miércoles, 6 de febrero de 2019

Con los ojos bien abiertos


Así como estamos, Argentina camina sobre la cornisa de su disolución como república. Nunca antes, en democracia, fuimos testigos de un manoseo semejante a la justicia. Se digitan jueces, causas y condenas, como si nada.
Ahí está la horrible decisión de secuestrar la causa de los aportes truchos a la campaña de Cambiemos. ¿No te indigna? Ahí están las prisiones políticas de Milagro Sala y otros ex funcionarios del gobierno anterior. Ahí está la muerte apresurada de Héctor Timerman clamando justicia. Ahí están las miles de pequeñas empresas que cierran porque se muere el mercado interno. Ahí están los cientos de miles de trabajadores despedidos a lo largo y ancho del país. Ahí está la escandalosa posición de colonialismo explícito de la política exterior. Ahí están los compatriotas durmiendo en las calles y buscando comida entre los residuos. ¿En serio no crees que estamos en la fase previa a la disolución como nación soberana?
Hay que parar con esta locura.
La fase final la implementarán en caso de volver a ganar las elecciones. Chau país, si ganan de nuevo. Chau jubilaciones, chau educación y salud pública, chau ciencia, chau deporte nacional, chau Argentina.
Antes no nos creíste. Te morfaste el cuento de la “campaña sucia”. ¿Y ahora qué me decís?
El conformismo de una buena parte de la sociedad es una mancha venenosa que amenaza ahogarnos como comunidad organizada. Están los compatriotas que dicen “esto no da para más”; pero todo sigue igual. Están los que sentencian que “la gente no come vidrio”. ¿Será así? Y están los imprescindibles, los que se movilizan, se organizan y no se rinden ante un enemigo que se hace fuerte en toda la región, justo en la etapa que el capitalismo, como sistema de producción, está siendo devorado por una dinámica financiera que niega la producción y el trabajo que son pilares del sistema.
El mundo se está yendo al demonio. Y en su retirada, el imperialismo, que sigue existiendo aunque te suene feo nombrarlo, busca hacerse fuerte en “su patio trasero”. O sea, nosotros, Latinoamérica toda. Es que el mundo se concentró a tal punto que los poderosos buscan asegurarse el dominio de los recursos naturales, agua y petróleo principalmente. ¿Somos conscientes del mundo caótico en el que estamos? Todo transcurre a la vista de todos y a la velocidad de la luz. Mientras aquí nos entretienen discutiendo la agenda que nos imponen los medios hegemónicos y ese seudo-periodismo berreta, mediocre, de analfabetos políticos de variado pelaje, los centros de poder preparan ya la fase de consolidación cultural de su dominio.
La Argentina es una metáfora de su propia suerte. Quizá siempre fuimos así. Atamos los caballos en la pirámide de la Plaza de Mayo para enfrentar al centralismo del puerto. Cruzamos cadenas y canoas para enfrentar a la flota anglo-francesa, la más poderosa del planeta, aquel 20 de Noviembre de 1845. Nos mojamos las patas en la fuente para liberar a Perón y parir el peronismo un 17 de Octubre. Las Madres se pusieron un pañal en la cabeza para buscar a sus hijos desaparecidos. Eran metáforas liberadoras. En cambio ahora prevalecen las metáforas de la decadencia. Por ejemplo: se taparon las cloacas de los tribunales de Comodoro Py y el olor fecal inunda todo el edificio, sus cortinados, sus sillones, los despachos de los señores jueces, sus expedientes, sus corbatas, sus pantalones.
Habrá que ponerse el bastón de mariscal en la mochila y salir a campo abierto a sembrar conciencia, a informar con la verdad, a sacar las máscaras de los saqueadores de nuestro patrimonio cultural, político, económico y social. Hay que articular las luchas de las filas más coherentes del movimiento obrero y los movimientos sociales, con la batalla de ideas a través de las redes y el periodismo que hace honor a Rodolfo Walsh. Porque aunque nos cueste admitir, mucha gente sí gusta de comer vidrio. Son unos fenómenos para recibir gustosos la papilla que les sirven desde los medios dominantes.
La única partera de la sociedad es la movilización popular. No es la violencia, ni las mentiras que trafican los medios hegemónicos, ni los aprietes de la potencia del norte, ni las patrullas perdidas del infantilismo ideológico.
La vida nos enseñó que nada ni nadie, por iluminado que se crea, puede reemplazar al pueblo como categoría política. En un año electoral donde se juega la suerte de esa añeja e inconclusa disputa entre el destino de ser patria o ser colonia, es esencial reafirmar algunos conceptos que ayuden a comprender mejor el tiempo histórico que vivimos. Será mucha la épica y la mística que se necesitará para remontar esta cuesta. No alcanza con la caída vertical de Macri en las encuestas. Ni con el avance sostenido de Cristina.
O nos despertamos todos o nos duermen a todos para siempre.
Creemos que es mejor estar con los ojos bien abiertos. Sobre todo si te declaran la guerra. Como Larreta y Vidal declararon a los maestros, por ejemplo.
Que así sea.

