domingo, 28 de febrero de 2010

ASALTO EN EL SENADO DE LA NACIÓN

PANORAMA POLÍTICO

La intensidad y la velocidad de los acontecimientos políticos de los dos primeros meses del año, constituyen la antesala del tiempo que vendrá en la Argentina a partir de mañana.
Hay puja distributiva, propia de un país que crece con un modelo inclusivo y hay otra puja de la versión más miserable de la política.
Las filas opositoras, dispersas y antagónicas, ya demostraron que su presumida unidad política es sólo un espejismo vano para cualquier construcción alternativa; juntan sus pertrechos con el sólo fin de provocar daños.
El propósito manifiesto es el de afectar negativamente la marcha del gobierno nacional, al precio de provocar, si logran efectivizar sus planes, daños irreparables a las instituciones de la democracia y a las condiciones de vida de los sectores populares y de quienes apuestan al desarrollo económico del mercado interno.
Lo ocurrido en el Senado de la Nación es un fresco de este tiempo y un retrato ingrato de algunos actores principales.
La sola lectura de la página institucional del Senado es una demostración del manoseo que esos opositores propinan al legítimo juego del sistema democrático.
Se define allí como “bloques políticos” a los ámbitos conformados por legisladores reunidos por “su afinidad política e intereses comunes” y se agrega que “el objetivo principal es el de mantener un criterio y estrategias políticas coherentes frente a los diversos problemas e iniciativas que se plantean”.
En la actualidad han quedado conformados 23 bloques. Veamos como están conformados y abordemos algunas conclusiones.
Existen 15 monobloques, es decir, compuestos por un solo senador. 6 bloques están integrados por 2 senadores. La Unión Cívica Radical cuenta con 14 senadores y el Bloque PJ-Frente para la Victoria con 31 senadores.
Queda claro que el bloque mayoritario, el del oficialismo, dobla en cantidad al segundo y supera por una treintena al resto.
Entonces ¿de qué democracia hablan los opositores cuando proclaman la defensa de las instituciones y a renglón seguido violan las mejores tradiciones del parlamentarismo? Amontonan a diestra y siniestra con el único fin de asestar un golpe al gobierno y negarle al bloque oficial su legítimo derecho a ocupar el lugar que le corresponde en las Comisiones donde se deciden las leyes que hacen a la gestión y la gobernabilidad.
¿Es o no es un asalto a cara descubierta y a plena luz del día? ¿Cómo justifican que mediante el ardid del amontonamiento dejen en minoría al bloque mayoritario?
En la Cámara de Diputados ocurre lo mismo.
El artículo 55 del Capítulo VII del Reglamento, titulado “De los bloques” es categórico al señalar que “los grupos de tres o más diputados podrán organizarse en bloques de acuerdo con sus afinidades políticas”. Sin embargo la realidad es otra. Veamos.
Existen 15 monobloques, es decir, integrados por un solo diputado. 5 bloques cuentan con 2 legisladores. Los 3 bloques de tres miembros cada uno empiezan recién a cumplir con el reglamento. Luego están 3 bloques de 5 integrantes, 2 de 6, 1 de 7 miembros y los espacios mas amplios que son el del Pro con 11 diputados, la Coalición Cívica con 19, el peronismo federal con 29, el radicalismo con 43 y el Frente para la Victoria que cuenta con 87 legisladores.
Nótese que el bloque oficialista, igual que ocurre en el Senado, también dobla en cantidad a su inmediato contrincante.
De nuevo la pregunta ¿Es o no un impune asalto a las reglas y normas de la democracia negar la legítima representatividad obtenida por el bloque mayoritario?
No queríamos aburrirlo con los números pero creíamos conveniente correr los cortinados del Parlamento para desnudar esta maniobra opositora de minorías dispersas que lograrán sus propósitos destituyentes en tanto puedan sentar en un mismo grupo a una diversidad tan brutal como la que intentan reunir en ambas Cámaras legislativas.
Por otra parte, si bien todas las verdades son relativas, hay descripciones que no lo son. Y por lo que sabemos 87 es mucho más que 43 y 31 es más que el doble de 14.
Hacer política debería significar decir la verdad antes que nada. Y cuando se escucha vociferar a Gerardo Morales proclamando que desde ahora se terminó el absolutismo y se deberá debatir la suerte del gobierno en el recinto, habrá que recordarle que las principales medidas de transformación estructural que adoptó el gobierno desde el 2003 a la fecha, pasaron siempre por la aprobación del Congreso.
¿O no se enteró aún que la Ley de Medios fue debatida en las calles pero también en el Parlamento?
Por estos andariveles transcurrirá una parte importante de la política. Es lo que corresponde en democracia. Aunque la realidad es mucho más compleja, rica y diversa.
A medida que el proyecto nacional y popular profundice su rumbo, como es de preveer lo seguirá haciendo, las filas opositoras se verán en la necesidad de contrabalancear mediaticamente su aparición pública y será posible asistir a expresiones desmesuradas, bochornosas y orillando la extrema derecha en cada ocasión que cuadre.
Un ejemplo es la actitud de Elisa Carrió impulsando el boicot a la Apertura de Sesiones del Congreso; otro es el de Eduardo Duhalde dando a entender su renovado apoyo a un indulto a Videla y cabe suponer, a todos los genocidas que están siendo juzgados por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura.
Hace ya tiempo que la democracia y la memoria descolgaron el retrato de Videla de las paredes institucionales. Y ese símbolo tan expresivo de la política de derechos humanos iniciada con Néstor Kirchner y continuada por la Presidenta Cristina Fernández no tiene marcha atrás.
La sólida defensa gubernamental de la soberanía en nuestras Islas Malvinas, constituirá sin dudas un capítulo de honor en este año del Bicentenario patrio. De nada valdrán los augurios apocalípticos de la derecha política y mediatica en un país que sigue creciendo.
En este marco, mañana se abrirán las escuelas en todo el país y la Presidenta inaugurará las sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación.


Jorge Giles. Miradas al Sur 28 de febrero de 2010.

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