La política exterior no admite exclusiones (Publicado en BAE el 21 de enero de 2009)
Estamos conmovidos. Millones de personas reunidas en Washington coreando el nombre de Obama nos estremece y es inevitable el recuerdo de Martin Luther King, Malcom X o la negra Rose negándose a dar su asiento a un hombre blanco en el bus que la traía del trabajo, encendiendo así la chispa de la mayor rebelión libertaria del siglo XX en aquel país, otrora tan racista como imperialista.
África y todos los negros del mundo, seguramente derramaron alguna lágrima viendo a Barack Husseim Obama asumir como el primer presidente afro americano de los EE. UU.
Cómo no estar feliz. Aunque nos dure un día.
Una felicidad que tiene dos rostros: se va un genocida como Bush y llega una esperanza que habla de cosas parecidas a las que hablamos nosotros, del regreso del Estado para favorecer a los pueblos antes que a los poderosos y que “los cínicos no entienden que los suelos se les han movido”.
Este Obama es el que dice en su primer discurso presidencial que “el principal problema que tenemos es la falta de confianza en nuestra Nación”
En nuestro país, dos conocidos consultores, expertos en política internacional y ubicados en las antípodas del pensamiento gubernamental, acaban de afirmar a través de los diarios Clarín y La Nación, la inconveniencia y ausencia de estrategia del gobierno argentino expresada en el viaje de nuestra Presidente a Cuba en coincidencia con la asunción del presidente de los EE.UU, Barack Obama.
¿Ellos tampoco confían en nuestra Nación?.
Deberían entender que tener estrategia es, precisamente, no ponerse de rodillas.
Uno fue y sigue siendo una clara referencia para el espacio menemista y cavallista y el otro, un experto, ex diplomático, de la cofradía delarruista.
Hablamos, con todo respeto, claro está, de Rosendo Fraga y de Carlos Perez Llana.
¿Hubiesen preferido que Cristina permaneciera en la residencia de Olivos mirando la asunción por las pantallas de la TV? ¿O que nuestro Canciller reeditara la expresión de “relaciones carnales” de los gobiernos de Menem y De la Rúa con que ellos se identificaron? ¿O que la Presidenta dijera a Cuba y Venezuela que suspendía su viaje para no ofender al nuevo mandatario de los EE.UU?
Somos un país soberano y respetuoso de todos los gobiernos del mundo.
Desde este piso, el gobierno escribe y ejecuta su política internacional.
Claro, una falacia, como la que ellos afirmaron, no aparece como tal sino a través de envases presuntamente neutrales y “objetivos”.
Vamos a seguir desmontando estas falsas verdades del conservadorismo y la derecha que pretenden demostrar que la ley de gravedad es aquella que eleva a los objetos siempre para arriba.
El lector debe recordar que a la asunción de los presidentes norteamericanos, a diferencia de lo que ocurre en América Latina, no son invitados los presidentes de otras naciones sino que éstas son representadas por sus embajadores. El nuestro, Héctor Timerman, fue invitado a asistir, reservándose para él un lugar destacado para los representantes de países que son privilegiados por la nueva administración.
En la cena previa a la asunción de Obama, y como homenaje a su Vicepresidente, Joe Biden, Timmerman les deseó la mejor de las suertes para el presidente y su pueblo, en nombre del pueblo argentino y en representación de un país democrático llamado Argentina.
Por tanto, nuestro país estuvo legal, legítima y diplomáticamente representada por la máxima expresión institucional que corresponde para la ocasión.
La estrategia de buena vecindad con los EE.UU no es en nada incompatible con la estrategia argentina de fortalecer los lazos de unidad y desarrollo con América Latina y el Caribe, la región natural y política con la que venimos labrando la historia desde hace ya dos siglos.
La diversidad de convenios firmados por la presidenta argentina con su par cubano, Raúl Castro, a su vez, muestra a las claras la estrategia de unidad continental, que no está asentada ni en las buenas oratorias discursivas ni en acuerdos metafóricos. Son convenios que van a la médula del desarrollo de ambos países de manera conjunta, especialmente en cuestiones de alimentos, energía, ciencia y tecnología. En el mismo tono de los que se vienen subscribiendo con otros gobiernos desde la asunción de Cristina Fernández de Kirchner.
Desde esta estrategia de unidad y soberanía latinoamericana es que se saluda al presidente Obama. No se lo hace desde el aislacionismo estéril ni mucho menos desde la posición tan propia de los intelectuales y políticos colonizados.
Cuando Aretha Franklin regaló su dulce voz en la ceremonia oficial, muchos seguramente recordamos aquella otra canción suya, “Rezo una pequeña plegaria”. Fue un himno en los años en que los golpes militares en el sur de América eran planificados desde la nación del norte, en que los negros eran apaleados en Sudáfrica y en EE. UU, en que aquí se peleaba por las libertades conculcadas y por la vuelta de Perón a la Argentina. Todo eso cambió. Todos cambiamos. Somos una nación democrática y soberana. Por eso nuestra Presidenta construye la unidad de América Latina y, coincidiendo con Obama, opta por la esperanza sobre el miedo.
