domingo, 27 de abril de 2014

El kirchnerismo y la evolución de las especies


Confesamos que en una primera versión esta nota portaba de título: “El gorilismo y la involución de las especies”.
Pero como somos optimistas empecinados preferimos este título más esperanzador y constructivo.
Además, hoy es domingo 27 de abril, el mismo día que Néstor Kirchner inició en el año 2003 el camino ascendente que hasta hoy continua.
Que el recuerdo de aquella jornada nos dé la perspectiva histórica.
La corrección política nos lleva a reafirmar el concepto positivo que nos merece la unidad de sectores diferentes en un solo espacio opositor de derecha.
Decimos entonces alborozados: “Ahora sí se podrá competir claramente entre un espacio de centro izquierda y otro de centro derecha”.
De un lado el movimiento nacional, popular y democrático que lidera Cristina Fernández de Kirchner.
Del otro, el espacio neo-aliancista que se acaba de conformar, llamativamente, sobre el escenario de un teatro y en los estudios de TN y que viene a sumarse a los espacios ya conformados por las huestes de los dirigentes de derecha, Mauricio Macri y Sergio Massa.
Es decir, que mientras la centroizquierda presenta un escenario unificado que gobierna el país con un claro liderazgo,  la derecha es un archipiélago con tres islotes flotantes: el Faunen, el Massismo y el PRO.
Así al menos, es hasta ahora.
Todo bien.
Pero ¡ay!...el alma y el cuerpo dicen otra cosa.
Porque no se escuchan palabras opositoras que alienten a creer o suponer que todo lo logrado en estos últimos años se podrá sostener si gana esa derecha que ya no pugna por encontrar su destino. Nos queda en claro, por lo que ellos mismos declaran, que su destino manifiesto es la ruptura de la cadena evolutiva de la sociedad para volver hacia atrás uno por uno los eslabones que forjamos colectiva y esforzadamente en este nuevo siglo. 
Que nadie se equivoque. No se trata de apoyar o derrotar al peronismo kirchnerista. Se trata de empujar o de trabar las aspas del molino que construyó el kirchnerismo en estos 11 años para que podamos tener estos vientos que hoy despeinan la melena de los chicos en las plazas del barrio y en el patio de la escuela, la melena de los jóvenes saltando alegres al compás del Indio Solari y la melena de la abuela meciendo su justa movilidad jubilatoria como nunca antes.
El alma y el cuerpo no se equivocan: la fragmentada oposición sigue unida al cordón umbilical del país neoliberal y corporativo y el sólo hecho de pensar que podrían volver a gobernar, nos hace correr un frío de espanto y desolación que va del cuello hasta el huesito dulce de la parte de atrás.
Usted me entiende.
Mientras esto ocurre, la militancia nacional y popular hoy debatirá en el Mercado Central las próximas tareas por venir. Esta actividad, como las que continuarán luego, es demostrativa de que si algo irrumpió como una novedad creciente en esta década, junto a los logros del  gobierno, es precisamente la musculatura organizativa y participativa del proyecto.
La militancia kirchnerista debatirá el futuro, anuncian en la convocatoria. Es todo lo contrario de períodos anteriores donde el gobierno que se despedía, a esta altura del partido, preparaba las valijas, ordenaba el archivo, realizaba un balance llenando las columnas del debe y el haber, hacia la plancha y a otra cosa mariposa. 
Y entonces vale la pregunta: ¿cuál es la diferencia sustantiva entre el kirchnerismo y los demás espacios de la política?: la existencia de un proyecto de país. Y es precisamente eso lo que está en debate en la Argentina.
En la orilla de enfrente, la alianza recientemente conformada por el radicalismo y el socialismo, más pequeñas fuerzas residuales de la vieja política, tienen por el momento encerrada bajo 7 llaves la fiera de la discordia que los dañará ni bien abran la boca. Ni hablar de plenarios conjuntos. Ya empezó a suceder con las estocadas de Carrió y las respuestas que recibió de sus aliados. Es absolutamente falso el planteo de algunos analistas acerca de que la piedra de la discordia de este nuevo espacio de la derecha pacata se llama “Macri si o Macri no”.
La piedra de la discordia está en su propia barriga.
Por eso no pueden más que consensuar un manifiesto leído en el acto de lanzamiento, porque cuando hablan de a uno, se convierten rápidamente en autitos chocadores.
Honremos la memoria.
Era el 27 de abril de 2003. Cuando llegó la noche, con los resultados ya consolidados, un Néstor más que emocionado decía desde la Casa de Gobierno de Santa Cruz, en su Río Gallegos:
“La Argentina, luego de muchísimo tiempo, quedará ante dos modelos claros de país: el del ajuste, la exclusión, el que endeudó a la Argentina y el modelo de la producción, el trabajo y la estabilidad, que no es propiedad de partido alguno, ni de quien les habla. Convocamos a todos los argentinos a construir un modelo de igualdad…No voy a hablar de alianzas, la alianza fundamental es con el pueblo argentino; es hora de respetar la memoria de los argentinos”
Lo que vino después es conocido. Menem arrugó ante la segunda vuelta y se volvió a su casa en Anillaco dejando en orfandad casi definitiva a sus fieles seguidores.
Y Kirchner ganó, como dice Cristina, con más desocupados que votos.
El país era otro.
El 25% de la población económicamente activa estaba desocupada; el Banco Central tenía apenas 8 mil millones de dólares de reservas y 46.000 predios rurales de la pampa húmeda estaban hipotecados. Sólo para indicar tres referencias dramáticas.
Si Ernesto Laclau, el respetado académico que recientemente nos dejó, ligó la teoría política con el psicoanálisis de Lacan, no sería disparatado ligar la teoría de la evolución de Charles Darwin con lo que viene ocurriendo en la sociedad argentina.
O sea.
El kirchnerismo sería algo así como la demostración empírica, institucional y cultural de la evolución de la especie humana; mientras que el gorilismo, en cualquiera de sus renovadas facetas, es la demostración de que siempre es posible involucionar.
Por suerte, es la evolución la que está en nuestra naturaleza. Y no su contrario.

