Dilma Rousseff ya está entre nosotros.
¡Bienvenida Presidenta a este país hermano del Brasil, tan mágico y tan digno como el suyo!
Si el poder político y económico fue masculino durante 200 años en esta región del mundo, la democracia del nuevo siglo tiene perfume de mujer.
Pero que nadie se confunda y que se cuiden los machistas de ese poder, porque no es sólo el perfume; es el temple de mujer, la intuición de mujer, el coraje y la constancia de mujer.
Podríamos afirmar, sin ruborizarnos, que este abrazo de Dilma y Cristina, es el símbolo mayor del cambio de paradigma en América Latina.
¿Por qué?
Porque por primera vez dos mujeres que se reconocen en la militancia de centro izquierda, nacional, popular y democrática, progresista, moderna, comprometida con sus pueblos, lideran y gobiernan los dos países gigantes, en extensión geográfica, en riquezas naturales y en los niveles de impacto político y económico sobre el resto de la América del Sur.
Porque ambas definieron como prioridad estratégica de sus respectivos gobiernos la unidad integradora entre Brasil y Argentina.
Y se proponen cambiar no sólo los muebles de la casa, sino la casa misma.
¿Qué otra cosa significa que el primer viaje oficial de Dilma sea a la Argentina?
¿Qué dirán ahora Clarín y sus lenguaraces?
¿Se quejarán en sus editoriales porque Dilma no fue primero a rendirle pleitesía a Washington?
Porque ambas se proponen escalar un nuevo paso en esta unidad, ya no intercambiando productos y políticas aduaneras, sino timoneando juntas las barcas que utilizarán nuestros pueblos para salir a los mares construyendo un nuevo mundo, democrático, multilateral, pacífico, respetuoso de todas las culturas y todas las religiones y todas las mujeres y hombres que habitan el planeta tierra.
Porque ambas se reconocen en las luchas por la justicia social y la inclusión desde la perspectiva del respeto irrestricto a los derechos humanos, unidas en la búsqueda incansable de memoria, verdad y justicia.
Podríamos continuar con un listado mayor que fundamente el cambio de paradigma que estamos viviendo en la región, pero alcanza con decir que ambas Presidentas son la continuidad y la profundización de los dos hombres que cambiaron la historia del continente en los últimos años:
El Presidente Lula Da Silva y el Presidente Néstor Kirchner.
Esa realidad también es novedosa, en tanto le da sustentabilidad histórica al proyecto enmarcado en el MERCOSUR y la UNASUR.
¡Bienvenida nuevamente Presidenta Dilma!
¡Es tan lindo este orgullo de ver que una Pingüina platense y una Garota de Belo Horizonte, se abrazan desde el pie de la Patria Grande!
¡Bienvenida Presidenta a este país hermano del Brasil, tan mágico y tan digno como el suyo!
Si el poder político y económico fue masculino durante 200 años en esta región del mundo, la democracia del nuevo siglo tiene perfume de mujer.
Pero que nadie se confunda y que se cuiden los machistas de ese poder, porque no es sólo el perfume; es el temple de mujer, la intuición de mujer, el coraje y la constancia de mujer.
Podríamos afirmar, sin ruborizarnos, que este abrazo de Dilma y Cristina, es el símbolo mayor del cambio de paradigma en América Latina.
¿Por qué?
Porque por primera vez dos mujeres que se reconocen en la militancia de centro izquierda, nacional, popular y democrática, progresista, moderna, comprometida con sus pueblos, lideran y gobiernan los dos países gigantes, en extensión geográfica, en riquezas naturales y en los niveles de impacto político y económico sobre el resto de la América del Sur.
Porque ambas definieron como prioridad estratégica de sus respectivos gobiernos la unidad integradora entre Brasil y Argentina.
Y se proponen cambiar no sólo los muebles de la casa, sino la casa misma.
¿Qué otra cosa significa que el primer viaje oficial de Dilma sea a la Argentina?
¿Qué dirán ahora Clarín y sus lenguaraces?
¿Se quejarán en sus editoriales porque Dilma no fue primero a rendirle pleitesía a Washington?
Porque ambas se proponen escalar un nuevo paso en esta unidad, ya no intercambiando productos y políticas aduaneras, sino timoneando juntas las barcas que utilizarán nuestros pueblos para salir a los mares construyendo un nuevo mundo, democrático, multilateral, pacífico, respetuoso de todas las culturas y todas las religiones y todas las mujeres y hombres que habitan el planeta tierra.
Porque ambas se reconocen en las luchas por la justicia social y la inclusión desde la perspectiva del respeto irrestricto a los derechos humanos, unidas en la búsqueda incansable de memoria, verdad y justicia.
Podríamos continuar con un listado mayor que fundamente el cambio de paradigma que estamos viviendo en la región, pero alcanza con decir que ambas Presidentas son la continuidad y la profundización de los dos hombres que cambiaron la historia del continente en los últimos años:
El Presidente Lula Da Silva y el Presidente Néstor Kirchner.
Esa realidad también es novedosa, en tanto le da sustentabilidad histórica al proyecto enmarcado en el MERCOSUR y la UNASUR.
¡Bienvenida nuevamente Presidenta Dilma!
¡Es tan lindo este orgullo de ver que una Pingüina platense y una Garota de Belo Horizonte, se abrazan desde el pie de la Patria Grande!
El Argentino, 31 de enero de 2011
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