El paro de las patronales rurales que comenzará mañana, es el verdadero inicio de la campaña electoral de los opositores.
Es imposible entender esta virulencia de la Mesa de enlace desde la lógica de aquellas corporaciones patronales que defienden sus intereses económicos a secas.
La lógica propia de toda disputa por el poder, es la que explica mejor el cuadro de situación.
Son insaciables a la hora de defender los privilegios del viejo país.
Si Hugo Biolcati corre la cancha todo el tiempo es en función de sus planes políticos, no de un afán reivindicativo. El objetivo central ya fue advertido por su colega, Eduardo Buzzi, hace dos años cuando confesó que el propósito estratégico de los ruralistas era desgastar por todos los medios al gobierno de Cristina.
Esta vez la acción confrontativa se manifiesta tempranamente por varias circunstancias:
*Es un año electoral donde se pone en juego la consolidación o el retroceso del modelo de desarrollo con inclusión social vigente desde el 2003.
*Crece la preocupación del poder económico real por la inevitable fractura del arco político opositor.
*No cuenta ese poder real con otra corporación que le de sustento al modelo de país injusto que siempre defendieron, más que con la patronal rural que oficia de gran ordenador de la oposición.
*Han sido descubiertos en sus madrigueras, explotando a los trabajadores rurales como lo hacían en tiempos del Centenario.
La actitud pasiva y complaciente que tuvieron los ruralistas ante la denuncia, es un escándalo moral por donde se lo mire. Pero esa inmoralidad no debiera ocultar que el verdadero trasfondo ideológico de la explotación investigada por el notable trabajo periodístico de Horacio Verbitsky, es la efectiva forma de ejercer el poder que tienen los que ostentan el poder desde hace más de un siglo.
Hay que entender, creemos, que ni los ruralistas ni los dueños de la corporación mediática practican sus dominios desde una catedral suntuosa ni desde un edificio donde se encuentran todas las tardes para delinear la mejor forma de ejercer el derecho de propiedad que los asiste.
Esos domicilios existen. Pero el domicilio real para ellos está allí donde logran disponer a su antojo del hombre y del trabajo humano, manejar su salario de hambre, su lenguaje, su religiosidad, su bandería política, sus gustos y costumbres. Es esa la naturaleza del viejo poder. Por eso se ponen locos cuando los funcionarios de Cristina, en lugar de hacer la vista gorda ante la denuncia, se ponen a la cabeza de la denuncia, van hasta el lugar de los hechos, se involucran en el debate no desde la neutralidad de los cómplices sino desde el lugar de la defensa y la representación de los más débiles de la sociedad. Y enfrentan al más ladino de los poderosos, sea criollo o sea Nidera. O ambos a la vez.
Es lo que hizo precisamente el ministro Carlos Tomada. Fue a la reunión con la Mesa de enlace, mandatado por la Presidenta, a pedir explicaciones y al mismo tiempo concurrió a constatar las denuncias y revertir el cuadro de despojo humano en que habían sumido a los trabajadores esclavizados.
Todo un signo de época. Por eso fue atacado por esa patronal y sus medios de difusión.
¿Usted escuchó a los opositores más renombrados poner el grito en el cielo por esta situación de salvajismo capitalista y denunciar a los causantes de semejante afrenta a la humanidad?
¿Usted leyó en Clarín o La Nación o escuchó a sus parlanchines más famosos de la radio y la TV denunciar este hecho?
¿Sabe por qué no? Porque todos ellos, son parte del mismo entramado del poder que estuvo vigente hasta el 2003. Ese entramado, cual si fuera un compás de escolar, siempre clavó su aguja de apoyo, en la intocable trilogía del poder económico, los grandes medios y los políticos y sindicalistas corruptos y cómplices que le gerencian el poder en tiempos de democracia, así como lo hacían los militares en tiempos de dictadura. Todo lo que abarcaba el círculo trazado le correspondía “naturalmente” a esa trilogía.
