domingo, 29 de junio de 2014

Una mujer, un pueblo


Allí está Cristina junto a su pueblo.
Unidos, firmes, sabios, dignos y valientes.
Hay que saber interpretar y vivir este momento; no es para cualquiera.
El calendario del futuro seguramente lo calificará como un momento histórico.
Porque la historia está pasando por la puerta de la patria en los días que corren. Y Cristina es quien conduce los destinos de este pueblo y al hacerlo como lo viene haciendo, ayuda a conducir a todos los pueblos de la América Latina y a todos los sectores sociales de ese costado del mundo que sigue resistiendo contra el viejo poder de la codicia y el saqueo.
De este modo, una lucha desigual y sin cuartel se desarrolla a nivel planetario.
La Argentina se enfrenta al poder financiero mundial concentrado, con una decisión inclaudicable: la de ser un país soberano, digno de ser parte de lo mejor de su propia historia y de lo mejor de la historia del continente americano.
Queda claro para todos los mortales, que a Paul Singer, al Tea Party republicano, al juez Griesa y a todos los fondos buitres internacionales les interesa robar de un zarpazo letal el capital acumulado por el pueblo argentino y su Estado en estos últimos años; pero mucho más les interesa poner de rodillas una nación como la Argentina,  que viene batallando desde el 2003 para dejar atrás lo peor de la triste etapa iniciada con la dictadura civil-militar en 1976 y cuyas políticas neoliberales, Martínez de Hoz-Cavallo mediante,  alcanzaran su esplendor en la década de los 90.
O sea, ya en democracia.
Subrayemos esto para que no queden dudas de quién es quién en la historia que estamos escribiendo. 
Cual si fuera Mansilla en la Vuelta de Obligado, el ministro Kicillof traza y destraza para volver a trazar sólidas cadenas sobre el río indomable y soberano que los nuevos invasores de la flota colonial buscan infructuosamente hacer claudicar para su entero dominio. Su misión principal es evitar que se lleven gratuitamente y de arriba este atropello imperial que se dictaminó en un texto judicial tan ruin como vergonzoso. Y lo viene logrando.
Demuestra así que no basta con ser corajudo. Hay que ponerle inteligencia y picardía al coraje. Y  Axel Kicillof y todo el gobierno nacional se mueven con la sagacidad que requiere esta nueva batalla decisiva para nuestra integridad como nación.
Para comprender la anchura y la profundidad que se están amasando en esta coyuntura, diremos que es la segunda vez que en democracia se está a un paso de cuajar la unidad latinoamericana de una vez y para siempre. La vez anterior fue contra el ALCA con los eternos presidentes Néstor Kirchner, Lula y Chávez inaugurando una nueva etapa en la historia continental, signada por la unidad y no por la dominación imperial.
Triste paradoja: pero la vez anterior a esa batalla de Mar del Plata contra el cowboy George Bush,  fue la que se desarrolló durante la guerra de Malvinas en 1982. Todos los pueblos y gobiernos de la región, salvo uno, se unificaron alrededor de la Argentina y su causa mayor de soberanía. Pero claro, se partía de una falla de origen que impedía consolidar dicha unidad: la protagonista central era la dictadura. Y como señaló nuestra presidenta, ninguna guerra se gana contra los pueblos. Y por si no alcanzara el argumento, hay que recordar que el ejército sudamericano nace con San Martín y Bolívar desde el macizo concepto de “un pueblo en armas”.
Esta vez es distinto en casi todos los planos.
No hay dictaduras, manda la democracia en el continente; no hay falsas divisiones entre nuestros países, manda el MERCOSUR, la UNASUR, la CELAC, EL G-77 más China.
No hay sumisión al poder financiero dominante a nivel mundial, hay dignidad en nuestros pueblos y sus gobiernos.
No hay fragmentación entre la Causa Malvinas y la causa soberana contra esta deuda injusta.
La dictadura defendía y promovía la causa de Malvinas como una forma de tapar su aberrante genocidio y su complicidad y rapiña con la deuda externa.
La democracia y su gobierno, en cambio,defienden infatigablemente la soberanía en Malvinas con la misma convicción con que defiende la soberanía económica de nuestro pueblo y nación. 
Para decirlo de otro modo: el fin de época marca la diferencia. Una época signada por el neoliberalismo rapaz que se llevaba puesto al mundo con aires doctorales, está llegando a su fin en estas comarcas.
Quizá no le  veamos nunca la cara a dios, pero al diablo sí que le vimos la cara, el pico y las garras; y que nadie diga nunca más que no lo sabía o que eran puros inventos de analistas mal intencionados.
Una nueva época ha comenzado a brillar en la América del Sur.
Y por eso cruje, tiembla, tensa el ambiente y conmueve los corazones. 
Todo esto sucede al mismo tiempo que se denuncia judicialmente el trabajo esclavo en los campos de la familia del presidente de la Sociedad Rural.
Los procesos de cambio, cuando son verdaderos, se distinguen porque en su vientre se gesta una nueva sociedad, más justa y más libre. No se demoran las causas sociales en nombre de las causas nacionales. O viceversa.
Una alimenta a la otra.
Salvando las distancias, los enemigos del pueblo hacen algo parecido.
Por eso, que a nadie extrañe aquella denuncia contra la patronal rural ni el nuevo plan del gobierno para aumentar el poder adquisitivo de los asalariados en medio de la batalla contra los fondos buitres, como a nadie extrañe que estos sean defendidos impúdicamente por los grandes medios de comunicación.
Si a bordo de los buques de la flota anglo-francesa que atacó en la Vuelta de Obligado en 1845, viajaban deshonrosos argentinos que traicionaban y vendían a su patria, a bordo de esta embestida del poder financiero, se desplazan las plumas reales de los medios cipayos. Y el político que dice que hay que pagar todo al contado como manda Griesa. Y el sindicalista patotero que le hace coro.
Es que la historia se escribe no sólo con los actos heroicos, sino también con la baba que dejan los seres despreciables.
La cuestión es evitar que ganen los segundos y asegurar que salgan victoriosos los primeros.

