viernes, 12 de diciembre de 2008

LA PRESIDENTA Y EL FUTURO QUE LLEGÓ

Un gobierno que continuó lo iniciado en el 2003El Gobierno de Cristina Fernández cumple su primer año de gestión en medio de la mayor crisis del capitalismo en toda su historia. Los vientos huracanados ya se advierten sobre el horizonte y lo que es peor, no hay nadie que nos sepa decir con precisión el tiempo de duración.
Lejos de arrinconarse en territorio conocido, la Presidenta eleva anclas y recorre el mundo articulando lazos con países africanos, con Rusia, con América Latina, con Europa, con China, con la India. Regresará para la reunión del Mercosur y para promulgar las medidas en favor del consumo interno que envió al Parlamento en estos últimos días del año.
Es un gobierno que sigue el ritmo intenso del primer tramo del proyecto político iniciado con la presidencia de Néstor Kirchner. Revalida su política de Derechos Humanos, de Unidad Latinoamericana, de trabajo, producción e inclusión social, cual si fueran autopistas centrales de la estrategia implementada. Siguen bajando los índices de pobreza y desocupación, la inflación se mantiene estable, el dólar no se disparó, el crecimiento económico sigue en alza, aunque no con los mismos valores, pero creciendo al fin y al cabo, y como si fuera poco, recuperamos Aerolíneas Argentinas para los intereses nacionales. Claro, es mucho lo que falta recorrer y sabemos que el hambre no espera.
Vale una tristeza al paso: cuando se quiso apurar la redistribución del ingreso, vía las Resolución125, muchos opositores de la progresía votaron en contra. No lo olviden.
Pero queremos resaltar cuatro ítems trascendentes que marcaron a fuego este largo e intenso año de los argentinos. A saber, el conflicto con los patrones rurales, la reunión de la Unasur en Santiago de Chile, la recuperación del sistema jubilatorio y la revalorización del Congreso de la Nación.
Juan Rulfo justifica con creces su extraordinario noviazgo con la literatura sólo con un par de libros: “Pedro Páramo” y “El llano en llamas”. Dice Eduardo Galeano que el escritor mexicano hizo el amor tan intensamente con esas bellas páginas, que luego se echó a descansar por el resto de sus días. Quizás la Presidenta argentina haya concretado en apenas un año aquellas obras que en otras gestiones demandarían el tiempo completo de la gestión. Pero, a diferencia de Rulfo, todo indica que faltan aún tres años para consolidar lo realizado, profundizando el proyecto nacional y popular en marcha.
El conflicto con los sojeros puso al desnudo la Argentina del conflicto latente y permanente entre los sectores populares y los dueños del poder, sea en su expresión doctoral o en su versión más brutal y desdentada. Es historia conocida el resultado provocado por Cleto Cobos.
La derecha no mostraba toda su saña fascistoide desde hacía décadas. Con sus mensajes perversos inauguró en las rutas un campo de batalla desde el que pujaron por destituir un gobierno elegido por el voto popular. Decía Nicolás Casullo que lo más pernicioso de ese período conflictivo fue que en la disputa por el sentido común hegemónico, los ruralistas y los poderosos medios de comunicación ganaron gran parte de la batalla cultural. Contribuyeron algunos progresistas que, en el susto, aplaudieron a los patrones rurales cual si fueran barbudos bajando de Sierra Maestra. Todos ellos violaron la palabra, la despedazaron, la trituraron, la manejaron a su libre arbitrio para imponer en el inconsciente colectivo que en la mesa de enlace estaban “los buenos” y en el gobierno, “los malos”. Venían de demonizar a Borocotó por una entrevista pero por muchísima más transfugueada, Cobos pasó a ser un héroe. En el elogio a la traición se coronó el último asalto a la verdad. Aprendimos la lección.
El Gobierno culminó con este “Llano en llamas”, se repuso y siguió andando.
Cuando parecía que finalmente el Gobierno de Evo Morales gobernaba en tiempo de descuento y que el cerco mediatico, paramilitar y sojero, avanzaba desde Pando hacia La Paz para destituirlo, la Presidenta argentina se comunicó con el Presidente Boliviano y con la Presidenta de Chile, Michele Bachelet, para convocar a una reunión de urgencia en solidaridad militante e institucional con Bolivia. Todo sucedió en menos de 48 horas. América Latina obtuvo así su credencial definitiva como continente de paz, de justicia y democracia. Sabrá el mundo entero y los sectores antidemocráticos nativos que desde ahora deberán lidiar con todo el Mercosur y la Unasur cada vez que quieran posar las garras sobre nuestros pueblos y sus gobiernos legítimamente electos. Este logro es de todos pero un poco más de la Presidenta de todos los argentinos. ¿No es motivo para sentirnos orgullosos como argentinos y latinoamericanos?
La recuperación para los trabajadores y la sociedad toda, del Sistema Público de Jubilaciones y el fin de las AFJP, es un logro estratégico que inaugura el primer cimiento del Estado moderno, inclusivo y productivo que se viene reconstruyendo desde el 2003. Es el inicio definitivo de una nueva nación, con recursos propios y autónomos. Es el “Pedro Páramo” de Cristina Fernández.
Por último, el salto cualitativo en la calidad institucional lo configura la decisión política de poner en pleno funcionamiento el Congreso Nacional a la hora de definir las políticas sustantivas de este modelo de desarrollo con inclusión social.
Es el Parlamento, quizás, el poder republicano que mayor relieve ha tenido este año a través de la inmensa tarea que condujeran los presidentes de los bloques oficialistas, el Senador Miguel A. Picheto y el Diputado Agustín Rossi, así como el Presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Fellner.
Pese a todo lo realizado, los escribas de los grandes medios siguen vociferando sus profecías del miedo y la desesperanza, mientras la oposición no muestra ningún pudor con sus infamias e injurias. El pueblo sabe lo que sufrió con ellos cuando gobernaron este bello país. Sabrá valorar que esta vez, el Estado está del lado de los humildes y que como dijo hace unas horas la Presidenta, “el futuro ha llegado y hemos decidido hacernos cargo de él”

Publicado en BAE y El Argentino del 10 de diciembre de 2008

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