno pierden.
Sería muy útil y pertinente trazar un tablero de análisis que vaya desde el 25 de Mayo de 2003 hasta nuestros días. Se podría advertir gráficamente, cómo el proyecto cultivó una dinámica que le es propia y que tiene un solo sentido, hacia adelante, hacia su permanente profundización. En lo político, en lo social y en lo económico.
Este episodio que estimuló titulares y profecías varias, es una muestra última de ello.
Habrá que sumar a ese tablero la profunda apelación histórica que realizara el pasado viernes la Presidenta durante un acto multitudinario en el Puente Avellaneda.
Dijo Cristina Fernández de Kirchner en esa oportunidad: "Son los humildes los que primero le ponen el hombro a la patria. Fue así desde el fondo de la historia, desde la Revolución de Mayo, desde el Ejercito Libertador, donde precisamente los soldados de San Martín provenían del pueblo, los que acompañaron a Belgrano en Jujuy en el éxodo, los que acompañaban a Güemes en las montoneras del Norte. Fuimos siempre en definitiva los hombres y mujeres comprometidos con una historia del país y esencialmente con su liberación y su independencia"
Claro, los eternos enemigos del pueblo, también vienen desde el fondo de la historia. Por eso no dudan en oponerse rabiosamente al Gobierno nacional, por sí mismo o por testaferros vestidos para la ocasión.
En esta concepción de la historia expresada por la Presidenta está la verdadera fortaleza y la trascendencia del modelo gobernante.
Jorge Giles. Miradas al Sur. 7 de febrero de 2010.
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