Para estar a tono con la temporada, esta columna se podría titular: “Estalló el verano... y la oposición también”.
Pero en el propósito de hincarle el diente a un análisis político más riguroso, preferimos abordar seriamente la lectura sobre las conductas que la derecha ha desplegado en estos primeros días del año.
No es nada fácil, con opositores que nadan en una Pelopincho y ya se creen buceando en medio del mar.
A medida que unifican y concentran su discurso reaccionario en contra de todo lo que haga o deje de hacer el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, más dividen y desconcentran fuerzas en el campo de la acción política.
Es una de las consecuencias de la acumulación de energías puestas por afuera del universo complejo y contradictorio de la política y no en sus adentros. Sirvió la fórmula mientras sus partidos políticos y su dirigencia tenían algún grado de credibilidad social para ejecutar la agenda que imponía esa gran usina generadora de mentiras y de negociados que es el Grupo Clarín. Pero ese contrato virtual con la sociedad, de los políticos hoy opositores que gobernaron antes de Néstor Kirchner, está deshecho y sin perspectivas ciertas de poder recomponerlo en el mediano plazo. Mantienen la comunidad de intereses con el Grupo, se esfuerzan por demostrarle fidelidad, pero cuando Magnetto los deja solos, se devoran entre ellos. Este marco general ayuda a entender por qué en el radicalismo Cobos se pelea con Alfonsín y éste con Sanz y todos juntos con la sociedad.
El socialismo, partido también centenario y disciplinado como pocos (hasta que se rompe), cruje como en sus peores momentos y el gobernador Binner despotrica contra el senador Giustiniani y éste se rebela contra Binner y parte de la nomenclatura socialista.
El GEN de Margarita Stolbizer clama en un desierto de ideas, desesperado porque pasa el tiempo y no logra que se enganchen los vagones que debieran hacerlo.
La agrupación de Carrió prefirió aislarse en su propio desorden antes que lidiar con los desórdenes de los otros. En el grupo de Solanas pasó algo semejante y terminaron convertidos en una suerte de “ONG ambientalista” antes que en un espacio político que represente íntegramente a una parte de la sociedad. Su defensa oportunista de los temas ambientales es “el contrato moral de Carrió” por otros medios. Eso sí: la ruptura que causaron a la CTA ya fue premiada por Clarín.
Eduardo Duhalde está pagando caro el estropicio causado por distintas hordas facciosas en la toma de terrenos durante diciembre pasado y el zafarrancho violento en la Estación Constitución. Y encima, ahora, el avión con drogas en España. No tenemos pruebas de su vinculación directa con los hechos, pero en la calle quedó la sospecha instalada a partir del augurio preanárquico del propio Duhalde. Y su amistad con Barrionuevo. Deberá demostrar con creces su inocencia, so pena de seguir arrastrando con semejante desconfianza hacia su conducta.
La suerte de Mauricio Macri está sellada por la impericia del propio jefe porteño. Así como el Grupo A, configurado por todas las expresiones partidarias hasta aquí mencionadas, dilapidó la posibilidad de demostrar en el ámbito parlamentario su presunta aptitud y eficacia para gobernar uno de los poderes del Estado durante el 2010, Macri no puede disimular su ineptitud a la hora de brindar una conferencia de prensa y mucho menos a la hora de gestionar. No nos anima siquiera el profundo cuestionamiento ideológico, político y moral a su persona; alcanza y sobra con mensurar su gestión de gobierno como una de las peores que haya conocido la ciudad de Buenos Aires. Es en este terreno donde tendrán que medir fuerzas con el peronismo kirchnerista; en el de las ideas todas las veces que hagan falta, pero mucho más en el campo de la acción de gobierno. Porque desde Magnetto para abajo, los opositores mencionados sufren las consecuencias de la eficiencia demostrada por el equipo gobernante. Les perdonarían la vida si la Presidenta y sus ministros sólo fuesen declarativamente nacionales y populares, pero lo que les resulta odioso e imbatible es enfrentar a un gobierno de ese signo histórico que por sobre todo es eficiente en su gestión a favor de los intereses de la nación y el pueblo.
La Presidenta se encamina en los próximos días rumbo a países con los que Argentina se propone profundizar sus vínculos económicos y al final del mes, recibirá a la flamante presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.
El país se acerca rápidamente a los parámetros sociales alcanzados durante el gobierno de Juan Domingo Perón, tanto en su productividad, en su consumo, en su empleo, como en su inserción a escala mundial, prioritariamente a nivel sudamericano. Que los estudios de viabilidad de las naciones nos ubiquen como el primer país de la región y uno de los 20 mejores del mundo, es más que una prueba elocuente del desarrollo alcanzado en estos últimos años.
Y este avance nacional es lo que desconcierta a una oposición que al elegir ubicarse frontalmente contra el gobierno, se lleva por delante al conjunto del pueblo argentino que celebra cada política de Estado implementada por la Presidenta.
Si no rompen con la dependencia de Magnetto y no aciertan en superar cualitativamente el modelo de desarrollo con inclusión social que gobierna, difícilmente salgan de su laberinto.
O lo harán por arriba, pisándose la cabeza.
El aislamiento patético de Elisa Carrió y las obscenas vacaciones de Julio Cobos usufructuando el cargo que traicionó una y mil veces, quizá sólo sean una metáfora de la suerte final que les espera a los opositores.
Perón decía que su gobierno no fue tan bueno sino que los que le sucedieron después, fueron demasiados malos.
Hoy Cristina podría decir lo mismo, pero de los gobiernos que antecedieron a Néstor Kirchner, reivindicados por opositores, como Sanz, cuando reclaman reprimir el conflicto social.
Como si los muertos de diciembre de 2001 durante el gobierno radical no durmieran su pesadilla en la almohada del senador.
Publicado en Miradas al Sur, domingo 9 de enero de 2011
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