En política,
como en la vida, te podes equivocar una y mil veces. Podes cambiar de opinión y
contradecirte. Podes avanzar y retroceder y volver a avanzar. Podes ser
optimista en algunas ocasiones y
pesimistas en otras. Podes ser piñón fijo con algunas convicciones y bailarín
del Colón en cada coyuntura.
Lo que no
podes hacer, ni en la política ni en la vida, es traicionar a la patria que te
parió, que te alimentó, que te crió, que te educó, que te dio un carné de
identidad ante tu descendencia, tu barrio, tu pueblo, tu país y el mundo.
Todo nos
está permitido, menos traicionar a la patria.
En esta
coyuntura contra los fondos buitres y el juez Griesa lo que se pone en juego,
una vez más, es qué queremos ser y hacer con esta patria que somos desde hace
ya 200 años de historia.
Nunca estuvo
más claro que ahora la delimitación de los bandos en pugna: esa vieja puja
entre la patria y la colonia. Quizá el antecedente más cercano sea el 45 del siglo pasado entre Braden o
Perón. Pero aun allí, convengamos, había razones para que muchas almas
inocentes se confundan y duden.
¿Pero dudar
ahora con los milenarios pueblos de Grecia, España, Francia, Italia y Portugal
hambreados y aprisionados por las mismas sentencias de los buitres y las
políticas neoliberales que nos hambrearon a nosotros en el 2001 con Cavallo al
frente?
¿Dudar ahora
que el 93 % de los acreedores de la
deuda externa contraída por gobiernos anteriores les dan la razón a la Argentina y siguen
aceptando las condiciones del canje del 2005 y el 2010?
¿Dudar ahora
que los enemigos de nuestro desarrollo están bien identificados, con domicilio
particular en las islas Caimán y domicilio judicial en el despacho de Griesa en
Nueva York?
No podes. No
podes confundirte. Salvo que lisa y llanamente estés jugando en el bando
enemigo.
Al pan, pan
y al vino, vino.
La
Presidenta de unos 40 millones de bandidos, según los buitres, nos da la
certidumbre de avanzar siempre por el mismo carril: el de la defensa de la
soberanía, la dignidad y el bienestar de los argentinos. No te cambia la veleta
según soplen los vientos. Podrás estar de acuerdo a veces y menos o nada en
otras tantas veces. Pero en esta disyuntiva entre la patria o los buitres, no
hay mucho lugar para la duda.
Permítannos
convocar a don José de San Martín para que nos ilumine.
Sostiene el
ilustre correntino en carta fechada en Boulogne sur Mer, Francia, el 2 de
noviembre de 1848 dirigida al “Excmo. Sr. Capitán general D, Juan Manuel de
Rosas” felicitándolo por la digna defensa nacional desplegada en el Combate de
la Vuelta de Obligado, el 20 de Noviembre de 1845, contra la flota
anglo-francesa, la más poderosa del mundo por entonces:
“Mi
respetable general y amigo:
A pesar de
la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de
creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez. Así es que he
tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo
con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción
es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y
por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir
y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya usted a creer por lo que
dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra patria tuviese que
avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos;
por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas
cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión demostrará a usted,mi
apreciable general, que al escribirle, lo hago con la franqueza de mi carácter y
la que merece el que yo he formado del de usted. Por tales acontecimientos reciba
usted y nuestra patria mis más sinceras en horabuenas.”
Tiempo
después de su muerte se sabría que en su Testamento, el General había legado su
sable corvo de Libertador a Don Juan Manuel de Rosas por los mismos conceptos
que motivaron aquel texto.
Antes de esa
carta, San Martín escribió a Rosas el 10 de julio de
1839: “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno
espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su Patria y reducirla
a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de la dominación española,
una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”.
Y mucho
antes aún, en carta a Godoy Cruz del 12 de mayo de 1816, escribe San Martín:
“¿Y quién hace los zapatos me dirá usted? Andemos en ojotas, más vale esto que
nos cuelguen y peor que esto, perder el honor nacional”.
De tal
pensamiento sanmartiniano, estos amaneceres.
“La
Presidenta habla por cadena nacional e impone la agenda política”, escriben
como resignados ciertos analistas.
“La
Presidenta da lecciones de orgullo nacional, mientras los opositores dan
vergüenza ajena”, murmuran algunos comentaristas.
“La
Presidenta enfrenta a los poderosos buitres del capitalismo financiero,
mientras los opositores se enfrentan entre ellos”, se lamentan otros.
Con este panorama
¿quiénes son los verdaderos bandidos? ¿Los que quieren pagar sus deudas o los
asaltantes de la diligencia a plena luz del día? ¿Los que defienden los
intereses del laburante, del profesional, del empresario nacional y del
comerciante o los que quieren empujarnos nuevamente hacia el infierno como en
el 2001?
No nos
podemos equivocar esta vez; porque no hay derecho a equivocarse cuando hay
tanto honor mancillado a la vuelta de la esquina de la historia.
De la
batalla contra la flota neoliberal se ocupa el gobierno de Cristina, visto
está; pero de los buitres de adentro, se deben ocupar y preocupar los
ciudadanos todos.
Estamos
decidiendo nuestro destino colectivo y por tanto, hay que saber guardar en la
memoria estos días que corren. Ninguna propaganda electoral futura será
superadora de la actitud que los candidatos asuman ahora.
Habría que
guardar los recortes de los diarios de estos días para volverlos a leer el día
que vayamos a votar al cuarto oscuro.
Miradas al Sur, domingo 24 de agosto de 2014
1 comentario:
El diario la nacion declara en primera y contra frente el dafault argentino. To me pregunto como pueden ser tan miserables
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