miércoles, 4 de marzo de 2015

Apuntes militantes


Significado histórico y consecuencias inmediatas de este 1° de Marzo
1.- Un gobierno, un proyecto político y una líder popular que después de gobernar 12 años es capaz de convocar a un acto con la presencia de más de 400 mil personas en la Plaza del Congreso para acompañar el Informe a la Nación de la Presidenta, constituyen en sí mismo un dato histórico inédito en todo tiempo y lugar.
Es un nuevo récord para la joven democracia de los argentinos.
2.- “Verticales en el Proyecto y horizontales en la construcción”, pareciera ser la consigna y la llave que debería abrir la próxima coyuntura rumbo a las elecciones de Octubre, previo tránsito por las PASO.
Sobre estos dos ejes señalados analicemos ahora el lugar dónde estamos parados en este momento crucial de la historia argentina.
Lejos del regodeo facilista del exitismo siempre estéril, así en política como en la vida toda, diremos que la multitud reunida el 1° de Marzo da cuenta de la fortaleza y la madurez que alcanzó el proyecto de país que nos gobierna desde el 2003.
Por primera vez amplios sectores de la sociedad hacen suyo, racional y emotivamente, la defensa intransigente de un gobierno y el modelo político, económico, social y cultural que representa y expresa.
La multitud se expresó ese día como sólo se expresan las multitudes cuando están convencidas de una causa que la sienten suya. No debe quedar afuera de ningún análisis que se precie de objetivo y serio que la composición de la Plaza se nutría de pueblo organizado y de pueblo suelto; digámoslo así para entendernos. Pero los dos sectores no se diferenciaron en nada cuando de expresar su adhesión y compromiso con Cristina se trató. Todos cantaron, todos escucharon atentos el mensaje presidencial, todos lloraron emocionados, todos compartieron consignas peronistas-kirchneristas, alfonsinistas, izquierdistas, socialistas, todas consignas nacionales y populares. Se quebró felizmente la vieja liturgia de los actos tradicionales previos al kirchnerismo donde el ombligo partidario hacia girar las manecillas de los sectarismos al punto de centrar la gravedad política de cada acto en el lugar pretendidamente privilegiado que cada sector ocupaba en la escena y cuál consigna se imponía a la otra cantada por otros compañeros no tan compañeros.
Se empieza a hacer costumbre, una sana costumbre, poder participar de actos kirchneristas con consignas comunes, con respeto mutuo de las distintas partes de su conglomerado complejo, más allá de los empujones propios de una masa ardiente que camina y se abre paso, con un liderazgo común que conduce a todos, con un espíritu masivo alegre y no crispado y con el protagonismo notorio de la mucha juventud que se convoca.
El mejor fresco de época, hoy, sería una pintura con el piberío cantando y familias enteras participando con ellos.
Este 1° de Marzo se inició un nuevo ciclo histórico, justo cuando los que van a contramano de la historia, se ilusionaban pensando que era el fin del kirchnerismo.
Alpiste.
Por eso Cristina no se despidió, sino que saludó el nacimiento de lo nuevo.
Es como amasar la historia a cielo abierto. El kirchnerismo empieza a ser eso. No tiene su contrincante en ninguna figura partidaria de la oposición, sino en los viejos y los nuevos poderes fácticos que digitaron y dominaron la gobernabilidad de este país durante más de siglo y medio. Si así no fuera, si el kirchnerismo sólo representara una fracción partidaria en el tablero político electoral, no se entendería la pasión multitudinaria cantando consignas de amor y de batalla contra el poder real de los poderosos de adentro y de afuera.
Tamaña responsabilidad conlleva darse cuenta de este peso sobre la historia que tiene el proyecto que conduce Cristina. Muy especialmente vale el testimonio popular, para el arco militante de Unidos y Organizados. Habrá que hacerse cargo de este dato, como pueblo, en esta hora en que nos preparamos para cruzar la calle sin que Néstor ni Cristina nos lleven de la mano. Ya estamos maduros y es necesario hacerlo.
Ahora bien, se puede concitar la adhesión, pasiva o activa, de las masas a un proyecto político que acierta en defender con eficiencia los intereses económicos y políticos de esas masas. Pero el 1° de Marzo de 2015 se pudo comprobar, a ojo vista, que esas masas están enamoradas de su líder, es decir, de Cristina Fernández de Kirchner.
O sea, están más allá de la simple adhesión a un gobierno.
Permanecer desde las 10 de la mañana hasta las 18 horas, con la lluvia cayendo sobre sus cabezas, sólo para escucharla y después procurar el guiño cariñoso de la mano extendida para saludarla, es amor del puro. Un amor colectivo que nos remite al amor que sólo pudo concitar Eva Perón en nuestra digna historia de nación y pueblo.
Son estos trapos al viento los que habrá que defender y expresar cuando llegue Octubre. No da igual cualquier candidato. No da igual cualquier consigna. No da igual parecerse a los contreras en los modales y en las amistades frecuentadas por quien sea el elegido para sucederla.
A Perón le sucedió algo parecido cuando no pudo ser candidato en 1973 y tuvo que elegir a quien represente la mística del eterno retorno a los años felices. Y no eligió al más modosito y perfumado entre los suyos. Eligió al más leal y al más y mejor identificado con aquella juventud maravillosa que le puso el pecho a la hermosa locura de traer a Perón desde el destierro.
No hay comparación posible, quizás, en los tiempos políticos y en las circunstancias. Sólo se trata de aportar al torbellino de ideas que andan revoloteando las cabezas y los sueños de los justos que se identifican como kirchneristas.
“Prohibido equivocarse” es otra consigna posible y necesaria que se impone a la hora de nombrar al mariscal de campo que tendrá el honor de llevar el bastón mayor en la próxima puja electoral.
Qué dudas cabe que Cristina seguirá siendo la única líder y la única conductora en el amplio movimiento que se viene gestando desde hace 12 años. Quizá por eso mismo, el candidato a Presidente deberá ser tan leal con este proyecto de país que se parezca al menos un tanto así a Cristina; en el temple, en las convicciones y en el coraje necesario para profundizarlo.
Y aquí es donde sostenemos la idea de no transigir en lo más mínimo con la defensa de la verticalidad conceptual del proyecto político. El candidato es el proyecto, dicen los carteles y los muros militantes. Por eso mismo, el candidato y los candidatos principales a cubrir las distintas responsabilidades políticas e institucionales en la próxima etapa deberán dar prueba que expresan el proyecto en cuerpo y alma. Son los que tendrán en claro dónde está el enemigo y donde los amigos del pueblo. Son los que deberán seguir avanzando en la huella que inició Néstor Kirchner y profundizó Cristina.
Y para lograr esta intransigencia radical (aquella del “que se rompa pero que no se doble”) se deberá armonizar tal concepto y convicción con la necesaria amplitud horizontal en la construcción virtuosa de un nuevo Frente Nacional para la Victoria.
Hay que construir más temprano que tarde un sostén orgánico que represente y exprese a todo ese ancho pueblo que se vio en la Plaza del Congreso este 1° de Marzo.
A mayor verticalidad del Proyecto, mayor horizontalidad en la construcción política.
El kirchnerismo es la nueva expresión de masas del movimiento nacional y popular, donde el Peronismo articula junto al sujeto social más dinámico en todo proceso histórico, la juventud, el nuevo tejido social y cultural que se ha puesto en marcha. De esta realidad hay que hacerse cargo. Si no se piensa en esta categoría histórica se corre el grave riesgo de morir en el intento de acumular cargos electivos que, por importantes que sean, no definen la historia sino hay proyecto ni estrategia a largo plazo.
En este marco de análisis, es posible creer y sostener convencidamente, que los principales dirigentes de este Frente deberían ocupar todos los casilleros de la escena política. A cada cual le llegó su hora.
Es hora de pasar al Frente.
*Jorge Giles

