domingo, 1 de junio de 2014

El Club de Axel Kicillof


Cuando fueron gobierno, los opositores decían que no se podía gobernar ni acordar ni vivir ni comer ni respirar si no estaba presente el FMI para certificarlo. 
Son los socios fundadores del club de la dependencia.
La sonrisa del ministro Axel Kicillof, que pertenece a un club muy distinto, es la mejor respuesta a semejante mediocridad cultural y política.  
Asistimos al final del ciclo neoliberal en este lado oculto del planeta.
La hegemonía, como categoría política, ya no la ejercen los que siempre la ejercieron. Si así fuera, nada de lo hecho en estos años hubiese sido posible.
Kicillof demostró explícitamente que es posible negociar en clave de soberanía e independencia económica. Y es por eso que los cipayos se desbocan de rabia en los días que corren. 
Igual que los fondos buitres, hubiesen preferido que no haya acuerdo y así tenían letra para seguir disparando aquí y afuera contra el gobierno de Cristina.
Pero el kirchnerismo sorprende a propios y extraños, como si estuviera siempre en la víspera de algo nuevo. 
Cuando crees que lo mejor ya pasó, que la década ganada es una cucarda bonita para lucirla orgulloso en cada fiesta patria y que nadie hizo más que este gobierno por los sectores populares, una nueva noticia te despabila y te aclara que el kirchnerismo es sólo el instrumento del país que aún está por venir.
Que nadie se duerma antes que llegue el día.
Estamos pensando y hablando, claro está, alentados por el acuerdo reciente con el Club de París y por la invitación a participar de la próxima cumbre de los países del BRICS.
Siguiendo este razonamiento, el kirchnerismo claramente no es la clausura de un tiempo superado, sino la llave que abre un tiempo que se llama futuro y que tiene la rara magia de habitar en el presente para ayudarnos a vislumbrar las asignaturas pendientes que restan por saldar.
Sumemos aquí la Plaza de Mayo desbordada de pueblo el 25 de Mayo último y las consignas cantadas y la palabra de Cristina resonando en los oídos de los más jóvenes, compartiendo un aprendizaje doloroso de los más veteranos: puede haber pueblo sin revolución, pero jamás habrá revolución sin pueblo.
Así, de este modo tan luminoso como agitado, está dando comienzo una segunda década por ganar; ganando en patria y en soberanía, es decir, ganando en más inclusión social.
Salimos del infierno, diría Néstor Kirchner, pero estamos lejos del paraíso soñado.
La sociedad argentina debería evaluar lo realizado en estos años y el camino propuesto hacia adelante para sostener lo logrado y avanzar en consecuencia.
¿Vamos bien por acá? ¿Es el camino correcto el que traza Cristina? ¿O hay que cambiar de rumbo y liderazgo? Y si así fuera ¿dónde está la alternativa posible para construir? ¿Y dónde están los liderazgos del recambio de gestión que se avecina?
Serían algunas de las preguntas más pertinentes para la ocasión. 
No vamos a repetir lo que seguramente se dirá en estos días sobre las consecuencias económicas y políticas más que positivas de nuestra cercanía al BRICS y de la sagaz y patriótica resolución lograda por el ministro Axel Kicillof y su equipo económico con el Club de París. Pero sí queremos subrayar que ambos logros sólo fueron posibles porque la Argentina cuenta desde que arrancó este proceso político en 2003 con “un proyecto de país, de Nación, un modelo de sociedad” como bien describía la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el 30 de marzo de 2011 inaugurando el ciclo lectivo de la Universidad Nacional de Avellaneda.
No son espasmos de gloria en un desierto de ideas.
No son regalos de los cielos del sur ahora que los cielos del hemisferio norte están  nublados y tormentosos. 
Es que el mundo está cambiando vertiginosamente y la Argentina, que protagoniza activamente ese cambio, eligió ubicarse en el continente futuro del planeta. Y eso fue  posible hacerlo porque hay un proyecto de nación y porque la política que emana desde el estado y el movimiento popular que gobierna, es la política que se corresponde con esta etapa; por eso estos logros que conmueven las viejas y perimidas estructuras del poder, son posibles hoy.
La oposición hizo lo suyo para quedar en las antípodas de esta historia en pleno desarrollo.
Hoy se muestran divididos ante la noticia, pero fueron los opositores, menemistas y delarruistas ayer, massistas y radicales del Faunen hoy, los que provocaron la feroz deuda externa que hoy se sigue saldando con las medidas adoptadas por el gobierno nacional.
Lejos de autocriticarse o al menos llamarse al recato y al pudor, algunos bajan línea del lado de los buitres.
No vayamos muy lejos para comprobarlo. El economista neoliberal José Luis Esper afirmó el pasado 22 de enero de este año a raíz de declaraciones realizadas por el ministro Kicillof sobre la deuda pública: “No tienen nada, es puro humo”.
Y el jefe opositor del radicalismo, Ernesto Sanz, declaró un día después ante el diario Clarín que “la economía sufre la impericia política del gobierno; un ejemplo es Kicillof con el Club de París que generó ciertas expectativas que no llenó”. 
Es deseable que no se ahoguen tragando tanto humo.
El  mundo está cambiando y esa oposición decidió quedarse en el continente pasado del planeta reconfigurado. Por eso piensa con la cabeza del antiguo amo, mira con los ojos del FMI y de los fondos buitres y lee cual si fuera el Antiguo Testamento lo que dicta Magnetto en ese grupo que fue.
Hay que entender el mundo en clave pos-neoliberal y pos-hegemonía de la potencia  dominante durante más de un siglo, los EE.UU.
Seguirán habiendo imperialistas y neoliberales, qué dudas caben. Pero no habrá más hegemonía de los campos magnéticos y de destrucción masiva que ellos manejaban a su antojo. Esa realidad es la que entendieron en este lugar del mundo y antes que ningún otro político, Néstor y Cristina.
Ver la jugada cinco segundos antes que el resto de los jugadores, hace la diferencia.
Sobre estas victorias se asienta nuestro futuro colectivo y el de este club de todos y todas; el Club de Axel Kicillof.
Y ojo al piojo con dormirse. 

Miradas al Sur, domingo 1 de junio de 2014











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