Miradas al Sur, domingo 27 de abril de 2014


domingo, 20 de abril de 2014

El amor nunca pasa de moda

El tiempo transcurre lentamente, pero los sucesos cotidianos se atropellan en su vértigo diario.
 
Quizá sea necesario parar por un instante el juego y pensar y repensar el país que vivimos y el siglo que habitamos. Sólo de ese modo seguiremos cambiando y acertando el rumbo.
 
Que la inflación, que la inseguridad, que el pibe muerto a palos en una calle del barrio, que todo pinta mal según la tele… que paren el mundo que me quiero bajar, como decía Mafalda allá lejos y hace tiempo.
 
¿Pero qué está pasando de verdad?
 
Cuando a finales de los años setenta del pasado siglo, creyeron que mataron al último militante nacional, popular y revolucionario.
 
Cuando luego borraron del mapa al llamado “mundo socialista”.
 
Cuando se apolillaron y anquilosaron todas las palabras que bajaban del diccionario “comunista”, “marxista leninista”, “subversivo”, “peronista” y/o “maoísta”.
 
Cuando se acomodaron para degustar la más preciada cena que les tenía reservada la convertibilidad neoliberal del menemismo en los años noventa.
 
Cuando toda esa faena acabó por suceder y era el fin de la historia y de las utopías y era el fin del trabajo y de las chimeneas, el poder financiero, mediático y trasnacional sintió ese vértigo y mareo que provocan los vacíos cuando uno se asoma a un precipicio.
 
Y fue entonces cuando aquel “enemigo” claramente identificado en tiempos de la “guerra fría” como “comunista”, mudó hasta convertirse en “terrorista árabe”, “narcoterrorista”, “inmigrante ilegal”, “pibe chorro”, o simplemente, “populista”.
 
La cuestión era señalar el blanco en la mira de un poder voraz que para seguir dominando y colonizando nuestras democracias, precisa siempre de un enemigo público declarado y reconocido como tal por la mayoría de la población.
 
La estrategia es tan antigua como la humanidad. Ya lo hemos tratado y desarrollado aquí en distintas circunstancias y coyunturas políticas.
 