Miradas al Sur, domingo 29 de junio de 2014




domingo, 22 de junio de 2014

La patria es la memoria



Veníamos bien, demasiado bien para que nos dejen seguir nuestro camino sin tendernos otra emboscada.
Y lo hicieron nuevamente.
Esta vez el fuego graneado partió del domicilio del mismísimo imperio, allá en el norte del mundo.
Pero no vamos a analizar aquí las cuestiones leguleyas del fallo del juez Griesa, ni la actitud maliciosa de la Corte Suprema de ese país del norte, ni caeremos en la trampa de confundir los enemigos, los de adentro y los de afuera.    
Vamos a conversar entre nosotros, vamos a abrazarnos como quienes van a una batalla por el honor de la patria, vamos a darnos fuerza y coraje en nombre de nosotros mismos. Vamos a honrar la vida y la memoria de Néstor Kirchner que fue el que nos hizo recuperar este hermoso país que somos.
Gracias a él y a Cristina, volvimos a sentir la patria y el viejo orgullo nacional que andaba escondido y malherido entre los archivos de la historia.
Eso sí: hay que escuchar y registrar cada palabra, cada frase, cada declaración de los que en lugar de apuntar su encono hacia la guarida hedionda de los fondos buitres, lo apuntan contra el gobierno de su propio país, es decir, contra sus compatriotas.
Guardemos todo en la memoria para cuando haga falta.
Abundan las voces que proclaman “la impericia del gobierno” con la misma perversidad con que lo hace el psicópata libidinoso que acusa a la víctima de una violación por usar pollera minifalda. “Si usas pollera corta, hacete cargo”, dicen los miserables.     
De igual modo, dicen, “si te animas a enfrentar a los poderes financieros que dominan el mundo, si no aceptas ponerte de rodillas cada vez que te ordenan las corporaciones, entonces, hay que hacerse cargo de tal irresponsabilidad”, expelen.
Ay patria mía.
Veníamos bien, demasiado bien, ordenando el desorden con que dejaron la casa después del 2001 y del último tirón del mantel que con la trepada del dólar ilegal y otros menesteres provocaron a principios de año.
Salimos de esa encerrona, desfiló victoriosa la campaña de Precios Cuidados y la querida YPF. Volvieron los trenes. Creció el consumo. Se cerraron con éxito las Convenciones Colectivas de trabajo. Creció la recaudación fiscal y creció la AUH y las Jubilaciones. Se puso un torniquete al desempleo tan temido y anunciado por las usinas del terror que hacen guerra de zapa contra las posiciones nacionales.
Pero hubo dos momentos que decidieron apurar esta nueva emboscada a la que estamos sometidos los argentinos desde el 16 de junio pasado.
Qué triste fecha, patria mía. 
El acuerdo final con el Club de París fue uno de esos momentos y la invitación a Cristina, es decir, a la Argentina, a la próxima cumbre del BRICS, fue el otro.
Los sudacas argentinos, esos negros de mierda, esos peronistas incorregibles, esos tipos que fueron capaces de decirle “No al ALCA” ¿ahora pretenden construir junto a otros países de la periferia un nuevo orden mundial?
Era demasiado para el paladar de los poderosos. Por eso el tiro por elevación también es contra la UNASUR, la CELAC y el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Es como si la  Séptima flota armada hasta los dientes con misiles financieros, quiera amarrar sus bestias en el puerto de Buenos Aires para imponer el nuevo orden internacional, como ya lo hicieron en Grecia, en España, en Italia, en el resto del mundo. Y como lo hicieron aquí con Martínez de Hoz y Domingo Cavallo. 
Calma. Mucha calma. No hay que abrirles las puertas ni las ventanas para evitar que entren a nuestra alcoba con sus voces de miedo.  
Hay que leer El Eternauta nuevamente.     
“Si al enemigo lo miramos de rodillas, parece invencible. Si nos ponemos de pie, podemos”, enseñó San Martín; y el mismo Libertador dijo en la Orden General del 27 de Julio de 1819 que “A la guerra la tenemos de hacer del modo que podamos; si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos tiene de faltar; cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos trabajen nuestras mujeres, y sino andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios: seamos libres, y lo demás no importa nada...”
Cristina, su ministro Axel Kicillof y todo el gobierno siempre condujeron bien la nave del Estado en aguas turbulentas. Como si nunca hubiera sosiego cuando se decide defender el honor, la soberanía y la dignidad de un pueblo y una nación que se precia de tal.
Calma, mucha calma, la nave sigue en muy buenas manos. No aceptemos cumplir ninguna otra Orden General que la que emane del gobierno. No le hagamos el juego a los especuladores. Que no nos gane el odio ni el desánimo. Es eso lo que pretenden cuando las editoriales y los titulares redactados en las cuevas de la mafia mediática corporativa son escupidos de las bocas ruines de los que mirando a cámara dicen como los buitres: “la culpa es toda suya, señora presidenta”.
El otro Padre de la Patria, ese Manuel Belgrano que honramos más que nunca este 20 de Junio, desde Rosario al Museo Malvinas, junto al pueblo y sus Granaderos, solía decir a los que se desanimaban frente a la desigualdad  de las fuerzas en pugna que “el miedo sólo sirve para perderlo todo”.
Ese es el sabio consejo que debemos seguir. Sin verborragias altisonantes, pero sin medias tintas, defendiendo la patria.
Nada nos será fácil ¿o acaso alguna vez fue fácil defender este proyecto de país que sostiene el gobierno nacional?
Para esos buitres imperiales, costra putrefacta del capitalismo del siglo XXI, tampoco les será fácil acabar con los pueblos del mundo que hoy posan su mirada sobre la suerte final de los argentinos. 
En nuestro destino se juega el destino de muchos pueblos y naciones.
Si estos poderes facciosos continúan con su rapiña, atentarán contra sus propios países. Y ahí los quiero ver.
Deberían saber, además, que en estas tierras americanas ningún poder extranjero pudo establecer una cabecera de playa de una vez y para siempre.
“La patria es el otro”, dijo la Presidenta.
Es preciso que hoy lo recordemos quienes habitamos este lugar soberano que,  orgullosamente, es nuestro lugar en el mundo. 

