La
Presidenta argentina viaja a Chile para asistir a la segunda asunción presidencial
de Michelle Bachelet.
Arranquemos
con una pregunta nada capciosa: ¿Sólo por eso Cristina cruzará los Andes
nuevamente?
Si
tenemos en cuenta que Cristina es poco afecta a los actos meramente
protocolares, como lo fue el presidente Kirchner, es legítimo pensar que las
mandatarias de nuestros respectivos países se dirán muchas más cosas que las
que se dicen en los consabidos saludos de ceremonia.
Mirando
el horizonte es posible creer que en el abrazo de Michelle y Cristina se abrazará
el sur del continente latinoamericano, retomando una senda que iniciaron los
libertadores de ambos lados de la cordillera andina, San Martín y O´Higgins. Esa
senda es la que seguramente se propondrán retomar ambas Presidentas a partir de
mañana; hay que recordar, por si alguien lo olvidó, que son las mismas mujeres que
cuando la derecha golpista intentó derrocar en setiembre de 2008 al presidente
de Bolivia, Evo Morales, ellas, junto al presidente Lula,actuaron rápida y
decididamente convocando a la UNASUR, frustrando así la sedición
antidemocrática que venía al galope de los poderosos sojeros secesionistas de
aquel país hermano.
Con
la reedición del ALCA en las costas del Pacífico es preciso consolidar hoy más
que nunca los lazos de amistad entre nuestros pueblos y gobiernos. Unidos somos
invencibles, es la consigna que baja desde Bolívar y San Martín para recorrer
la historia de estos 200 años. Y al revés: desunidos somos presa fácil del imperio
y los poderes de turno.
Esa
es la triste realidad que recorrió América Latina hasta la irrupción en este
siglo XXI de los presidentes Chávez, Kirchner y Lula.
Y
cómo le gustan las paradojas a la historia: también en la semana transcurrida,
como ahora, entre el 9 de marzo y el 16 del mismo mes, pero de 1819, el General
San Martín se debatió entre aceptar o rechazar la orden del gobierno porteño
para regresar a Buenos Aires. Aceptarla significaría que en lugar de enfrentar
a los godos en Chile, enfrentara a las montoneras del padre del federalismo, el
oriental José Gervasio Artigas.
No
aceptó pelear contra sus paisanos aun a costa de quedar abandonado a su suerte.
El
mensaje de unidad entre nuestros pueblos que nos deja la historia es más que
claro y contundente.
La
situación de Venezuela es una voz de alerta, un grito desgarrador para la
conciencia democrática de la región y el mundo, una señal de alarma, una alerta
temprana para entender que hemos entrado de lleno a una fase decisiva en el
proceso transformador de nuestra gran nación latinoamericana. O abrazamos
unidos y solidarios el proyecto de cambio soberano que atraviesa el continente
o sucumbimos en el intento.
De
eso se trata.
Que
el diario de Bartolomé Mitre, “La Nación”, publique esta semana en su tapa,
cual si fuera un título catástrofe: “Subió 44 % el gasto público y complica el
control de la inflación”, nos da una pauta más que certera para poder entender
lo que piensa, preocupa y anima a la derecha más aristocrática de estas pampas.
No
quieren que los pobres y la clase media continúen su ascenso en la escala
social.
No
quieren que el Estado sea el motor principal de ese ascenso.
No
quieren que la redistribución del ingreso y la riqueza abra las puertas y las
ventanas de un país más justo, más inclusivo e igualitario.
Todo
está más claro que nunca, sólo hay que saber leerlo desde la memoria colectiva
para evitar caer en trampa alguna.
Que
el Frente Renovador de Sergio Massa y el peronismo residual de derecha agiten
todos los fantasmas para oponerse maliciosamente a la necesaria e
imprescindible democratización de la justicia y la adecuación de los códigos a
los nuevos tiempos, es una muestra de que esa fracción política está decidida a
apelar al miedo más atroz que anida en los rincones íntimos de la sociedad con
tal de ganar un centímetro de publicidad electoral de la peor calaña.
Ojo
con esos tipos.Son capaces de llamar por teléfono a tu casa advirtiendo que si
se aprueba la reforma que el gobierno y la oposición más responsable proponen,
hordas de ladrones y facinerosos asaltarán tu casa para robarte el último sueño
que te quedaba en pie.
Ojo
con esos tipos una y mil veces. Hay que identificarlos como lo que son:
irresponsables y un peligro latente para la vida en democracia.
En
el estribo queremos subrayar el otro capítulo de la agenda internacional de
nuestra Presidenta: su viaje a Francia invitada por el Presidente de ese país,
François Hollande.
Resulta
que la Argentina fue designada invitada de honor para el Salón del Libro de
París que se realizará entre el 19 y el 20 de marzo próximo.
O
sea.
Cristina
inaugurará junto al Primer Ministro francés, Jean-Marc Ayrault, el Salón del
Libro de París, la feria de lectores más importante de Francia y una de las
principales en Europa.
“No
entiendo nada”, dirá alguna señorona de por acá. Y también algún periodista del
Grupo Clarín, posiblemente. ¿No es que estábamos aislados internacionalmente?
¿No es que Argentina estaba en el subsuelo del mundo?
La
derecha más recalcitrante, aquí y en toda la región, está llena de odio y vacía
de argumentos. Por eso actúan como actúan.
El
lado luminoso de la vida, ese que habla de inversión social y no de “gasto
social” por ejemplo, deberá nutrir sus alforjas con ideas, ideas y más ideas.
Hay
que contar a los cuatro vientos que la Argentina es el país con mayor inversión
en educación, más del 6% del PBI y el de mayor inversión dedicada a cultura:
el 3,8
Somos
un país que se acerca inexorablemente, con este proyecto nacional y popular, al
hambre cero y al pleno empleo.
Pero
además habrá que decir, desde la ciudad donde salen las cigüeñas al mundo, que
volvimos a ser el país de Borges y Juan Gelman, de Cortázar y Atahualpa
Yupanqui y de Girondo y González Tuñón y de Quino, Rep y de Mempo Giardinelli, sólo
para nombrar algunos de nuestros grandes creadores.
Por
eso, señores de la oposición rabiosa: ¿pueden bajar un poco el tono así escuchamos
mejor a nuestros artistas?
Miradas al Sur, domingo 9 de marzo
de 2014
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