Y no es que la historia se repita, sino que la historia puja para un lado o para el otro según sean las relaciones de fuerzas que se construyen, desde el pie hasta el sombrero de la sociedad.
 
En esa instancia estamos.
 
Los linchamientos criminales que se sucedieron en distintos centros urbanos clase medieros; la crispación explosiva de algunos automovilistas y transeúntes que ven el mundo con los ojos que intercambian con la TV, la radio y los diarios dominantes; el “dejar hacer, dejar pasar” a la convivencia narco-policial que dominó Rosario hasta que llegaron las fuerzas federales de la democracia; el negativismo pernicioso y mediocre de una oposición partidaria, empresaria y sindical que ha perdido hace rato la brújula de la realidad, son todos síntomas y a la vez factores que contribuyen a tironear del fundillo de la historia para arrastrarnos de nuevo al peor de los mundos; a un mundo violento, un mundo de excluidos, un mundo donde manda el dios mercado y el dios dinero, un mundo a medida de la sonrisa editada de un candidato como Sergio Massa.
 
Esa porción de la realidad que describimos, es la que convive y se solapa con la realidad más totalizadora que vive nuestro pueblo y que, por ejemplo, se expresa en los casi 2 millones y medio de turistas que se desplazaron a lo largo y ancho del país en este fin de Semana Santa.
 
Pero esta realidad, en toda su plenitud, no tiene prensa. O tiene poca difusión. O la tiene difusa y tergiversada.
 
Para empardar al menos, los medios democráticos deberían repetir durante todo el día los pormenores del mega operativo de seguridad en Rosario; repetir las voces que escuchamos andando por sus calles y que aplauden la medida y que dicen que ése es el camino y no la represión militarizada y violenta.
 
Para empardar al menos, deberíamos ver a cada rato, como estamos viendo en vivo y en directo, a las familias paseando en los centros turísticos, disfrutando de una buena comida y entretenimiento.
 
Para empardar al menos deberían repetir el último discurso de la Presidenta llamando a mantener la memoria histórica de este pueblo y traducir en términos simples el proyecto de ley para combatir el fraude laboral y promocionar el empleo registrado.
 
Sólo la memoria nos salvará, escribimos tiempo atrás.
 
Ahora le agregamos: el valor de la palabra.
 
Cuando el Indio Solari habla y canta ante una multitud de 180 mil personas en Gualeguaychú, está recuperando la palabra esperanzada; por eso la alegría salta hasta cabecear las estrellas y hace el pogo más grande del mundo.
 
Por allí hay que buscar la huella.
 
En un país acosado por las operaciones del miedo, esas que convocan con trompetas de muerte a volver hacia atrás todos los relojes y calendarios, que suceda lo del Indio y suceda lo que está sucediendo este fin de semana, es demostrativo que lejos de sentirnos derrotados por la desesperanza, hay mucho, pero mucho más, para celebrar la vida.
 
En ese andarivel hay que moverse siempre.
 
La alegría es un don divino para algunos, pero debiera ser para creyentes y agnósticos, una condición indispensable para construir una mejor sociedad y ser mejores personas.
 
¿Nos damos cuenta que es eso lo que se está definiendo en esta coyuntura?
 
La vida nos facilitó como nunca antes la fotografía sepia de lo viejo y la acuarela en colores de lo nuevo que anida entre nosotros.
 
Fijate: el gobierno de Cristina impulsa el combate al desempleo y al trabajo esclavo; mientras los dirigentes que llamaron al paro de transporte del pasado 10 de abril no dijeron ni mu sobre ese tema tan crucial para los trabajadores.
 
La esclavitud y el cinismo son lo viejo. La democratización del trabajo es lo nuevo.
 
Fijate más: nuestra recuperada YPF cumplió sus primeros dos años de vida; en Tecnópolis se celebró el Encuentro Federal de la Palabra y Luis D’Elía brindó una clase pública en la TV sobre la pasión y el amor en tiempos de odio.
 
Ése es el tono muscular del país que estamos construyendo. Lo contrario es el resentimiento de los que sólo piensan en sus privilegios. En esa disputa se nos va la vida.
 
Digan lo que digan, el amor nunca pasa de moda.
 
