viernes, 2 de julio de 2010

NUNCA ES TRISTE LA VERDAD

La Presidenta homenajeó a Perón en la Casa Rosada. Alguien murmuró: “El General sigue estando aquí” y muchos entendieron que esta vez es algo más que una metáfora.
Mañana la Selección enfrenta al tanque alemán en el Mundial. Hoy nadie duerme tranquilo.
Las cábalas harán vigilia. Se encenderán las velas y los inciensos. A cruzar los dedos.
A tocar madera y dejar lista la picada con salame y queso. “¿Cuánto falta para el partido?” Preguntará más de un marido. “Seguí durmiendo que son las 2 de la mañana”, regañará la esposa. Merecemos otra alegría después que los alemanes nos dijeron “sudacas y temperamentales”. No hay que ofenderse; hay que agradecerles el concepto y demostrarles que lo somos, en una cancha y en la vida.
Ojalá que Messi se recupere y sino que entre el Diego y dé una cátedra como en el ‘86.
Es la hora del Mercosur: entre hoy y mañana las Selecciones del Pepe Mujica, de Lugo, de Lula y de Cristina saldrán a disputar entre las ocho mejores del mundo. ¿Y por casa cómo andamos?
La democracia está tan sólida que resiste de pie el embate del poder económico mediático más poderoso del país. Ese sí que es un Panzer con orugas de cartón.
Desbaratada la maniobra opositora con Sadous en Diputados, hecha trizas la tapa mentirosa de Clarín, ahora resulta que el mismo abogado del Grupo, un tal Carrió, es el defensor del ex embajador en Venezuela. Más claro, échele soda. El caso que realmente conmueve e indigna es el permanente secuestro de los pibes. Marcela y Felipe son presuntamente hijos de desaparecidos y por tanto, apropiados durante cada día y cada noche que pasó y que pasa desde que fueron arrancados del regazo de sus verdaderos padres. Igual que otros 400 chicos que aún siguen desaparecidos y buscados por las Abuelas de Plaza de Mayo.
Es así desde el día que fueron, aparentemente, abandonados y adoptados irregularmente luego por la dueña del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble.
El secuestro continuará hasta que se sepa, con su consentimiento o no, toda la verdad sobre el origen de sus vidas.
Las Madres, Abuelas y familiares que buscan a sus hijos y nietos desaparecidos durante el terrorismo de estado son las otras víctimas de esta dolorosa historia causada por los genocidas. ¿Quién responde ante ellos por las maniobras dilatorias de la defensa del Grupo Clarín y que impiden que la justicia pueda cotejar debidamente las muestras de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos como manda la ley? ¿Quién enjuaga las lágrimas de la Abuela o el Abuelo, de la hermana o el hermano que quieren saber si Marcela y Felipe son de su misma sangre y que están en todo su derecho de reclamarlo pero no pueden hacerlo porque el poderoso Grupo se los niega?
Una sociedad democrática se construye en base a la verdad, no la mentira ni la perversidad que ejercen los que siempre tuvieron la sartén por el mango y el mango también.
Este es un derecho que tienen los pueblos sobre su identidad.
No hay poder ni tribunal en el mundo que lo pueda negar. Pero hete aquí que mientras de un lado la verdad se abre paso a través de los juicios a los asesinos y torturadores, de la recuperación y el ejercicio de la memoria colectiva, del rol decisivo que viene ejerciendo el Estado nacional y de la sanción de la Ley de Medios de la democracia, la mentira cava trincheras para impedir que los argentinos lleguen hasta el fondo de su propia historia.
Por dolorosa que fuera. Como dice Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” Nos encontramos en una situación inédita en la historia de la democracia.
Enfrente del gobierno nacional se encuentra ese poder económico mediático representado por sus propios agentes legales y económicos y por los dirigentes políticos que le son funcionales. Sobran los ejemplos. Ahí esta Cobos para demostrarlo.
Ayer lo cruzaron Boudou y Bossio tan fuerte que el vice opositor se quejó hasta en la FIFA.
Es tan inmoral esa oposición que usan a nuestros queridos viejos haciendo demagogia. Mañana hincharán por Alemania.

¿Cuánto te juego?

Jorge Giles. El Argentino, 2 de julio

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