jueves, 31 de enero de 2019

Caso Nisman: La victoria de la verdad




Con  el pronunciamiento público de la AMIA se derrumba definitivamente la mayor operación de inteligencia política y mediática contra la ex  presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El duro comunicado de la Mutual de la Comunidad judía dirigido a las autoridades de la DAIA, exigiendo el retiro de la querella contra la ex presidenta en la manoseada causa del  Memorándum de Entendimiento con Irán y el presunto encubrimiento del  mayor atentado terrorista contra el edificio mutual, viene a sumarse al retiro ya producido en la misma causa por la viuda del fiscal Nisman, Sandra Arroyo Salgado.
La noticia no es para festejar, sino para reflexionar acerca de la naturaleza del proceso abierto en la Argentina a partir del trágico suicidio de Nisman: un proceso asentado en la mentira.
Los oscuros intereses mancomunados por la derecha local y ciertos poderes internacionales usaron esa muerte para enlodar la figura de Cristina y la del canciller Timerman. ¿Con qué interés? Con el interés de derrotar en las urnas al gobierno nacional y a sus candidatos pocos meses después. Y así sucedió.
Siempre supieron que el de Nisman fue el suicidio de un hombre desesperado que había quedado solo y devastado al momento de ir al Congreso a defender lo indefendible: la falsa acusación contra Cristina. Nisman sabría, seguramente, que toda su acusación contra el gobierno de Cristina era un disparate total en términos jurídicos y diplomáticos. 
Siempre supieron que, acertados o equivocados, Cristina y Timerman sólo buscaban pistas, datos, pruebas, declaraciones, que en el país o en el exterior ayudaran honestamente a encontrar la verdad sobre el atentado y juzgar definitivamente a los culpables directos e indirectos de aquella verdadera masacre que conmovió para siempre al conjunto de la sociedad argentina.
Siempre supieron que eran ellos los que mentían. Hablamos de ellos todos: los que alentaban la querella, los que transformaron un suicidio en un “asesinato”, los que se atrevieron a rebatir sin pudor alguno al director general de la INTERPOL y al mismísimo Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia, los que operaron impúdicamente arrojando misiles mediáticos sobre la cabeza de la gente. Que esos periodistas cómplices se hagan cargo de sus mentiras ahora.
Esos tipos y esas tipas no tienen escrúpulos, no tienen vergüenza, no tienen honor. Fueron capaces de usar un cadáver para guionar una operación política. No usan las herramientas que da la democracia para dirimir proyectos políticos diferentes. Mienten siempre. Mintieron en campaña y mienten ahora cuando afirman desvergonzadamente que “este es el único camino”.
Por este camino ya perdimos en el 2018 más de 170.000 fuentes de trabajo. Por este camino aumentó la indigencia y la pobreza a límites escandalosos para la condición humana. Por este camino todos los días cierran comercios, talleres, fábricas, restaurantes, teatros, cines. Por este camino cerrará el país entero si los argentinos no somos capaces de cambiar drásticamente el rumbo en las calles y principalmente en los próximos comicios.
Hay que decirlo bien claro: esta operación que hoy se derrumba fue la que provocó la muerte de Héctor Timerman. No olvidar, es un deber.  Esta operación causó la prisión y el juicio a varios ex funcionarios y simpatizantes del gobierno anterior. Esta operación asestó mediáticamente el golpe de efecto que posibilitó el gobierno que hoy tenemos los argentinos.
Ninguna mentira debe quedar impune. Por eso es de esperar que la justicia, más temprano que tarde, juzgue y  condene a los responsables de tamaña perversidad.
La memoria de Timerman y la memoria de las víctimas de los atentados terroristas se lo merecen,  en primer lugar.  
Y también se lo merece la vapuleada honorabilidad de Cristina Fernández de Kirchner.