Mirada al Sur, domingo 22 de junio de 2014

domingo, 15 de junio de 2014

Las Malvinas ya tienen domicilio propio





Las Islas Malvinas ya tienen domicilio y techo propio; y desde ese techo cuelga el avión Cessna 185 que piloteó Miguel FitzGerald en 1964 para llegar a Malvinas, desplegar una bandera azul y blanca  y proclamar en nombre de su pueblo que esas islas australes eran, son y serán por siempre argentinas.
Un milagro de amor acaba de suceder: fue el 10 de junio pasado cuando la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró el primer Museo nacional dedicado íntegramente a la Causa Malvinas. 
Lo maravilloso está a la vista de todos.
Cruzando el amplio y bello jardín del Museo, se aprecia una escultura en chapa de barco, que expresa el drama del Crucero “ARA-General Belgrano” en el preciso instante de ser impactado por el ataque británico en 1982. Y el alma se estremece, como si se escucharan todavía los ayes de dolor de los caídos.
Un espejo de agua simula a su alrededor el mar Atlántico y en el centro del espejo, las Malvinas emergen con todo su esplendor.
La bandera patria envuelve todo el contorno y de tan alta que es, parece confundirse con el mismo cielo. No estamos haciendo una metáfora simplona y de ocasión; simplemente es así lo que se ve.
El nuevo domicilio de Malvinas no está en cualquier lugar; está en el Espacio de la Memoria, el que recuperamos junto a Néstor Kirchner en la ex ESMA.
Allí donde supo fijar alguna vez su domicilio el reino del terror de la dictadura; donde fueron torturados y desaparecidos decenas de miles de hombres y mujeres; allí donde estuvo Rodolfo Walsh expirando su último aliento de amor y compromiso; donde estuvieron las monjas y las Madres, los obreros y los estudiantes, los artistas y los pensadores que pensaban en un mundo más justo y más libre, allí está representada ahora la Causa Malvinas como nunca estuvo en lugar alguno.
No es un Museo de la guerra, claramente no lo es. Ni es el capítulo final de ninguna historia. Es el comienzo de una nueva etapa de nuestras Malvinas y de sus viejas y sus nuevas heridas y de su brazo extendido hacia esa Patagonia a la que definitivamente pertenece.
Se hace trizas aquí, en este Museo de la vida de Malvinas, el concepto reaccionario que sostiene que las islas son sólo un par de rocas inservibles. Además, si así lo fueran, también serían nuestras rocas argentinas.
Pero no.
Con objetos históricos y proyecciones visuales de última generación tecnológica, se puede apreciar la rica fauna y la rica flora de las islas. Allí están los petreles y los albatros que unen la costa continental patagónica con Malvinas, ida y vuelta. Y está el elefante marino que les permitió a nuestros científicos del CENPAT-CONICET comprobar que era cierto nomás que   navega el Atlántico de Patagonia a Malvinas y desde allí a Georgias y después pega la vuelta como quien vuelve a casa sin perderse jamás.
Las Malvinas tampoco perdieron el rumbo en su larga carta de navegación. Este Museo lo recuerda y lo demuestra por si alguien se creyó que el olvido se impondría alguna vez.
