Se descolgaba la tarde por los techos
del barrio cuando Cristina anunciaba el miércoles pasado un nuevo aumento en la
Asignación Universal por Hijo, en la Asignación para las embarazadas, en la
Asignación para las personas discapacitadas y en la Asignación familiar para
millones de trabajadores registrados.
Esta vez el aumento fue del 40 %, lo
que implicará un 60 % más en el poder de compra de las familias que son beneficiarias directas de
este derecho social.
Un informe publicado por la agencia Télam
señala como claros ejemplos del impacto que la decisión tendrá en el consumo
popular, que en cuatro años y medio la AUH pasó de poder comprar 64 litros de
leche a 90; de 9 kilos de asado a 14; de 72 paquetes de azúcar a 107; de 24
docenas de huevo a 40 y de 38 botellas de aceite a 85. Y que también la AUH logró
incrementar la compra de pollo, de 19 a 34 kilos; del queso fresco de 10 a 13;
del tomate, de 28 a 53; y de la yerba, de 10 a 21 paquetes. En el pan, la
capacidad de la Asignación pasó de 33 a 36 kilos; cuando el año pasado era de
31.
¿No es emocionante haber alcanzado
esta marca en la carrera por una sociedad más igualitaria y más justa?
¿De veras no dan ganas de salir a
festejar y a celebrar?
Es más: el anuncio oficial favorece
al conjunto de la economía y de la sociedad.
Por este asunto de la “ley de
gravedad al revés”, como expresó desde la física nuestra Presidenta.
El anuncio oficial impacta de lleno favorablemente
en los hogares más humildes y desde allí empuja el consumo hacia arriba y los
comerciantes clase medieros demandan más mercancías a los productores que
invierten más en sus productos y en sus fábricas y empresas y así circula la
savia de este tiempo tan luminoso.
Pero no. No todos lo ven y sienten
así.
La vecina de ruleros sigue repitiendo
la mentira que escuchó en el programa de Lanata y el dueño de la dietética es
capaz de decir, sin complejos ni rubores, que nunca vendió tanto como en estos
años…“pese al gobierno kirchnerista que tenemos”.
¿Qué les hicieron en la cabeza?
La capacidad de daño del poder
mediático se muestra en ellos más potente que la mismísima realidad concreta de
la señora de ruleros que puede ir a la dermatóloga por primera vez en su vida
porque ahora tiene los recursos económicos para darse el gusto de curtirse la
cara con la última crema de belleza.
Y ese poder de fuego mediático
traspasa el sentido común del comerciante que se llena los bolsillos, con toda
legitimidad, porque ahora la clase media de antes y la que se incorporó al
rebaño en esta última década, puede comprar todos los productos y menjunjes
libres de grasa y con bajas calorías.
De allí que cobre importancia
decisiva y determinante la batalla cultural que está en pleno desarrollo en
toda nuestra América Latina.
Para decirlo con el lenguaje que se
usa en los patios de tierra de los pueblos donde aún se baila levantando
polvareda: hay que sacarle el micrófono al sepulturero para dárselo al partero.
O sea.
El sepulturero promociona ataúdes; el
partero, cunas.
Hay que evitar que ganen los que
tiran el carro de la historia hacia atrás, para sumar más energía hacia el
futuro.
Sólo de este modo se coronará el
modelo de país que estamos construyendo colectivamente, con el Estado del lado
de los justos.
Si a la pobreza generada por años de
neoliberalismo dominante, el gobierno la viene combatiendo con mayor inclusión
y justicia social, quizá llegó la hora de combatir la ignorancia y la
desesperanza generada desde los medios de comunicación encabezados por el Clarín
de Magnetto y La Nación de los Mitre, con una suerte de Asignación Universal de
la Cultura que deberá ser protagonizada entre todos los ciudadanos de buena fe
que habitan nuestro suelo.
O jugamos todos o nos madrugan
nuevamente.
Hay que hacerse cargo, desde el lugar
que cada uno ocupe en la sociedad, de esta batalla cultural.
Hay que llenar la Plaza de Mayo el
próximo 25 para poner en valor la única verdad
que vive nuestro pueblo; que es la realidad.
Hay que hablar amablemente con las
señoras de ruleros y los vecinos que fueron infectados por el bombardeo
ideológico de los grandes medios.
Hay que llamar a las cosas por su
nombre y al ladrón de sueños y de precios, llamarlo ladrón como se merece.
Mar del Plata, bueno es recordarlo,
es el lugar donde se libró y se ganó la batalla contra el intento imperial del extinto
ALCA. Y por esas cosas de la historia, hoy vuelve a ser un lugar donde el
destino de la región suramericana
protagoniza otro hecho determinante para nuestros pueblos.
Si contra el ALCA triunfó la
resistencia encabezada por los presidentes Kirchner, Chávez y Lula, esta vez la
ciudad albergó la construcción de un espacio multicultural compuesto por todos
los países de la región y presidido por la flamante ministra Teresa Parodi.
La UNASUR de la Cultura se dio cita
allí para consolidar el Mercado de Industrias Culturales del Sur y el Encuentro
de Medios Públicos de América Latina.
“Ayer fue la resistencia, hoy es la
construcción”, podría ser una consigna que sintetice el momento que vivimos.
Y como la historia gusta de las
paradojas, digamos en el estribo que esta construcción la encabeza justamente
quien hasta hace pocos días fue la responsable del Espacio Cultural Nuestros
Hijos, de las Madres de Plaza de Mayo, allí en el predio de la Memoria en la ex
ESMA, que ahora pasó a manos del Estado nacional gobernado desde el 2003 por un
proyecto político que reparó el dolor causado en el cuero de nuestro pueblo
durante la dictadura cívico militar impulsando como nunca antes un proyecto de
país basado sobre los pilares de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Así nomás te lo digo. De un solo
trazo.
Quizá por eso la falsa izquierda
vuelve a maridarse con la auténtica derecha y sacrifica en el altar de sus
vanidades a los pasajeros del ferrocarril Sarmiento.
Pero la otra vecina, la que increpó
al blondo burócrata ferroviario en la vereda de su barrio, está marcando el
camino: sin violencia y con respeto, se fabrican las cunas de estos tiempos.
Miradas al Sur, domingo 18 de mayo de 2014
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