lunes, 21 de enero de 2019

Todo está por suceder





El panorama político deberá encender indefectiblemente, entre febrero y marzo, las primeras luces del escenario mayor donde se definirá la suerte de la Argentina para la próxima década. Ni apresurados ni retardatarios, creemos que se acerca la hora de nominar la candidatura (¿o no?) de Cristina Fernández de Kirchner.
Es interesante observar y analizar la dirección principal de las acciones políticas divergentes que suceden al interior de los bloques en pugna: del oficialismo por un lado y del heterogéneo campo opositor por el otro.
Mientras el oficialismo se desvela en fórmulas que puedan expresar la necesidad de dividir candidaturas para evitar quedar todos atrapados en la caída vertical de su principal figura en octubre, el peronismo en su más amplia acepción, por el contrario, hace ingentes esfuerzos por concentrar fuerzas como requisito esencial para lograr la victoria electoral y recuperar el gobierno nacional el 10 de diciembre próximo.
Veamos de qué tratan estos movimientos, inconclusos aún.
Todas las miradas del oficialismo están puestas en lo que va a decidir finalmente la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. ¿Desdoblará las elecciones provinciales de las nacionales? Se preguntan comiéndose las uñas rabiosa y angustiadamente, unos y otros. Los que la impulsan para que se diferencie de Macri, le dicen que adelante el cronograma de cabotaje, sin tener en cuenta las consecuencias irreversibles  que supondrá semejante definición. Para hacerla corta: si va por ese lado su  decisión, significará anunciar anticipadamente la derrota del proyecto neoliberal en octubre. Vidal se convertirá en la sepulturera de Macri y ella misma no tendrá chances ni oxígeno político suficiente para remontar la cuesta arriba que le espera a su propio gobierno provincial. No hay PRO sin Macri y no hay Vidal sin el PRO.
Agreguemos de yapa a esta consideración, la ola de denuncias y demandas políticas que recibiría Vidal por el enorme costo económico que significará para los contribuyentes bonaerenses la división injustificada de las elecciones. ¿El oficialismo meterá la mano en la lata del presupuesto sólo para satisfacer los anhelos personalistas de la gobernadora? Empezarán preguntando. No hay ni habrá excusa creíble para este interrogante. Allá ellos.
Por el lado opositor todas las expresiones, a borbotones como sucedió siempre en el movimiento popular, apuntan a suponer que la única decisión política acertada es la convocatoria a la más amplia unidad.
El que divide las pagará muy caro en términos de representatividad a futuro. El que divide juega para Macri. El que divida saca los pies del plato. Todo eso se dice y se dirá en adelante.
Es que la unidad ya no es una opción, es una obligación patriótica. No es, la unidad, una táctica electoral, sino una estrategia para salvar a la Nación y al pueblo, sin exagerar un ápice en esta definición.
Nótese que los que intentan dividir por el centro o por la derecha del espacio opositor, hacen malabarismos para ocultar sus designios pro-macristas. Es que la de ellos es una política ilegítima, mentirosa, tramposa, porque busca en definitiva dividir el voto opositor para favorecer al gobierno. Y ese estigma los perseguirá para siempre.
En octubre se batalla por el proyecto de país que queremos y no por egos partidocráticos.
Y a sabiendas que el desafío de reinventar la Argentina requerirá de un liderazgo muy fuerte y con la inteligencia, la experiencia y el coraje suficiente para semejante épica, seguimos convencidos que hay un solo nombre para conducir, más temprano que tarde, los destinos del país de los argentinos: Cristina Fernández de Kirchner.
Que así sea.

www.agenciatimon.com