Y el nuevo siglo nos encontró unidos
y no dominados.
Cuba venció a los mil intentos de
derrotarla.
El Mercosur se fortaleció en los
pagos entrerrianos de Urribarri.
Cristina marcó la cancha a propios y
ajenos al señalar que el proyecto será reelecto con el candidato que asegure la
profundización del modelo de país que ella conduce.
Todos los organismos internacionales
de relieve mayor, la CEPAL, la UNICEF, la UNESCO, la OIT, la ONU en toda su extensión,
reconocieron durante el 2014 que Argentina es el país del continente que más
logros conquistó en su lucha por la igualdad social.
La Plaza de Mayo volvió a brillar en
una tarde-noche de tormenta y de amor incondicional por Cristina.
Racing salió Campeón.
Cuántas cosas pasaron en una sola
semana.
He allí el pulso de este cambio de
época.
Abordar el análisis de los hechos
sucedidos en este puñado de días, quizá sea lo más parecido al ejercicio
extraordinario de besarle la frente a la historia.
¿Cómo sería acariciar la piel de la
historia?
¿Cómo sería sentir la brisa fresca de
su paso terrenal por la puerta de tu casa?
¿Cómo sería haber visto a Perón
saludando en el balcón de la Casa Rosada y en el balconcito de la residencia de
Gaspar Campos cuando volvió del exilio?
¿Cómo sería haber recibido un juguete
y un abrazo de Evita cuando niño?
Las memorias que se guardan de la
historia no siempre son las que aprendimos de los libros en el aula de la
escuela.
Hay memorias alegres y memorias
dolorosas que guardamos en la piel.
¿Cómo fue aquella noche en la Plaza
de Mayo cuando el gobierno de Cristina resistía el embate de la patronal rural
y se apareció Néstor Kirchner entre los militantes?
Hay una generación diezmada que nació
a la militancia con Perón y el Che, con el Tío Cámpora, Salvador Allende y
Fidel, con el Tío Ho Chi Minh y Mao TseTung y que hacía la historia como hacía
el amor poniendo al desnudo el cuero de su propia juventud.
Pues bien, los restos del naufragio y la continuidad del alma de esa generación,
es la que hoy conduce los destinos de la mayoría de los países de la región.
Y la nueva juventud, la que hoy
participa, canta, ríe, agita las banderas de liberación en las marchas y actos
oficiales, reconoce su origen en aquella otra más lejana.
Por ahí anduvo y anda la historia
nacional y popular de la América Latina.
Diremos también que la UNASUR y la
CELAC son el instrumento más perfecto que hereda aquel espíritu juvenil que es
de todos los tiempos desde hace 200 años.
Pregunta: ¿es posible acaso analizar
y valorizar la decisión de Obama por afuera de este contexto histórico? ¿Es
racional querer apreciar el deshielo entre los EE.UU. y Cuba por afuera del
avance de la Patria Grande en este siglo XXI?
No se trata de reducir ni segmentar
ni achicar el campo de la política cuando se trata de caracterizar y definir un
cuadro de situación tan importante. Las cosas en su contexto. Y en ese contexto
hay que saber apreciar el papel que cumple el Papa Francisco, por ejemplo.
No es que el planeta haya corrido su
eje de rotación hacia la izquierda; sería más justo decir que el mundo se está
peronizando, aunque la categoría escandalice a las señoras gordas de los
barrios cerrados.
Al mismo tiempo que la geopolítica estratégica
del capitalismo dominante clava sus garras sobre la Rusia de Putin y amenaza a
los países petroleros del mundo emergente con la baja del precio político del
crudo, los EE.UU. se ven desbordados por la situación descontrolada en Medio
Oriente y más acá, en su “patio trasero”, México sufre una catástrofe social
con la desaparición de los 43 estudiantes y el imperio de los narcos en toda su
extensión.
En ese marco alborotado y sin
hegemonía política interna, el presidente Obama decide recuperar la iniciativa
a través del atajo justiciero en relación a Cuba.
