Publicado en Miradas al Sur del 31 de agosto de 2008
Hay dos tipos de institucionalidad democrática: una con el pueblo adentro y otra con el pueblo afuera. Durante mucho tiempo, desde valores liberales, se decía que conceptos como república, institucionalidad, prensa libre, mercado, modelo eran las intocables vacas sagradas de la democracia de baja intensidad en esta región del mundo. “Pueblo no, gente sí” era la consigna de la única institucionalidad aceptada. En este contexto sectores de la derecha y el progresismo coincidían en la valoración de la democracia chilena como un modelo a imitar. ¿Con Pinochet senador vitalicio? ¿Con la rígida estratificación de pobres y ricos que dejó esa dictadura? He aquí una obra maestra del neoliberalismo, abonado con el genocidio del terrorismo de estado. En nuestro país, la república civil corría con la posta entregada por la república militar, azuzando a los legisladores para votar las leyes exigidas por el FMI o por los cuarteleros que exigían impunidad y olvido en horas en que hasta los búhos duermen. Buscaron convencer que había una sola gobernabilidad y había que acatarla, desfilando por la misma pasarela por donde va la gente pulcra, correcta, no conflictiva, no demagógica, no populista, no humana. Hasta que llegó Néstor Kirchner y empezó a jugar con el bastón presidencial mientras gobernaba en serio contra la impunidad de los genocidas, enfrentando el embate imperial que suponía el ALCA, conformando una Corte Suprema independiente, negándose a reprimir a los humildes que cortaban rutas para no caerse del mundo, recuperando la institución presidencial desde los escombros humeantes que le dejó de la Rua, diciéndose hijo y nieto de Madres y Abuelas de la Plaza. Empezaba otra historia. Luego, tras el voto popular, vendría Cristina a constituir un nuevo salto de calidad institucional.El Gobierno construye (con aciertos, errores y lockout) una institucionalidad que se asienta y nutre en el respeto a los derechos humanos, en la inclusión social, en el desarrollo productivo, en el combate a las vergonzantes asimetrías sociales, en la redistribución equitativa de la riqueza. La Argentina profunda acompaña el cambio en marcha mientras la derecha reaccionaria lo enfrenta con otros que les son funcionales por izquierda. La nave sigue su ruta hacia otros puertos. Se llamarán Aerolíneas, jubilaciones dignas, trabajo, educación, salud, medio ambiente, América Latina unida. Pero eso sí: con el pueblo adentro.
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