El proyecto
nacional y popular, el verdadero, el que enraíza su origen en las latitudes
profundas de la historia, el que carga sobre su ancha espalda sus muertos y desaparecidos, el que dice y sostiene con el
cuerpo que “la patria es el otro”, es un proyecto de vida coherente que a veces
triunfa y a veces resulta derrotado.
La victoria
y la derrota son apenas circunstancias que se suceden según distintos factores
que actúan sobre la coyuntura.
Pero
cualquiera sea el caso, el proyecto no se pierde bajo la bruma de la
circunstancia.
Este manojo
de ideas, tan simple como se expresa, es el principal legado que inauguró el
kirchnerismo ni bien amanecía el nuevo siglo en medio de la peor crisis de la
sociedad argentina.
Hoy
apreciamos, desde una vista panorámica de la realidad, que el proyecto nacional
que conduce Cristina Fernández de Kirchner, se muestra como el paisaje más
previsible de un país imprevisible.
Y se muestra
consecuente con sus convicciones. Y se muestra dúctil y capaz de conducir la
barca colectiva en medio de la más feroz tormenta mundial. Y resuelve los
problemas de la gente en el trajín cotidiano. Y desarma, además, una por una
todas las barricadas que le planta el poder financiero concentrado armado de
medios de desinformación masiva y de ese hueso duro del poder de la pampa
húmeda conocido como el sujeto “el campo”. La oligarquía que le dicen.
En este
marco hoy podríamos mencionar para ejemplificar la vitalidad del proyecto, el
viaje de la presidenta a Roma para encontrarse nuevamente con el Papa y de allí volar a París para
presidir la inauguración del Salón del Libro, invitada de honor del gobierno
francés; pero preferimos poner el acento en la decisión de la Universidad
Nacional de La Plata de otorgar el diploma de Doctor Honoris Causa a los dos
presidentes democráticos salidos de sus aulas: Néstor y Cristina.
¿Saben por
qué nos parece importante destacarlo? Porque pocos pueden volver a su casa y a
su barrio y a su pueblo y a su escuela y a su Universidad después de ser
presidentes del país y caminar
orgullosos y de yapa, recibir este digno reconocimiento de aquellos que los
conocieron desde que eran así de jóvenes.
Son pocos
los estadistas que pueden lucir en la solapa una distinción académica en reconocimiento
a su “vocación por la defensa de la Educación pública, gratuita y de acceso
libre”, como reza la resolución del rectorado platense.
El gobierno
del país es este, el mismo que alentó durante la asunción de Michelle Bachelet
en Chile, la presencia de los
cancilleres de la UNASUR en Venezuela en solidaridad con el gobierno, el
pueblo, la democracia y la paz. El mismo que cuida los precios para desalentar
la especulación voraz de las corporaciones empresarias más antisociales. El
mismo que envía a su Jefe de Gabinete para que defienda el proyecto en el
Congreso durante 12 horas corridas.
En el peor
de los casos y ante la más feroz de la
crítica opositora, a este gobierno le cabrá siempre aquella sentencia de
Perón: “No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores”.
Tan peores
son que quedaron atrapados en su propia telaraña con comportamientos propios de
la antigüedad, antes de Kirchner.
El caso más
dramático y repudiable es el piquete sindical que, con mano de obra propia o
alquilada da lo mismo, arrojó a un trabajador discapacitado desde el puente
Avellaneda. Es esa la expresión más violenta de los que se quedaron anclados en
el país violento que fuimos dejando atrás en estos últimos años de inclusión
social. Tolerancia cero con esa violencia callejera que azota contra el país
que recuperó 5 millones de empleo y reparó los derechos de los ancianos, los
jóvenes y los pibes.
Desde el
costado viejo de la política también se arroja al vacío el prestigio de los
hombres y mujeres que estudiaron, investigaron, crearon y ahora proponen una
nueva justicia y un nuevo Código Penal. Vale todo con tal de seguir cumpliendo
con los deberes que le marcan desde las tapas de Clarín y La Nación.
Es
interesante analizar la movida del tablero opositor a partir del
pronunciamiento falso y demagógico de Massa contra la iniciativa de reforma del
centenario Código Penal argentino.
No nos
detengamos en la picardía mediática de Massa para instalar presencia a
cualquier costo. Eso queda claro. Vayamos, en cambio, al análisis de las
consecuencias que ese gesto acarreó. Y que no es otro que la reafirmación de la
pobreza intelectual de todo el arco opositor, salvo honrosas excepciones.
Si del lado
del massismo queda clara su orfandad de ideas y su política de “vale todo” para
ganar fama, incluso tapar murales de las Abuelas, es más que preocupante
advertir que el sistema de partidos políticos en la Argentina sigue siendo un
alma en pena bailando bajo la luz de una luna de cartón pintado.
No es
entendible que los mismos partidos que designaron sus representantes hace dos años
para conformar una Comisión de notables con juristas de prestigio para que
trabaje fuera de cualquier sesgo electoral en la reforma del vetusto Código
Penal, pongan ahora marcha atrás porque Clarín y Massa les marquen la cancha desde el miedo y el terrorismo verbal.
Nos vamos.
Cuando el
presidente Kirchner empezó a identificar a Clarín como el patrón del mal de
nuestra democracia, algunas voces decían que era un error ponerle nombre al
adversario. El tiempo le dio la razón a Néstor. No sólo porque hoy Clarín debe
asumir su desarme como monopolio y el articulado completo de la Ley de Medios;
no sólo porque Clarín, certificado por la auditoría del IVC, vendió en 2013 menos ejemplares que en 1959
cuando los argentinos éramos apenas 20 millones; sino fundamentalmente porque
se demuestra que, como dice la Biblia y a tono con la visita al Papa Francisco,
al diablo hay que ponerle nombre y apellido para que todos lo puedan reconocer.
Esta semana
el ministro británico para América Latina, Hugo Swire, reconoció que “el Reino Unido prefiere a Massa o Macri para debatir
sobre el tema Malvinas”.
¿Te queda claro dónde habita el diablo?
Miradas
al Sur, domingo 16 de marzo de 2014
1 comentario:
Jorge, muy buenas tus notas como siempre, pero laamento q ya no est'es en el diario El Argentino. Por eso ya no lo leo mas. Es un insulto a todos los que bancamos a este hermoso Proyecton Nacional y Popular, encarnado en Nestor y Cristina, y en las Madres y Abuelas, es un insulto que te gayan sacado a vos para poner a Lucas Carrasco, que no es kirchnerista y se burla de nosotros en nuestra cara. Un abrazo, companero. Nelson de Guernica
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