Quienes lamentablemente se quedaron fijos en el tiempo, no podrán entenderlo jamás
Estamos conmovidos. Millones de personas reunidas en Washington coreando el nombre de Obama nos estremece y es inevitable el recuerdo de Martin Luther King, Malcom X o la negra Rose negándose a dar su asiento a un hombre blanco en el bus que la traía del trabajo, encendiendo así la chispa de la mayor rebelión libertaria del siglo XX en aquel país, otrora tan racista como imperialista.
África y todos los negros del mundo, seguramente derramaron alguna lágrima viendo a Barack Husseim Obama asumir como el primer presidente afro americano de los EE. UU.
Cómo no estar feliz. Aunque nos dure un día.
Una felicidad que tiene dos rostros: se va un genocida como Bush y llega una esperanza que habla de cosas parecidas a las que hablamos nosotros, del regreso del Estado para favorecer a los pueblos antes que a los poderosos y que “los cínicos no entienden que los suelos se les han movido”.
Este Obama es el que dice en su primer discurso presidencial que “el principal problema que tenemos es la falta de confianza en nuestra Nación”
En nuestro país, dos conocidos consultores, expertos en política internacional y ubicados en las antípodas del pensamiento gubernamental, acaban de afirmar a través de los diarios Clarín y La Nación, la inconveniencia y ausencia de estrategia del gobierno argentino expresada en el viaje de nuestra Presidente a Cuba en coincidencia con la asunción del presidente de los EE.UU, Barack Obama.
¿Ellos tampoco confían en nuestra Nación?.
Deberían entender que tener estrategia es, precisamente, no ponerse de rodillas.
Uno fue y sigue siendo una clara referencia para el espacio menemista y cavallista y el otro, un experto, ex diplomático, de la cofradía delarruista.
Hablamos, con todo respeto, claro está, de Rosendo Fraga y de Carlos Perez Llana.
¿Hubiesen preferido que Cristina permaneciera en la residencia de Olivos mirando la asunción por las pantallas de la TV? ¿O que nuestro Canciller reeditara la expresión de “relaciones carnales” de los gobiernos de Menem y De la Rúa con que ellos se identificaron? ¿O que la Presidenta dijera a Cuba y Venezuela que suspendía su viaje para no ofender al nuevo mandatario de los EE.UU?
Somos un país soberano y respetuoso de todos los gobiernos del mundo.
Desde este piso, el gobierno escribe y ejecuta su política internacional.
Claro, una falacia, como la que ellos afirmaron, no aparece como tal sino a través de envases presuntamente neutrales y “objetivos”.
Vamos a seguir desmontando estas falsas verdades del conservadorismo y la derecha que pretenden demostrar que la ley de gravedad es aquella que eleva a los objetos siempre para arriba.
El lector debe recordar que a la asunción de los presidentes norteamericanos, a diferencia de lo que ocurre en América Latina, no son invitados los presidentes de otras naciones sino que éstas son representadas por sus embajadores. El nuestro, Héctor Timerman, fue invitado a asistir, reservándose para él un lugar destacado para los representantes de países que son privilegiados por la nueva administración.
En la cena previa a la asunción de Obama, y como homenaje a su Vicepresidente, Joe Biden, Timmerman les deseó la mejor de las suertes para el presidente y su pueblo, en nombre del pueblo argentino y en representación de un país democrático llamado Argentina.
Por tanto, nuestro país estuvo legal, legítima y diplomáticamente representada por la máxima expresión institucional que corresponde para la ocasión.
La estrategia de buena vecindad con los EE.UU no es en nada incompatible con la estrategia argentina de fortalecer los lazos de unidad y desarrollo con América Latina y el Caribe, la región natural y política con la que venimos labrando la historia desde hace ya dos siglos.
La diversidad de convenios firmados por la presidenta argentina con su par cubano, Raúl Castro, a su vez, muestra a las claras la estrategia de unidad continental, que no está asentada ni en las buenas oratorias discursivas ni en acuerdos metafóricos. Son convenios que van a la médula del desarrollo de ambos países de manera conjunta, especialmente en cuestiones de alimentos, energía, ciencia y tecnología. En el mismo tono de los que se vienen subscribiendo con otros gobiernos desde la asunción de Cristina Fernández de Kirchner.
Desde esta estrategia de unidad y soberanía latinoamericana es que se saluda al presidente Obama. No se lo hace desde el aislacionismo estéril ni mucho menos desde la posición tan propia de los intelectuales y políticos colonizados.
Cuando Aretha Franklin regaló su dulce voz en la ceremonia oficial, muchos seguramente recordamos aquella otra canción suya, “Rezo una pequeña plegaria”. Fue un himno en los años en que los golpes militares en el sur de América eran planificados desde la nación del norte, en que los negros eran apaleados en Sudáfrica y en EE. UU, en que aquí se peleaba por las libertades conculcadas y por la vuelta de Perón a la Argentina. Todo eso cambió. Todos cambiamos. Somos una nación democrática y soberana. Por eso nuestra Presidenta construye la unidad de América Latina y, coincidiendo con Obama, opta por la esperanza sobre el miedo.
Quienes lamentablemente se quedaron fijos en el tiempo, no podrán entenderlo jamás
1 comentario:
Semilla, cada dìa más ciertas y bellas tus palabras. Gracias por deleitarnos y enriquecer tan sabiamente el alma y este proceso histórico que estamos viviendo en latinoamérica. Se lo quiere muchísimo. La China
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