VOLVIÓ KEYNES, VOLVIÓ PERÓN
La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner pareció mirar a los ojos de cada uno de los presentes cuando anunció el rosario de medidas que profundizan el modelo social y económico en marcha desde el 2003. El aplauso cerrado tras sus palabras parecía bajar desde la Quiaca hasta Tierra del Fuego, desde los empresarios industriales hasta los trabajadores que seguían, por los medios, el discurso presidencial. Advertíamos, una vez más, que la Carta de navegación sigue apuntando su brújula en el trabajo y el desarrollo productivo. Acá no hay despidos, hay más trabajo; no hay fuga, hay repatriación de capitales; no hay persianas de empresas que se bajan, hay mayor promoción de trabajo registrado. En definitiva, es una concepción de la vida la que se está instrumentando.En la previa a los anuncios, los francotiradores mediáticos de la derecha política y económica del país, disparaban con munición gruesa contra el Gobierno, instando a la rendición de cualquier asomo de optimismo en nuestro presente y futuro como Nación. No aprenden más. Cae nieve en Nueva York y ellos insisten en salir abrigados a las calles de una Buenos Aires que se calcina al sol. Operan mensajes desalentadores todo el tiempo contra la población y evangelizan con el enfriamiento de la economía porque es lo único que aprendieron en los años de neoliberalismo. Si se les hiciera caso, el país entero sería una “puerta 12” para nuestro porvenir. Pero esta vez la taba se dio vuelta a favor del desarrollo, del trabajo, de la producción, de la inclusión. La decisión de crear el Ministerio de la Producción es un nuevo paso en el giro copernicano que imprime el gobierno en cumplimiento del mandato popular votado por la mayoría de la sociedad. Es una forma de expresar con toda elocuencia que la época de los ajustes, de las rebajas salariales, de los despidos, de los impuestazos, del congelamiento de la producción, ya son parte de la prehistoria menemista y aliancista. Se trata de construir una herramienta jerarquizada para que propios y extraños tengan un interlocutor privilegiado a la hora de convenir inversiones productivas que sirvan a nuestro desarrollo. Lejos de desmantelar el Estado, este Gobierno sigue apostando por más Estado.Este conjunto armónico de medidas, más las obras públicas que se implementarán a lo largo y ancho del país, por valores inéditos en nuestra historia contemporánea, está en la génesis del modelo gobernante, aunque los escribas del atraso continúen vociferando sus canalladas. Un repaso de medidas y mensajes del ex Presidente Néstor Kirchner desde el año 2003, demuestran a las claras que venimos a paso redoblado avanzando en este rumbo, consolidando posiciones con la recuperación estatal de la administración del sistema jubilatorio, el superavit fiscal y comercial, el desendeudamiento externo, el acento en el intercambio con los países hermanos de la región, particularmente Brasil y México, con China, India y al que ahora se suman los países del continente africano que visitó días atrás la Presidenta. Cuando en el hemisferio norte tiemblan de espanto por la feroz crisis sistémica que los acosa y recurren al tan maldecido Estado para salvarlos del naufragio final, nuestro Gobierno, que reivindicó el rol regulador del Estado desde el primer día de gestión, interviene decididamente, no para plantar medidas fiscalistas, que se corresponden precisamente con la etapa anterior a la crisis, sino para apostar hacia adelante pensando en el consumo, en el mercado interno y en el empleo. Si hasta la reciente cumbre del G-20 se vio obligada a declarar que “la regulación es primero, y ante todo, responsabilidad de los reguladores nacionales, que constituyen la primera línea de defensa contra la inestabilidad del mercado”.Néstor Kirchner y la Presidenta podrán decir con toda solvencia y modestia: “Es lo que venimos diciendo hace mas de cinco años”. En la última Sesión anual de la ONU, cuando el derrumbe ya se mostraba inevitable, la Presidenta de los argentinos expresó categóricamente: “…durante la vigencia del Consenso de Washington, nos decían que el mercado todo lo solucionaba, que el Estado no era necesario, que el intervencionismo estatal era nostalgia de grupos que no habían comprendido cómo había evolucionado la economía”Volvió Keynes y Perón, volvió el trabajo como regulador social, volvió Copérnico para que los planetas giren naturalmente alrededor del sol. Tenía que volver el Estado. Y un Gobierno que, como el de Cristina, se parece mucho a su pueblo.
Publicado en BAE y El Argentino del 26 de noviembre de 2008
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