Después no
digamos que no nos avisó.
Cortó la
cinta de inauguración en la feria de expo-agro de Clarín y La Nación junto a la
mesa de enlace de la patronal rural, los generales, coroneles y sargentos de
Magnetto y de Bartolomé Mitre y Marcela Noble Herrera, sabiendo, porque lo
sabe, que la disputa en este tramo histórico que atraviesa la Argentina, no
sólo el kirchnerismo, se expresa en la disputa entre democracia versus
corporaciones. Y el tipo sabe que Clarín es la nave insignia de todas ellas
juntas o separadas.
Después no
digamos que no nos avisó.
Se abrazó
con la tropa de Clarín en su espacio farandulero y actuó junto a la rubia
imitadora que desde el programa de Lanata humilla, ofende y basurea a la
presidenta de los 40 millones de argentinos.
Después no
digamos que no nos avisó.
Fue al
programa de una señora despreciable de la televisión de Magnetto y a cuanto
programa golpista del grupo corporativo mediático lo haya convocado.
Claro que
una foto no es la causa de su diferencia con el kirchnerismo. Pero la foto es
la consecuencia, el reflejo y el aviso amplificado de esa enorme diferencia que
mantiene con el kirchnerismo desde siempre.
¿O acaso una
imagen no vale más que mil palabras?
Con el ánimo
de seguir invitando respetuosamente a que hagamos un análisis concreto de la
realidad concreta, nos preguntamos: ¿Podría ser acaso garantía de la
continuidad y profundización del proyecto transformador del kirchnerismo si su
hermano Pepe y su equipo de campaña le aconsejaran hoy mismo no sacarse en
adelante ni una foto más?
Definitivamente
no, porque la razón primera es que él ya avisó lo que quería avisar.
La política
se compone de acciones y contenidos concretos, pero también de gestos. Y una
foto es un gesto. Un silencio indolente cuando esa señora despreciable comparó
ante sus narices al gobierno democrático actual con una dictadura, es un gesto
sciolista que equivale a colgar nuevamente los cuadros de los dictadores que el
presidente Kirchner descolgó. Mirá lo que te digo. Así como una miradita
sonriente cuando esa señora aplaudió la trompada a Carlos Kunkel por parte de
la esposa de Luis Barrionuevo, la diputada Camaño, es otro gesto mayor que
marca diferencias.
Después no
digamos que no nos avisó.
Porque si
tiene estos gestos y se saca estas fotos ahora y aparece como apareció junto a
su equipo en el programa de la señora Legrand, no quieran imaginarse los
lugares que frecuentará, los nuevos-viejos personajes que empezarán a desfilar
amablemente por la Casa Rosada, el consensualismo al palo junto a Macri, Massa
y Magnetto y el restablecimiento de las relaciones carnales cuando estime que
ha llegado la hora de recomponer con el imperio desde una posición colonizada y
obediente.
El
kirchnerismo demostró ser en estos doce años una mirada integral, inclusiva y
estratégica del país federal y de la Patria Grande y no tan solo una sumatoria
de aciertos económicos. En tanto expresión cultural de los sectores populares,
el kirchnerismo rompe con los moldes atávicos del país de las corporaciones. Y
vaya si los programas televisivos de la corporación son partes mayúsculas de
esos moldes. Por lo tanto el candidato kirchnerista no sólo debe asegurar la
permanencia y la profundización del proyecto nacional en lo económico, con la
enorme importancia que ello tiene, sino además y por sobre todo, debe encarnar
la gigantesca batalla cultural que venimos dando como pueblo en todos estos
años. Y la primera condición es que sea creible encarnando tamaña proeza
histórica que lo liga y nos liga como pueblo en esta hora con los Caudillos
federales, con San Martín, con Belgrano, con Perón, con Evita y don Hipólito
Yrigoyen, con Néstor y Cristina, con Chávez y con Lula. O sea. Con una mano en
el corazón: ¿se lo imaginan a Scioli hablando de estas huellas dignas que nos
honran y constituyen y que son la antítesis de su programa de gobierno que,
según dijo, se resume en una frase propia de su propio cuño: "yo no me
peleo con nadie"?
Es difícil
que el chancho silbe. Si ya se muestra condescendiente con los poderosos y con
el poder que representan, que nadie le pida después que resista a los fondos
buitres como lo hizo Cristina o que avance con la ley de medios hasta que
Clarín se ajuste a la ley y a la democracia. No es tan difícil darse cuenta.
Sólo hay que saber mirar para no errarle al vizcachazo a la hora de votar. Empieza a ser la hora de alisar el terreno
donde empezar a construir la próxima victoria. "Ni un paso atrás" es
la consigna, ahora que tenemos patria.
Estamos
todos avisados.
*Jorge Giles.
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