Lo maravilloso empezó a suceder desde el día de su inauguración.
Cuando Cristina cruzó la amplia puerta de entrada del Museo Malvinas, la Argentina que soñamos siempre, la de la unidad nacional, la de los jóvenes, la de las Madres de Plaza de Mayo con Hebe de Bonafini al frente, la de los Hijos, la de los 30 mil desaparecidos, la de los ex Combatientes y los Veteranos de la Guerra de Malvinas, la de las Fuerzas Armadas reencontradas con su pueblo, la de los radicales de Irigoyen, Illia y Alfonsín, la de la izquierda de Raymundo Gleyzer, la Argentina de Dardo Cabo y sus compañeros del Operativo Cóndor aterrizando en Malvinas con sus 7 banderas en 1966, la del Gaucho Rivero resistiendo al colonialista inglés hasta las últimas consecuencias y la patria de Luis Vernet y la del Comandante de Malvinas Pablo Areguatí, un indio guaraní que parió la patria junto al Ejercito de Manuel Belgrano, esa Argentina unida estaba allí como si fuera un faro hacia el futuro.
¡Qué me van a hablar de “unidad” al lado de Magnetto!
Este nuevo domicilio de la patria es un lugar de encuentro entre diversas culturas y miradas. Razones le sobran a la Presidenta cuando dice que este Museo expresa la construcción histórica más grande que se haya realizado sobre la soberanía en Malvinas. Es que aquí se puede sentir el viento de  Malvinas, su vida, su pasión, su muerte y su resurrección. Pero lo más importante es que está pensado como un lugar de encuentro nacional y  profundamente latinoamericano.
Cuando el relato liberal y mitrista de la historia quiso dividirnos para poder someternos a los intereses colonialistas, utilizó a menudo la brecha que media entre lo social y lo político, entre lo nacional y lo popular, entre lo cultural y lo diplomático, entre lo soberano y lo humano.
Quiso el proyecto de país que nos gobierna desde Néstor a Cristina, que este Museo construya todos los puentes que fueran necesarios para poder unir definitivamente esas categorías y otras que se quieran agregar.
En la misma sala donde se expresa en toda su desnudez el horror que sembró la dictadura, allí donde se ve a la Madre del pañuelo blanco portar aquel cartel con un grito desgarrado que afirmaba que “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”, allí donde se defiende a voz en cuello la causa de los Derechos Humanos, allí también se defiende la dignidad heroica de nuestros ex Combatientes.
Si el peor colonialismo es el cultural, como dijo Cristina, el Museo se propone ser un lápiz que escriba una nueva hoja de ruta hacia el futuro que queremos construir  nosotros, los argentinos. No es una unidad de las zonceras, como diría Jauretche, sino una unidad llena de convicciones por un país donde entremos todos.
Y si alguien duda que aquí habita el futuro, tendría que observar a ese puñado de guías que de tan jóvenes que son, miran de reojo y admirados esa sala de los niños, la de Paka-paka, la que mira al sur, la que dirá con Zamba jugando en el Museo que más pronto que tarde volveremos a Malvinas en nombre de la paz, de la memoria y de la soberanía.  