Pero el compás de la gobernabilidad y la representación democrática cambió abruptamente en la Argentina y con sus matices, en toda América Latina. Ahora el punto de apoyo son los intereses del pueblo y la nación. Por eso el círculo es tan amplio y generoso que entran todos quienes apuestan por la Argentina, sin otra excepción que la de los genocidas.
Ahora es el Estado el que se ubica del lado de la rebeldía social que lleva al progreso de la historia.
Venimos diciendo desde hace un tiempo largo que estamos protagonizando un cambio copernicano en las relaciones de fuerza en la sociedad.
El viejo poder económico, monopólico, dictatorial, injusto, violador y criminal de lesa humanidad, ya no cuenta con el cobijo del Estado; ha quedado a la intemperie. No quieren que el trabajo sea registrado porque en verdad no quieren que haya Estado que los controle y le ponga límites. Y así como ellos quieren seguir “naturalizando” las injusticias, el Gobierno quiere profundizar el rumbo de un país moderno, inclusivo, justo y soberano. Esa es la contradicción a resolver en las próximas elecciones.
Todo lo demás es chamuyo.
“Gobernar es como vivir; hay que hacer algo nuevo todos los días y aportar algo” afirmó Cristina al presentar el Programa “Argentina, con vos siempre”.
Quizá por eso el nombramiento de Juan Abal Medina como Secretario de Comunicación Pública exprese mejor que cualquier conceptualización, que el proyecto nacional y popular sabe conjugar juventud con experiencia, responsabilidad en la gestión con formación y militancia.
Es otro síntoma saludable de esta etapa: el gobierno es un gobierno joven, lleno de jóvenes y así lo demuestran los últimos nombramientos en distintos ministerios del gobierno nacional.
Pero a no confundirse: la “naturalidad” de la inclusión se construye socialmente todos los días. Nada nos vendrá dado graciosamente. Por el contrario, todo nos será quitado al menor descuido.
El desafío empieza por saber que siempre ha sido así en la historia de las luchas por la justicia y la igualdad.
Es imposible entender esta virulencia de la Mesa de enlace desde la lógica de aquellas corporaciones patronales que defienden sus intereses económicos a secas.
La lógica propia de toda disputa por el poder, es la que explica mejor el cuadro de situación.
Son insaciables a la hora de defender los privilegios del viejo país.
Si Hugo Biolcati corre la cancha todo el tiempo es en función de sus planes políticos, no de un afán reivindicativo. El objetivo central ya fue advertido por su colega, Eduardo Buzzi, hace dos años cuando confesó que el propósito estratégico de los ruralistas era desgastar por todos los medios al gobierno de Cristina.
Esta vez la acción confrontativa se manifiesta tempranamente por varias circunstancias:
*Es un año electoral donde se pone en juego la consolidación o el retroceso del modelo de desarrollo con inclusión social vigente desde el 2003.
*Crece la preocupación del poder económico real por la inevitable fractura del arco político opositor.
*No cuenta ese poder real con otra corporación que le de sustento al modelo de país injusto que siempre defendieron, más que con la patronal rural que oficia de gran ordenador de la oposición.
*Han sido descubiertos en sus madrigueras, explotando a los trabajadores rurales como lo hacían en tiempos del Centenario.
La actitud pasiva y complaciente que tuvieron los ruralistas ante la denuncia, es un escándalo moral por donde se lo mire. Pero esa inmoralidad no debiera ocultar que el verdadero trasfondo ideológico de la explotación investigada por el notable trabajo periodístico de Horacio Verbitsky, es la efectiva forma de ejercer el poder que tienen los que ostentan el poder desde hace más de un siglo.
Hay que entender, creemos, que ni los ruralistas ni los dueños de la corporación mediática practican sus dominios desde una catedral suntuosa ni desde un edificio donde se encuentran todas las tardes para delinear la mejor forma de ejercer el derecho de propiedad que los asiste.
