Cuesta arrancar la semana cuando se siente, dolorosamente, la perdida de un periodista de la talla de José María Pasquini Durán.
El enorme vacío que deja, obliga sin embargo, a redoblar los esfuerzos y la entendedera para seguir aportando desde espacios como este a descifrar los signos de un tiempo crucial para la Argentina.
Ojala podamos honrar su ausencia, analizando la realidad desde la buena fe que nos anima y la búsqueda obstinada de una verdad que exprese los intereses del pueblo y no de los poderosos.
Es el digno mandato que dejan periodistas como él.
Ayer, los diarios del monopolio mediático fueron nuevamente un virtual y descarado “parte de guerra” contra el gobierno nacional.
Las editoriales destilaron como nunca el odio revanchista contra el proyecto político gobernante.
Clarín y La Nación, actúan así de ordenadores ideológicos y políticos de una oposición partidaria y legislativa carente de ideas y alternativas superadoras.
Las hojas del calendario preanuncian el montaje de un escenario institucional que nos acompañará hasta la próxima renovación presidencial y parlamentaria, en el 2011.
Lejos de suponer un avance cualitativo para la vida democrática, como lo prometían y alentaban desde los medios, la nueva composición en el Congreso amenaza con instalar un poder de fuego opositor exclusivamente dedicado a atentar contra la marcha de la economía y la estabilidad política y social de los argentinos.
Que se hagan cargo de una vez.
Que expliquen a la sociedad qué oscuros intereses hay detrás del 15 o 20 % que harán pagar al Estado si no se aprueba el Fondo del Bicentenario.
Aprobando ese Fondo, como creemos se aprobará, el país hará uso del dinero que tiene guardado en el colchón y por tanto no pagará un centavo de interés a nadie.
Pero si sucediera lo contrario, como pretenden los opositores, y finalmente no se aprueba, deberán explicar en qué bolsillos quedará ese 15 o 20 % de interés que el país deberá pagar por el endeudamiento.
Algo huele a podrido.
Que expliquen porqué están parasitando al gobierno a través de la figura de Julio Cleto Cobos, secuestrando literalmente un espacio constitucional que le pertenece al proyecto político que gobierna el país.
No hacen política opositora desde espacios sociales e institucionales que hayan ganado con el sudor y el voto propio. Por eso decimos que Cobos parasita al Ejecutivo.
La Constitución nacional previó sabiamente que en caso de empate parlamentario en el Senado, el Poder Ejecutivo a través de su representante, el vicepresidente, laude a favor del gobierno. No le brinda opciones de tipo personal o de conciencia, sino le otorga un derecho extraordinario para que cumpla con su deber, es decir, defender al gobierno que representa.
Cuando el vínculo político se rompe, quien ocupe ese lugar deberá sacar un boleto para pasear o volver a su casa.
¿Se imaginan al compañero de fórmula del ex presidente Raúl Alfonsín, Víctor Martínez, votándole en contra en el Senado y liderando la oposición al radicalismo gobernante entonces? ¿Se imaginan cuál hubiese sido la actitud de don Raúl?
Cobos esta vez cruzó la raya permitida por la honra democrática.
Lo peor es que arrastró a la deshonra al conjunto del centenario partido radical.
Y de este modo, arrastró a toda la oposición alineada del centro a la derecha.
Por eso el enojo de Carrió. Porque sabe que la moral republicana ha sido violada impúdicamente por la oposición a la que ella pertenece y no por el gobierno al que demonizan tanto.
Con la última cena que compartieron opíparamente en San Nicolás, los radicales lavaron con agua bendita los pies de Judas. Que se hagan cargo ahora.
Podrán pretender ganar una votación parlamentaria. Ya no, el respeto a una autoridad moral a la que prendieron fuego en la parrilla del comité.
Así comienza la semana, parasitosis cobista mediante y con un Reutemann que a falta de ideas, sólo sabe decir enfermizamente, “culo”.
¡Qué nivel!
Jorge Giles. 15 de febrero de 2010
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