Rueda el mundo, rueda la vida, rueda el mes de enero, ruedan las vacaciones y acá estamos nuevamente; en pleno salto de página, sin otras redes que no sean las palabras que brotan de las calles que camina el pueblo.
A fuerza de espacio y tiempo, y porqué no, de intentar una pizca de belleza en nuestra prosa diaria, hoy queremos responder la última insolencia del ministro inglés, mister Cameron.
Ni el orgullo nacional recuperado ni la memoria viva, nos perdonarían un silencio cómplice.
¿Desde dónde habla este fiel discípulo de Margaret Thatcher, aquella “dama de hierro” que ordenó el crimen de guerra contra el Crucero Belgrano?
Habla desde un trono asentado en el pillaje y la piratería, que forjó su fama de colonialista en siglos de invasiones imperiales.
Habla desde un país que superó su propio récord de desempleo, con casi 3 millones de desocupados. En esa catástrofe social, los jóvenes son los más afectados.
Habla desde una coalición conservadora-liberal que aisló a Gran Bretaña de Europa y que, con sus ajustes salvajes, logró que Inglaterra sea considerada la nación más desigual entre las naciones ricas (dato reciente de la OCDE, Organización de la Cooperación y el Desarrollo).
Habla desde un gobierno de derecha que está fabricando miles de pobres por día.
¿Y nosotros desde donde hablamos?
Hablamos desde una América Latina que crece en desarrollo e inclusión social a la misma velocidad que descrece Europa.
Allí está el último informe de la OIT, la Organización Internacional del Trabajo, que dice explícitamente: “Histórica caída del desempleo en Latinoamérica a raíz del fuerte crecimiento económico en la región”.
Hablamos desde un país que se precia de haber rechazado todos y cada uno de los intentos colonialistas en dos siglos de vida, desde la Vuelta de Obligado al “No al ALCA”.
Hablamos desde un país que jamás invadió ni colonizó a nadie. A nadie.
Cameron debería haber estudiado en la academia que en 1833 sus antepasados expulsaron a los argentinos de nuestras Islas Malvinas y colocaron allí población intrusada.
Por eso el principio de autodeterminación de los pueblos vale para los argentinos, no para los intrusos.
Por eso, las Malvinas son argentinas.
“No nos patotee”, le dijo Néstor Kirchner a George Bush en Mar del Plata.
Es lo que le decimos hoy a Cameron.
Somos un pueblo de paz: no gaste fortuna en presupuesto militar; inviértala para salvar al medio millón de pibes ingleses que están en la pobreza total.
Somos, además, un pueblo que no guarda rencores: algún día lo recibiremos en Malvinas. Y si gusta, caminaremos por las Islas argentinas, mientras escuchamos “Yesterday”, aquella hermosa canción de Los Beatles.
El Argentino, jueves 19 de enero de 2012
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