lunes, 2 de marzo de 2015

Quiero volver a la Plaza frente al Congreso


Quiero volver a la Plaza frente al Congreso
Quiero buscarla en la multitud hasta encontrarla y llenarla de besos y de abrazos
a esa muchacha múltiple que lloraba acongojada mientras escuchaba a la Presidenta de los argentinos y a ese compañero que también lloraba sin pudores
Quiero volver a bañarme en esa multitud maravillosa que es el pueblo cuando canta una consigna de amor y de batalla
Quiero volver a la Plaza y verlo nuevamente: el hombre de unos cincuenta años, quizá un poco más, se paró en la vereda casi al llegar a Congreso, se acomodó las vendas que cubrían su pierna izquierda herida de la rodilla al tobillo, se ajustó fuerte el nudo y siguió marchando, alegre, con su bandera al viento. Ninguna vieja herida le impediría el paso.
Quiero volver a esa Plaza donde la niña espera ansiosa que pase la Presidenta para verla y si es que puede hacerlo, tocarle las manos trepada en brazos de su madre como esperando un milagro
Quiero escucharla hasta el último suspiro que me quede en vida gritando a voz en cuello: “Cristina, Cristina” y Cristina que la mira y saca medio cuerpo por la ventanilla de la combi hasta tocarle las manos y la niña que se mira las manos y llorando nos cuenta a los que mirábamos con asombro y emoción: “Cristina me tocó las manos”
Me doy vuelta y veo a un pibe contándole tembloroso a otro pibe que a él también le tocó Cristina y el milagro nos cobijaba en medio de la lluvia que caía alborotada
Camino media cuadra y me animo a mirarme las manos pudorosamente, para comprobar qué ausentes estaban de Cristina
“Esta vez ganamos”, me grita un compañero
“Claro que sí” lo aliento, lo abrazo, lo consiento
La pantalla muestra en grande la entrada de la Presidenta al Parlamento
Y allí lo veo.
Es el mismo pibe que sintió el tableteo de metralla y cañones derribando su casa y matando a sus padres
Es el mismo pibe que de grande se hizo militante para seguir resistiendo en defensa de sus sueños
Es el mismo pibe golpeado, apresado, torturado, muerto a palos cuando el 20 de diciembre de 2001 corrió hasta la Plaza a defender a las Madres
Es el mismo pibe que juró como diputado pensando en sus viejos y en los 30 mil como sus viejos
Es el mismo pibe que este primero de marzo no paraba de sonreír mirándola a Cristina
Alguna vez escribí una prosa que se llamó: “Un país que se parece a Wado”. Y allí estaba Wado completando la parábola. Y yo desde la Plaza que le hacía la Ve como si él me viera.