Pero no hubiese hecho lo mismo si no
existiera esta América Latina unida.
Por eso estamos felices. Porque estamos
asistiendo, como dijo Cristina, al triunfo de la dignidad de los pueblos que luchan
por su libertad. Y Cuba es la medida de la dignidad en la región y el mundo
desde el primer día de su Revolución.
Los pesimistas que creían y sostenían
sin rubores que la realidad, cual si fuese un péndulo moviéndose al compás de
la ley de gravedad, volvería a correrse a la derecha, han fracaso
estrepitosamente. La realidad se vistió de pueblo y democracia y al hacerlo, al
triunfar la política del diálogo y la paz, los que pierden son los
guerreristas, los armamentistas, los violentos, los injustos.
Por eso gana Cuba. Y triunfa la
Patria Grande.
Al interior del país, Cristina aparece
ubicada en la senda correcta.
Hay que nacionalizar en los análisis el
posicionamiento internacional de los dirigentes políticos. Y preguntarse y
responder en consecuencia: ¿De qué lado se ubicaron y ubican los opositores en
el tablero planetario? ¿Apostaron a la UNASUR? ¿Apoyaron a Cristina en su
política exterior soberana, la que desplegó en sus años de mandato? ¿O más bien
la rechazaron?
Las respuestas son obvias: patearon
en contra, casi siempre.
En febrero de 1972, Perón decía en
“Actualización doctrinaria y trasvasamiento generacional”: “En lo interno ya no
tenemos oposición, solamente opositores y opositores ofuscados, que no
representan ningún peligro. A esos opositores los hemos de vencer como se vence
en las democracias: con las urnas y con los votos”
Cuanta actualidad, Perón. Y no porque
se han detenido las agujas del reloj de la historia, que de eso venimos
hablando, sino porque la injusticia se ha quedado sin argumentos convincentes.
Los opositores representan el lado
oscuro de la vida y la política del odio y la mentira. Aunque para ser justos,
habría que decir que esta mediocridad opositora con la que convivimos,
haría enrojecer de vergüenza ajena a los opositores de Perón en los setenta.
Pero no descendamos.
Hay que concluir que si Cuba es la
medida de la dignidad de los pueblos en este lado del mundo, la Argentina se
ubica en ese mismo lado.
Por eso estamos felices.
Porque los días más felices siempre
fueron peronistas.
Miradas al Sur, domingo 21 de diciembre de 2014
1 comentario:
Es indudable que se han logrado avances impensados hace pocos años. Así como la caída del muro en Berlín marcó el comienzo del desequilibrio mundial en favor del neoliberalismo, el resurgimiento de gobiernos democráticos populares en América Latina favoreció por primera vez en más de dos siglos, la concepción de que la unión en una Patria Grande no sólo era posible sino también altamente beneficiosa.
Pero EEHH es prepotente, violento, materialista, taimado, no confiable, oportunista, inescrupuloso y antipopular en grado sumo. Muestra de su prepotencia es haber persistido 53 AÑOS en un inhumanitario bloqueo por parte del país más poderoso del planeta contra los 10 millones de habitantes de una isla, so pretexto de defender la democracia y los derechos de los isleños.
Pues necesitaron más de medio siglo, un nuevo despunte popular latinoamericano y la repulsa de casi todo el mundo para llegar a la conclusión de que su cobarde bravuconada no había servido más que para arruinar materialmente las vidas de los dignísimos cubanos. Y nada más. El espíritu de soberanía y autoestima de los isleños, con todos los problemas que puedan tener, están intactos. Como eso no funcionó, vaya uno a saber qué se les ocurrirá para volver a intentar lo que no pudieron lograr por las malas.
Me alegra que se haya aflojado un poco la tensión. Me alegra el aparente alivio de los admirables cubanos. Pero sospecho de esa potencia que sólo conoce – como su madre patria – el lenguaje de la violencia y la ley del más fuerte. La razón de la fuerza y no la fuerza de la razón.
Ojalá me esté equivocando.
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