Están pasando cosas como estas:
Un comerciante en Salta decide
devolver a sus clientes el dinero mal ganado durante los días febriles de la
devaluación; otro comerciante en Pinamar cuelga carteles en las góndolas de su
local advirtiendo a sus clientes que no compren las marcas que remarcaron de
manera salvaje; un librero de Neuquén devolvió todos los productos que el
mayorista pretendía entregarle con precios remarcados por demás; miles de
usuarios y consumidores convocan a no comprar en los supermercados un día de la
semana; una joven ama de casa protesta por la suba de precios y su digna
protesta llega a oídos de la Presidenta; Cristina llama a esa misma ciudadana
para felicitarla y alentarla como claro ejemplo de conducta social y solidaria.
En la orilla de enfrente pasan cosas muy
distintas:
Un poderosos empresario de la poderosa petrolera Shell decide por su
cuenta comprar millones de dólares a un precio más alto que el valor de cambio
oficial y aumentar el dólar hasta las nubes y ya que estamos, aumentar los
combustibles unilateralmente; la mesa de enlace de la patronal rural se reúne y
decide profundizar el hostigamiento político contra el gobierno democrático; un
senador republicano de los EE.UU. humilla y ofende a los 40 millones de
argentinos con sus declaraciones; unos cuantos sindicalistas y algunos
políticos de la oposición dejan entrever que desean que el gobierno caiga y se
adelanten las elecciones; un poderoso hacendado, el político opositor Ramón
Puerta, esclaviza a sus trabajadores
como en tiempos de La Forestal inglesa; unos cuantos comerciantes y empresarios
remarcan los precios hacia arriba sin otra razón que su propio interés
especulativo y depredador; la corporación mediática que encabezan Clarín y La
Nación echan más leña al fuego de la desestabilización institucional y el
desánimo colectivo, transmitiendo en cadena este asalto a mano armada contra el
pueblo.
Así está el país de los argentinos en
medio de rayos, incendios, inundaciones y tormentas varias.
Cada cual elije su juego, su espacio
y el destino que quiera para sí y su parentela.
Queda claro que no se puede ser
neutral en esta nueva puja por el poder, porque en definitiva estamos hablando
de poder cuando retratamos los distintos escenarios por donde transcurre la
vida en estos días.
O el poder lo ejercen los humildes ciudadanos
de esta tierra valiéndose de la voluntad solidaria y soberana del Estado
inclusivo.
O el poder lo ejerce, como ocurre a
menudo en el mundo tormentoso que vivimos, los soberbios dueños del poderoso
mercado.
Demostrado está que el kirchnerismo
es en esencia, con aciertos y errores, con virtudes y defectos, incompatible
con el régimen de explotación y usura financiera del capitalismo neoliberal.
Por eso es que si el gobierno cae,
ponele, no caerá nunca por ajustar el cinturón de los trabajadores, sino por querer
ajustar la conducta despiadada de los que siempre lucraron con el dolor ajeno.
Y hay que decirlo así, casi brutalmente, para que se entienda en qué punto
estamos de la puja histórica entre los dos proyectos de país.
Venimos diciendo desde hace rato que
la novedad en este siglo XXI radica en que el kirchnerismo no repite las
conductas del Irigoyenismo y del Peronismo cuando en sus respectivos gobiernos,
allá en el siglo XX, sufrieron el acoso de la oligarquía local y la banca
mundial para expulsarlos de la Casa Rosada. Por el contrario, el kirchnerismo
se planta en el centro de la escena, no impulsa ni ejerce políticas a la
defensiva, aguanta el cimbronazo de la corrida cambiaria y la balacera de
precios y editoriales maliciosos y sigue marcando con voluntad y decisión, la
agenda de la política argentina.
Si unimos la inédita y alentadora
conducta social que retratamos en la primera orilla, a manera de un rápido
muestrario, con la conducta política e institucional que ejerce el kirchnerismo
desde el gobierno y desde sus organizaciones de base, está claro también que
potenciadas y organizadas ambas coordenadas, alumbran un futuro venturoso para
la democracia y para el pueblo.
Habrá que seguir empujando en esa
misma dirección.
La defensa de las instituciones y la
defensa del proyecto nacional y popular, o si preferís, de la democracia
inclusiva, hoy son partes inescindibles de una misma causa. Por eso la batalla
cultural no pasa por llenar las plazas (todavía). Se llenarán seguramente, el 1° de Marzo cuando la Presidenta hable
ante el Congreso. Hoy la batalla se corresponde con las expresiones de una
democracia de cercanía, casa por casa, supermercado por supermercado, oficina
por oficina, vecino por vecino.
Ahora sinteticemos y analicemos el
eje medular de esta coyuntura: hay un golpe en marcha contra el gobierno democrático,
de un lado y del otro, hay una voluntad implacable del Estado por defender la
democracia.
Hay un golpe contra los bolsillos de
la gente y contra la política de distribución del ingreso y la riqueza, de un
lado y del otro, hay una voluntad social y militante por impedirlo.
¿Cómo están las relaciones de fuerza
entre los campos contendientes para prever los cursos de acción que
sobrevendrán a esta coyuntura?
Por lo que vimos hasta aquí, nos
animamos a sostener que, una vez más en la historia, el fiel de la balanza está
en la conciencia, en la unidad, en la solidaridad, en el compromiso y en la
organización del pueblo. Una sociedad que se compromete a construir una nueva
nación más justa e inclusiva, más libre y más feliz, una mejor sociedad para sí
y para las generaciones posteriores, es una sociedad imbatible.
Dijo Cristina: “…no vamos a permitir
que sigan saqueando los bolsillos de los argentinos porque además estas grandes
cadenas han invertido mucho, pero también han ganado mucho”.
O sea. La Presidenta ya eligió el
lugar que ocupará en esta historia que estamos construyendo: defendiendo a su
pueblo e identificando a los poderosos que se oponen a ese pueblo.
Sucede muy pocas veces en el devenir histórico.
Sepamos cuidar a Cristina que es una
manera de cuidarnos entre todos.
Pensemos como pensemos.
Miradas al Sur, domingo 9 de febrero
de 2014
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