lunes, 26 de enero de 2009

LO NUEVO YA NACIO; AHORA HAY QUE HACERLO CRECER

Publicado en Miradas al Sur del 25 de enero de 2009

Todo cambio de época arrastra consigo su propia negación. Allí donde la historia decide posar sus manos para moldear las nuevas vasijas y herramientas que demanda el porvenir, se escuchará irremediablemente un aullido de voces que claman por volver al pasado.
Ocurrió siempre que los pueblos decidieron tomar el destino entre sus manos. Así en Bolivia como en Argentina, en Venezuela como en Ecuador. Así en toda América Latina.
Vale un solo pincelazo para demostrar el concepto.
Mientras la presidenta Cristina Fernández entrelazaba sus manos con Fidel Castro, enviando un mensaje de unidad continental y de esperanza universal al presidente Obama, desde un almuerzo televisivo local se ofendía al gobierno de la democracia, al pueblo que lo votó y a la memoria colectiva de los argentinos.
Así es la lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre el cambio y el retraso. Entre el buen gusto y los malos modales.
Está claro que es este el gobierno democrático más tolerante y manso del que tengamos registro histórico. Se niega a volar bajo como sus adversarios, a reptar, a devolver insultos y agravios. Y está bien que sea así, aunque estemos profundamente indignados por lo que dijeron Carrió, De Angelis y Gerardo Morales. Sólo quienes tienen tantos muertos queridos mirando a través de sus ojos, pueden comprender y valorar todo lo que hicieron el gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández por la memoria y la verdad. Y por cultivar la paciencia, esa herramienta milenaria que tienen los que aman en serio la vida, la paz y la justicia. Los otros, los que están llenos de odios y frustraciones, vienen de otra historia; la que dejamos atrás, aunque sigan aullándole a la luna.
Es tanta la mediocridad de los opositores, que les impide que sean, al menos, buena gente.
Pese a ellos, lo nuevo ya nació. Las páginas de la historia que se escriban de aquí en más, deberán dar cuenta que en el amanecer de este 2009, entramos de lleno en una nueva etapa signada por el rescate de la política como herramienta colectiva para cambiar la vida de nuestro pueblo, el fortalecimiento del Estado en el centro de la escena política y económica, la defensa del trabajo como articulador social y la construcción de la unidad definitiva de América Latina y el Caribe.
Volvimos a Cuba y Cuba volvió a nosotros. Un afroamericano preside los EE.UU. y cierra la cárcel de Guantánamo, diciendo que ninguna seguridad justifica la tortura y que el mundo ha cambiado y nadie lo debería ignorar.
Es una Argentina nueva, adentro de un mundo nuevo.
Fructifican así las metas que se propuso Néstor Kirchner en su asunción presidencial el 25 de Mayo de 2003, diciendo que por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral y que el cambio es el nombre del futuro. Se trata de hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres, sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo, hacer que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona. Por eso, continuó, debemos estar abiertos al mundo pero través del MERCOSUR. El consumo interno estará en el centro de nuestra estrategia de expansión y el Estado se incorporará urgentemente como sujeto económico activo, volviendo a planificar y ejecutar obra pública para desmentir con hechos el discurso único del neoliberalismo que las estigmatizó, afirmaba entonces Kirchner. En una verdadera política de anticipación dijo aquel día, que no estábamos inventando nada nuevo porque los Estados Unidos, de esa manera, en la década del treinta superaron la crisis económica financiera más profunda del siglo XX. Defendió el concepto de la multilateralidad y que por tanto, dijo, no debían esperarse alineamientos automáticos porque nuestra prioridad en política exterior será el MERCOSUR y la integración latinoamericana. Era anunciar el “No al ALCA” que vendría después. Pensamos el mundo en argentino, desde un modelo propio, afirmó. Ese día se despidió recordando, a propios y extraños, que él formaba parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias y que creía en valores y convicciones que no pensaba dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada, a la que llegaba sin rencores pero con memoria.
Admitamos, sin pasiones, sólo con honestidad, que el mandato presidencial de Néstor Kirchner cumplió con creces la senda trazada aquel día de su asunción.
Y vino luego Cristina anunciando en su propia asunción del 10 de diciembre de 2007 que siempre va a faltar la victoria definitiva mientras haya un pobre en la Argentina. Y que ella no venía a ser Presidenta de la República para convertirse en gendarme de la rentabilidad de los empresarios. “¡Que se olviden!”, enfatizó.
Estaba anunciando los cambios estructurales que se correspondían con la etapa histórica que inauguraba con su mandato y muchos no la entendieron. Rescatando la obra del gobierno que inició este proyecto político, agregó que esperaba profundizar el rol del Congreso donde se debata sin adjetivaciones, sin agravios, con propuestas alternativas y viables, con memoria histórica de dónde viene cada uno, qué hizo cada uno y qué representó cada uno, que es lo que da legitimidad para poder plantear una propuesta. Reafirmó la necesidad imperiosa de la reconstrucción del multilateralismo y recordó que somos parte de una generación que creyó en ideales y en convicciones y que ni aún ante el fracaso y la muerte perdimos las ilusiones y las fuerzas para cambiar el mundo, las mismas fuerzas que tuvieron Evita, las Madres y las Abuelas y nuestros próceres, Mariano Moreno, San Martín y Belgrano, dijo Cristina.
Analizar la realidad, planificar su transformación y ejecutar consecuentemente las medidas que alumbren el cambio, son la expresión elocuente de una estrategia de poder en defensa y promoción de los intereses nacionales y populares. Sin estridencias ni consignismos estériles. Es el cambio que soñó una generación que ya no está. En su memoria, no habrá regreso al pasado. Con viento a favor o viento en contra, lo que se dijo se cumplió. Vale entonces aquello que aprendimos hace mucho tiempo, de mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar.
Será la sociedad la cuna de lo nuevo que nació, para que crezca fuerte y viva para siempre. Al fin y al cabo, un gobierno sólo hace lo que el pueblo decide en cada etapa de su historia.
No lo olvidemos nunca.

1 comentario:

Ester Lina dijo...

Es excelente esro que dice Ud. La verdad es que me llena de confianza en lo que somos capaces de hacer los argentinos. Sin embargo hay mucha gente que no entiende los valores que Ud detalla, y se queda mirando a los países desarrollados con envidia de ser lo que podríamos llegar a ser, si ponemos trabajo constante.
Por lejos, me parece que los gobiernos de NK y de CF han concretado las mejores políticas. Y las realizaciones, siempre las hicieron en un marco de respeto por los demás, por todos, hasta por los que hacen oposición sucia, con riesgos para la democracia.
Me gustó MUCHO lo que Ud escribe!!!
Lo saludo