O sea.
 
Venceremos.
 
Miradas al Sur, domingo 20 de abril de 2014

domingo, 13 de abril de 2014

El paro general y el silencio de los espacios infinitos




Alguna vez el filósofo, físico y matemático Blas Pascal acuñó esta frase: “Me espanta el silencio eterno de esos espacios infinitos”. 
Hablaba de la desproporción del ser humano.
Cuánta armonía guarda esa idea de Pascal en el lejano siglo XVII con lo que en estos días  nos viene espantando a muchos ciudadanos.
Es que la oposición mediática parece una serie de espacios infinitos que se suceden unos al otro sin otra razón que acallar el murmullo de las voces cercanas y lejanas que estaban guardadas en el arcón de los olvidos y el desamparo, hasta que las hizo visibles el proyecto de país que hoy conduce Cristina y que hasta ayer nomás, condujera Néstor Kirchner.
Como verán, queremos meternos de a poquito en el análisis del paro convocado por el tridente sindical que comulga con el candidato del poder mediático, Sergio Massa.
Dejó mucha tela para cortar el paro incompleto del  jueves pasado y no hay que apresurarse a sacar conclusiones.
La pereza del intelecto, la comodidad del  “corte y pegue”  y el hastío social para con esa vieja dirigencia, nos llevaría, por ejemplo,  a decir rápidamente que fue un “paro político” e imposible de medir en sus alcances por “la ausencia de transporte público”.
Y no queremos ir por ese lado. Porque todo paro, como toda acción de los hombres, es necesariamente político. Y porque los paros generales, por tradición gremial, incluyen a los gremios de transporte.
Sí se podría decir con mucho más solvencia, que fue un paro político partidario.
Para demostrarlo, basta con indagar apenas sobre la piel del maridaje sindical, económico y mediático que se puso en danza y advertir que la espalda legislativa del Frente Renovador de Massa es la diputada Graciela Camaño, la de la trompada cobarde a otro legislador, esposa y socia de Luis Barrionuevo.
O bastaría con recordar el acto donde Martín Redrado, la espalda económica y manager de la gira de Massa por Wall Street y el Departamento de Estado de los EE.UU. iniciada el Día de la Memoria, presentó a ese mismo Barrionuevo como ejemplo mayor del sindicalismo criollo.
Preferimos que cada uno complete la larga lista de eventos y declaraciones que demuestran el maridaje descripto. Por una cuestión de espacio y de salud mental. 
Conclusión: fue un paro estimulado por el monopolio mediático de Clarín y La Nación, usufructuado políticamente por Massa y cuyo cuerpo de infantería fue la mesa del terror conformada por los sindicalistas Moyano, Michelli y Barrionuevo.
Y como en las ciencias sociales la ley del gallinero es una categoría política, al trotskismo extraviado (perdón por la redundancia) le tocó la “estratégica” tarea de incendiar las gomas en los piquetes de ese día.
La lección remozada que deja este paro es que, aunque menguada, la oposición al proyecto que preside Cristina conserva aún capacidad de daño.
No están en condiciones (y quizás ni les interese) de convocar “a las masas”. No hay densidad motivacional ni causa legítima para entusiasmar al pueblo desde la desesperanza. Pero sí disponen de instrumentos que les facilita el poder económico real para agitar una medida odiosa y antipopular y presentarla en las tapas de los diarios, como una medida amorosa y en defensa de todos.
No convocan a las masas, pero sí al miedo.
Entonces, el peor pecado es cansarse y terminar por subestimar esa capacidad de daño de la oposición mediática.
El que se cansa, pierde.
¿Y contra quién fue dirigida esa capacidad maligna de la que venimos hablando? ¿Contra el gobierno kirchnerista? ¿Contra el peronismo y el progresismo K?
No y mil veces no.
Que nadie se confunda en la parada y tome el ómnibus equivocado.
Este jueves pasado, el país en general y los trabajadores y los sectores medios en particular, perdieron centenares de millones de pesos en su economía (por el parate laboral, comercial y de consumo)  y al mismo tiempo corrieron el peligro de caer varios escalones en el nivel de conciencia política colectiva. 
Preguntémonos por si acaso: ¿con este paro se eleva o se atrasa el nivel de conciencia social?
Justo cuando estamos aprendiendo y ejerciendo que la política es la mejor herramienta de transformación de que disponen los pueblos; justo cuando estamos aprendiendo y ejerciendo que a los precios hay que cuidarlos porque no los sube el gobierno como nos hicieron creer durante años, sino los empresarios voraces que son la flor y nata del neoliberalismo que anda suelto por las cuevas del poder; justo cuando estamos aprendiendo y ejerciendo que con las paritarias, los trabajadores disponen de toda la libertad para negociar salarios y condiciones de trabajo; justo cuando el Estado nacional dispone realizar el mayor operativo de la historia argentina contra el narcotráfico en la ciudad de Rosario; justo cuando el FMI nos vuelve a condenar como país por impulsar políticas de redistribución social y producción industrial; justo cuando logramos discernir colectivamente entre el país real y el país virtual que nos pintan los medios…¿justo ahora le hacen un paro general al gobierno nacional, popular y democrático?
La cosa es más compleja de lo que parece.
Fue un paro que intervino directamente en la disputa cultural que vive la Argentina desde el 2003, formando fila en el sitio que les tenía reservado Magnetto.
Esa es la hondura de lo ocurrido el jueves.
¿Cuál es la novedad en términos históricos?
Que al frente de las fuerzas populares que mayoritariamente irían a trabajar si hubiese habido transportes ese día, hay un gobierno que no afloja el brazo en la pulseada, consciente que cualquier muestra de debilidad arrastraría al país inexorablemente hacia esos espacios infinitos que aterraban a Pascal.
Nuestro filósofo de cita diría que somos la nada frente al infinito y un todo frente a la nada.
El murmullo y el canto de las multitudes pondrán, más temprano que tarde, las cosas en su justo lugar.
El gobierno cumplió con su deber y respetó el derecho a huelga.
La oposición sigue sin respetar el derecho a trabajar y a circular los sueños libremente. 

