miércoles, 8 de octubre de 2008

LOS NUEVOS PARADIGMAS DE LA ÉPOCA DESDE EL SUR DEL CONTINENTE

Los EEUU y el mundo desarrollado tiemblan de espanto en los días que corren; de nada sirven la OTAN, la IV o la VII Flota para enfrentar semejante colapso financiero. Esta vez el culpable no fue Osama Bin Laden ni otro enemigo oculto en las arenas de la vieja Babilonia. ¿A quién invadir entonces? El enemigo duerme entre ellos, en el sistema que edificaron en las últimas décadas creyendo que era para siempre y demostró que sólo estaba cimentado en un conjunto de burbujas especulativas. Es una crisis fenomenal, pese a los gurues financieros que no demostraron siquiera capacidad para avisar que venía la tormenta. Podrán salir de ella en un par de meses, pero las consecuencias se reflejarán durante un plazo mayor. Y serán dolorosas.No queremos detenernos mirando lo que ocurre allá en el norte, sino insistir en que la política es la que debe interpretar esta crisis para tejer un relato propio acerca de lo que está sucediendo, de sus antecedentes mediatos e inmediatos, de porqué en la región y particularmente en la Argentina creemos estar bajo techo, seguros de nuestra suerte y en consecuencia cuáles son los caminos que debemos trazar hacia adelante. Al fin y al cabo, son las decisiones políticas las que ocasionan los éxitos o fracasos de un modelo económico.Hagamos un ejercicio de memoria tan necesario como saludable. ¿Se acuerda el lector cuando en otros períodos críticos cundía el pánico en la city y todas las variables económicas y financieras se disparaban alocadamente? ¿Quiénes eran los que barajaban y repartían los naipes de nuevo? Los mismos que ocasionaban esas crisis cíclicas, dueños de bancos y financieras, consultoras privadas, economistas de fama televisiva y grandes medios de prensa que fabricaban el escenario que debía consumir el gran público. Los gobiernos, a su turno, cambiaban funcionarios y todo seguía más o menos igual que antes de cada crisis. En ese documental de terror, los trabajadores, los sectores populares y el empresariado nacional, siempre eran derrotados.¿Se acuerda lo que decía la oposición cuando el ex Presidente Néstor Kirchner inició rápida y audazmente su política de superavit financiero y comercial y las arcas del Banco Central comenzaron a aumentar sólidamente? Todos se unieron en un coro de lamentos denunciando la aparente incoherencia entre el superávit y las necesidades de buena parte de la sociedad. Se rasgan las vestiduras “en nombre de la gente”, pero cuando llegó la hora de votar en el Congreso el proyecto oficial que servía para redistribuir el ingreso con la renta extraordinaria de los sojeros, votaron en contra. No olvidar, también es tener memoria. Hoy se comprueba que el poder de fuego para la defensa de los intereses populares que representa el Gobierno nacional, se asienta en un modelo económico sólido, con superávit fiscal y comercial, con desendeudamiento externo, con una política de ahorro interno con inclusión social y con un Estado regulador de su economía. La salvaguarda argentina del cólera que viene de los mercados financieros es posible por este modelo vigente y no por obra y gracia de la naturaleza divina. Por eso, es necesario que la defensa de lo conseguido en estos cinco años sea una verdadera causa colectiva y no una cuestión que comprometa sólo al oficialismo. En otras palabras, estamos aguantando de pie este pánico que sacude a los países centrales porque la Argentina construyó un modelo distante de cualquier especulación financiera y asentado en el trabajo y la producción, con manufactura y valor agregado, más consumo y plena soberanía en las decisiones, semejante al esquema seguido por otros países de la región.En estas circunstancias, que la Mesa de enlace de la patronal rural y la oposición política vociferen su afán por ver derrotado al gobierno, se identifica más con la irresponsabilidad y la deslealtad con la sociedad y los intereses nacionales antes que con el libre ejercicio de virtudes democráticas.Es un momento histórico donde las incertidumbres plantean desafíos tan profundos que requieren certezas robustas y duraderas como la etapa exige. El cambio que viene nos debe encontrar unidos en pensamiento y acción desde el Mercosur y la Unasur, estimulando una nueva épica basada en el país que estamos construyendo. Esta vez la crisis estalló en la mayor potencia del mundo, pero la aparición de nuevos paradigmas y proyectos políticos que enderecen la economía de manera duradera no vendrán como en otras ocasiones históricas, desde el norte hacia el sur. El desafío que hoy tenemos es poder escribir los nuevos paradigmas de la época, desde el sur del continente americano. Habrá que animarse.Si es ahora o nunca, dependerá exclusivamente de nuestra decisión política.

(BAE, 8 de octubre)

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