Esos domicilios existen. Pero el domicilio real para ellos está allí donde logran disponer a su antojo del hombre y del trabajo humano, manejar su salario de hambre, su lenguaje, su religiosidad, su bandería política, sus gustos y costumbres. Es esa la naturaleza del viejo poder. Por eso se ponen locos cuando los funcionarios de Cristina, en lugar de hacer la vista gorda ante la denuncia, se ponen a la cabeza de la denuncia, van hasta el lugar de los hechos, se involucran en el debate no desde la neutralidad de los cómplices sino desde el lugar de la defensa y la representación de los más débiles de la sociedad. Y enfrentan al más ladino de los poderosos, sea criollo o sea Nidera. O ambos a la vez.
Es lo que hizo precisamente el ministro Carlos Tomada. Fue a la reunión con la Mesa de enlace, mandatado por la Presidenta, a pedir explicaciones y al mismo tiempo concurrió a constatar las denuncias y revertir el cuadro de despojo humano en que habían sumido a los trabajadores esclavizados.
Todo un signo de época. Por eso fue atacado por esa patronal y sus medios de difusión.
¿Usted escuchó a los opositores más renombrados poner el grito en el cielo por esta situación de salvajismo capitalista y denunciar a los causantes de semejante afrenta a la humanidad?
¿Usted leyó en Clarín o La Nación o escuchó a sus parlanchines más famosos de la radio y la TV denunciar este hecho?
¿Sabe por qué no? Porque todos ellos, son parte del mismo entramado del poder que estuvo vigente hasta el 2003. Ese entramado, cual si fuera un compás de escolar, siempre clavó su aguja de apoyo, en la intocable trilogía del poder económico, los grandes medios y los políticos y sindicalistas corruptos y cómplices que le gerencian el poder en tiempos de democracia, así como lo hacían los militares en tiempos de dictadura. Todo lo que abarcaba el círculo trazado le correspondía “naturalmente” a esa trilogía.
Pero el compás de la gobernabilidad y la representación democrática cambió abruptamente en la Argentina y con sus matices, en toda América Latina. Ahora el punto de apoyo son los intereses del pueblo y la nación. Por eso el círculo es tan amplio y generoso que entran todos quienes apuestan por la Argentina, sin otra excepción que la de los genocidas.
Ahora es el Estado el que se ubica del lado de la rebeldía social que lleva al progreso de la historia.
Venimos diciendo desde hace un tiempo largo que estamos protagonizando un cambio copernicano en las relaciones de fuerza en la sociedad.
El viejo poder económico, monopólico, dictatorial, injusto, violador y criminal de lesa humanidad, ya no cuenta con el cobijo del Estado; ha quedado a la intemperie. No quieren que el trabajo sea registrado porque en verdad no quieren que haya Estado que los controle y le ponga límites. Y así como ellos quieren seguir “naturalizando” las injusticias, el Gobierno quiere profundizar el rumbo de un país moderno, inclusivo, justo y soberano. Esa es la contradicción a resolver en las próximas elecciones.
Todo lo demás es chamuyo.
“Gobernar es como vivir; hay que hacer algo nuevo todos los días y aportar algo” afirmó Cristina al presentar el Programa “Argentina, con vos siempre”.
Quizá por eso el nombramiento de Juan Abal Medina como Secretario de Comunicación Pública exprese mejor que cualquier conceptualización, que el proyecto nacional y popular sabe conjugar juventud con experiencia, responsabilidad en la gestión con formación y militancia.
Es otro síntoma saludable de esta etapa: el gobierno es un gobierno joven, lleno de jóvenes y así lo demuestran los últimos nombramientos en distintos ministerios del gobierno nacional.
Pero a no confundirse: la “naturalidad” de la inclusión se construye socialmente todos los días. Nada nos vendrá dado graciosamente. Por el contrario, todo nos será quitado al menor descuido.
El desafío empieza por saber que siempre ha sido así en la historia de las luchas por la justicia y la igualdad.
Publicado en Miradas al sur, domingo 16 de enero de 2011
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