Miradas al Sur, domingo 13 de abril de 2014

domingo, 6 de abril de 2014

El amor pasa a la resistencia


Este país que somos fue capaz de atravesar alguna vez  la peor de sus tragedias y no se dio por vencido.
No cayó en el “ojo por ojo” ni en el revanchismo que algunos pregonaban.
“A más odio, más amor”, fue lo que se dijo e hizo al salir de la larga noche del terrorismo de estado.
Se ha dicho tantas veces lo mismo y sin embargo una parte de la sociedad no se da por convencida. ¿Qué les pasa? ¿Qué parte de la historia argentina no logran entender de una vez por todas? ¿Qué tributo de sangre hay que seguir pagando para que aprendan a amar al otro como si fuera a ellos mismos?  
No vamos a sumarnos a los tantos análisis enroscados de estos días sobre  el ataque a mansalva a presuntos criminales. Que si sí. Que si no. Que esta ley de acá. Que esta ley de allá.
No hay que dar tantas vueltas para decir las cosas por su nombre: los que atacan en masa a un ser humano para pegarle en la cabeza, en los riñones y en el bajo vientre hasta matarlo, son sencillamente criminales, son asesinos, son homicidas, son violentos antisociales. Y por tanto, deberían pagar sus crímenes en la cárcel.
Y el falaz argumento que utilizan algunos para justificar estas acciones criminales, los hace cómplices necesarios. 
También están los que se esconden tras la frase chabacana: “Vos hablas así porque no te pasó nada igual”.
Reflexionemos juntos, a ver si no nos pasó a todos lo que sigue.
Resulta que este país que somos, tal cual dijimos al comienzo, pudo derrotar un día a la dictadura que lo sojuzgaba y entonces, se abrieron las rejas de todas las cárceles, se desenterraron las fosas donde estaban escondidos los huesos de nuestros muertos queridos, se vendieron pasajes y entregaron pasaportes para que los exiliados vuelvan. Y los ex presos políticos y los perseguidos y las Madres y las Abuelas  se encontraron por fin en libertad para formatear la democracia que recuperábamos.
El hecho maravilloso fue que con todos los dolores a cuesta, con todas las marcas de las torturas y de la humillación a la condición humana, con todas las ausencias irreparables, salieron a exigir  justicia y solamente justicia.  
15 mil exiliados. 20 mil presos. 5 millones de desocupados. 30 mil desaparecidos.
¡Y ningún hecho de venganza!
¿No somos acaso un país extraordinario y maravilloso? Porque a diferencia de otros países (alcanzaría con nombrar a España) no se evitó la falacia de la mal llamada “justicia por mano propia”, a cambio del olvido colectivo.  
No, no, no. Aquí se hace justicia como manda la ley y la conciencia humana.  
Tardó pero llegó.    
Videla no murió por el ataque de una horda de antiguos guerrilleros reciclados y madres rencorosas que al grito de “viva la muerte” lo atacaron una noche de invierno al salir de la parroquia. Videla murió debidamente  juzgado y condenado por delitos de lesa humanidad en una cárcel. Y así pasa con otros genocidas. Por eso vale esta pregunta aunque suene a inocente y quizá lo sea: ¿por qué los violentos patoteros de estos días no aprenden de aquella ejemplar conducta social que se ejerció también en este país que somos?
