En Washington, la Presidenta argentina y el Presidente Lula, blandieron el pensamiento autónomo latinoamericano ante los poderosos del mundo reunidos en el llamado G-20. Más Estado, más consumo, empleo, producción y multilateralismo, dijeron a coro.
En Chile, Néstor Kirchner acomodó como pudo su larga humanidad en la modesta silla del estrado, miró a los presentes y parecía que no estaba allí sino pensando lejos, quién sabe dónde, tomó aire y al galope de sus palabras en el Foro del Progresismo, interpeló: “Los militantes progresistas, nacionales y populares, debemos decidirnos de una vez por todas entre optar ser políticamente correctos, aceptando las reglas de juego que nos impuso el poder y el neoliberalismo, o nos animamos a cambiar para siempre nuestro destino como pueblo construyendo una región más democrática, más justa, soberana y solidaria”. Algunos aplaudieron entusiastamente y otros, convocaron sus antiguas rebeldías colgadas en el placard.
En nuestro país, el centro derecha es un turco en la neblina; ata un nudo y se le desatan otros. Carrió, Patricia Bullrich y Gerardo Morales inauguran a destiempo la segunda fase de la Alianza que escapó en helicóptero y alborota a eventuales socios. Felipe Solá amaga irse y queda desolado. Mauricio Macri es “Carlitos bombero”, apagando incendios en hospitales y escuelas. El diario mitrista degrada en un pasquín de albañal y a falta de creatividad, parafrasea en clave de brulote “no ahorrar la honra de los gauchos”.
Es la hora de los pueblos, por eso pretenden contagiarnos el espanto de una época que expira. Debemos evitar que las máscaras y los maquillajes no le ganen al cambio profundo que nos debemos. Será la juventud la que escriba el relato de los tiempos por venir.
Mañana es el Día del Militante y el jueves 20 el de la Soberanía Nacional. Ayer tendimos las cadenas contra el colonialismo en La Vuelta de Obligado y hoy recuperamos para nuestros jubilados la alcancía solidaria que los mercaderes nos saquearon en la noche menemista.
Para profundizar este modelo en marcha, es preciso esa mística y ese compromiso. Porque esta vez se juntó el “se debe” con el “se puede” y eso ocurre muy de vez en cuando en la historia, cuando los gobernantes se parecen a sus pueblos y no claudican jamás.
En eso habrá estado pensando Kirchner, el militante, sabiendo que hablaba desde la tierra de quien fue un gran amigo del Tío Cámpora, el Presidente Salvador Allende.
En Chile, Néstor Kirchner acomodó como pudo su larga humanidad en la modesta silla del estrado, miró a los presentes y parecía que no estaba allí sino pensando lejos, quién sabe dónde, tomó aire y al galope de sus palabras en el Foro del Progresismo, interpeló: “Los militantes progresistas, nacionales y populares, debemos decidirnos de una vez por todas entre optar ser políticamente correctos, aceptando las reglas de juego que nos impuso el poder y el neoliberalismo, o nos animamos a cambiar para siempre nuestro destino como pueblo construyendo una región más democrática, más justa, soberana y solidaria”. Algunos aplaudieron entusiastamente y otros, convocaron sus antiguas rebeldías colgadas en el placard.
En nuestro país, el centro derecha es un turco en la neblina; ata un nudo y se le desatan otros. Carrió, Patricia Bullrich y Gerardo Morales inauguran a destiempo la segunda fase de la Alianza que escapó en helicóptero y alborota a eventuales socios. Felipe Solá amaga irse y queda desolado. Mauricio Macri es “Carlitos bombero”, apagando incendios en hospitales y escuelas. El diario mitrista degrada en un pasquín de albañal y a falta de creatividad, parafrasea en clave de brulote “no ahorrar la honra de los gauchos”.
Es la hora de los pueblos, por eso pretenden contagiarnos el espanto de una época que expira. Debemos evitar que las máscaras y los maquillajes no le ganen al cambio profundo que nos debemos. Será la juventud la que escriba el relato de los tiempos por venir.
Mañana es el Día del Militante y el jueves 20 el de la Soberanía Nacional. Ayer tendimos las cadenas contra el colonialismo en La Vuelta de Obligado y hoy recuperamos para nuestros jubilados la alcancía solidaria que los mercaderes nos saquearon en la noche menemista.
Para profundizar este modelo en marcha, es preciso esa mística y ese compromiso. Porque esta vez se juntó el “se debe” con el “se puede” y eso ocurre muy de vez en cuando en la historia, cuando los gobernantes se parecen a sus pueblos y no claudican jamás.
En eso habrá estado pensando Kirchner, el militante, sabiendo que hablaba desde la tierra de quien fue un gran amigo del Tío Cámpora, el Presidente Salvador Allende.
(Publicado en Miradas al SUR el 16/11/08)
1 comentario:
Qué mejor que despertar, desayunar un poco de realidad -y por qué no unos amargos-, bendecir los bonitos días peronistas y salir corriendo al kiosko de diarios, para oir -una vez más- la palabra de la coherencia, el ejemplo y el porvenir; las notas del "Semilla" Giles.
Feliz día, compañerazo! Se lo quiere mucho mucho, y mucho más que mucho.
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