miércoles, 7 de septiembre de 2011

La canilla y el agua


La humilde mujer que en su propia casa se abrazaba con la Presidenta, miró el agua que caía de la canilla como si fuese bendita.

Y murmuró: “Es la razón de mi vida”.

¿Se habrá acordado de Evita en ese instante?

¿O le salió nomás?

“Estaba feliz y sin embargo lloraba” me cuenta un testigo de la escena.

Hablaba de María, pero también de Cristina.

En la Argentina profunda que es La Matanza, la Presidenta inauguró ayer un nuevo tramo de la red de agua potable para 20 mil habitantes que se suman a los 500 mil beneficiarios de las obras iniciadas en el 2005.

Cuando el Presidente era Néstor.

Las redes instalaron más de 33.000 metros de cañerías y más de 3.775 conexiones domiciliarias. Además se concretaron grandes obras de infraestructura como la realización de 49 perforaciones de abastecimiento, la Planta de Ósmosis Inversa y el Acueducto Los Cedros-Virrey del Pino, que permitió brindar este vital servicio.

El agua llegó para quedarse en las barriadas.

¿Qué dirá Duhalde ahora? ¿Que hay fraude en las canillas?

¿Qué dirá Alfonsín? ¿Que la red de agua potable no hace a la calidad institucional republicana?

¿Qué dirán Clarín y La Nación? ¿Que el ciclo del agua llegará a su fin en octubre?

Un día como hoy, hace muchos años, dos jóvenes peronistas caían muertos en una pizzería de William Morris, en el mismo conurbano que integra La Matanza.

Los militantes eran Carlos Ramus y Fernando Abal Medina, perseguidos por el secuestro del dictador Aramburu.

Desde entonces, la juventud de los setenta bautizó esa fecha como el “Día del Montonero”.

¿De que hablarían en el preciso minuto que fueron acribillados por la dictadura?

No lo sé. Pero me animo a pensar que también soñaban con un país más justo, que tuviera canilla y agua para todos.

Un siglo y medio antes, Fray Luis de Beltrán, designado por el General San Martín como Jefe del Parque de Artillería del Ejército de Los Andes, fabricaba fusiles y cañones para la Patria, usando el hierro, el bronce y el cobre que podía conseguir.

En homenaje a su natalicio, el 7 de setiembre se celebra el día del Metalúrgico.

El General Manuel Savio, padre de la siderurgia nacional, siguiendo la huella de Beltrán escribió en tiempos del primer peronismo: “O sacamos hierro de nuestros yacimientos o renunciamos a salir de nuestra situación exclusiva de país agrícola-ganadero, renunciando a alcanzar una mínima ponderación industrial con todas las consecuencias que eso implicaría para el futuro de la Nación”.

De allí venimos nosotros, los argentinos.

La historia se tomó su tiempo.

Finalmente, como si fuese un río impetuoso, se abre paso como el agua, poniéndole canillas a un país porfiado en ser más igualitario.


El Argentino, miércoles 7 de septiembre de 2011

1 comentario:

eduardo j. dijo...

brillante cumpa ,pero hay que seguir ,profundizar ,ir a fondo ,podemos cambiar aún más la historia.Parecerá una exageraciópn,pero yo laburé en villas de la CABA donde el agua era un lujo asiático,en La Matanza está la obra K..gracias..