Hasta aquí lo colectivo. Pero no es toda la verdad de esta grieta antisocial; porque una cosa es el linchamiento de un pibe pobre con cara de pobre, con lenguaje de pibe pobre, con ropa de pibe pobre y otra cosa muy distinta, es la poderosa usina de intereses económicos y políticos que los estimula, que los “vende” mediáticamente con el mejor ropaje de “hartazgo social” y que les sirve de plataforma electoral a la derecha más ruin y miserable que también tiene este país que somos.
Así como la Presidenta dijera el último 2 de Abril recordando a los Caídos en nuestras Islas Malvinas, que el verdadero propósito de la usurpación británica es la presencia de una poderosa base nuclear de la OTAN en las islas, deberíamos decir que la verdadera causa y efecto de los hechos de violencia que aquí condenamos es la misma razón de ser de la derecha: quieren volver a reconstituir a machetazos una sociedad sin memoria, sin verdad y sin justicia. Y para ello hay que limar los barrotes del lado más oscuro de la especie humana para que el hombre de las cavernas se sienta legitimado para actuar a como se le dé la gana.
Por eso no es casual sino causal que los mismos medios y los mismos políticos que se opusieron a la democratización de la justicia, hoy sean los que “comprenden”  el uso de la ley del Talión.
Ahora ya sabemos por qué se negaron a la justicia legítima: porque la prefieren así, tan salvaje, cínica y cobarde, tan ilegitima.
Y  ya que hablamos de los Ex Combatientes, de aquellos pibes de 18 años que fueron arrastrados a la guerra para ser bombardeados por el colonialismo inglés y estaqueados por sus propios jefes argentinos, preguntémonos: ¿algunos de ellos acaso fue a buscar venganza al domicilio particular de los oficiales y suboficiales que los maltrataron y los silenciaron al regreso de Malvinas?
Los que lograron reconstituir su humanidad, los que no se suicidaron como dolorosamente lo hicieron cientos de ellos, los que siguieron medianamente enteros, optaron por crear sus centros y agrupaciones y así escapar de la soledad que le imponían los cuarteles y una sociedad que vivía acuartelada con sus propios miedos. 
¿No tienen nada que aprender de ellos los asesinos y patoteros que se hacen llamar “justicieros”?
No entender ni saber enmarcar históricamente la violencia de la calaña que hoy vemos, es no saber nada de nuestra propia historia como país que somos y no valorar ni un poquito  la riqueza moral profunda  que atesora este pueblo en sus entrañas.
Es válido concluir, en consecuencia, que estamos en medio de una nueva arremetida violenta del poder económico y mediático.
Empujan a matar a los supuestos pibes chorros para demoler el Estado democrático.
No quieren Estado regulando el mercado. No quieren Estado protegiendo nuestra soberanía. No quieren Estado administrando justicia.
Con los monopolios, el colonialismo y el homicidio en masa, pretenden suplantarlo.
Con nuestro  amor en la mochila, hay que seguir resistiendo.

Miradas al Sur, domingo 6 de abril de 2014