Miradas al Sur, domingo 15 de junio de 2014



domingo, 8 de junio de 2014

Que me perdonen los muertos de mi felicidad




Ya es una costumbre para mucha gente buena saludarse con el amigable refrán que dice que “ya no pensaba volver a vivir lo que estamos viviendo”.
Y vaya la paradoja, también es un refrán usado por la gente ofuscada con el gobierno de Cristina, aunque en sentido opuesto al primero enunciado.
Unos estallan de amor. Otros, de odio y rencor.
Digamos la verdad: la historia de los argentinos no registra antecedente igual durante tantos años, de vivir así como vivimos en tiempo tan prolongado.
Esta vez no vamos a revalidar títulos bien ganados por el proyecto de país que nos gobierna con fundamentos emitidos por el propio gobierno o agencia alguna relacionada con él. Lo haremos con el último Informe mundial sobre la protección social 2014/15 de la Organización Internacional del Trabajo.
De izquierda a derecha y viceversa, todos piensan en la OIT cuando de confesionario serio,  a nivel internacional, se trata. A Ginebra van los que se quejan de la situación laboral o la falta de convenios colectivos o la denuncia recurrente, dolorosa y necesaria contra la explotación infantil y el trabajo indecente y  los gobiernos autoritarios que aun dominan  buena parte del mundo.
Se cita una resolución o fallo de la OIT como quien cita a una verdad revelada en el Antiguo o el Nuevo Testamento. Se cuestionan a otros organismos multilaterales, pero a la OIT, muy difícilmente se la cuestione.
Pues bien, esta semana la OIT puso a la Argentina como ejemplo en materia de cobertura social destacando muy explícitamente y sin rodeos que el país es un verdadero ejemplo de las naciones de ingresos medios que amplían su nivel de cobertura social, resaltando en ese marco el rol de la Asignación Universal por Hijo.
Dice la OIT que la Argentina, por medio de la AUH ha logrado la “ampliación de la cobertura a las familias de los desempleados y los de la economía informal, que fueron descubiertos con anterioridad”.
Dice la OIT que el país ha logrado la universalidad de la cobertura debido a que “además de los 4,3 millones de niños que ya están cubiertos a través de los otros regímenes, como asignaciones familiares contributivas y la rebaja de impuestos, el esquema ahora proporciona beneficios a 3,3 millones de niños, lo que representa el 29 por ciento por ciento de todos los niños menores de 18 años”.
Dice la OIT que la AUH “alcanza el 70 por ciento de los niños que viven en la pobreza, entre el 80 y el 90 por ciento de los niños muy pobres y que reduce la proporción de niños pobres y muy pobres en un 18 y 65 por ciento” respectivamente.
Dice la OIT que “el índice de Gini muestra una caída de aproximadamente un punto porcentual como resultado del esquema. El impacto combinado de los regímenes contributivos y no contributivos redujo la desigualdad en aproximadamente un 5 por ciento”. 
Dice la OIT que “El total de ingresos del 10% más pobre de la sociedad se incrementó en aproximadamente un 30 por ciento como consecuencia de la prestación”.
Dice la OIT que hay que reconocer como un logro la extensión del programa a las mujeres embarazadas porque “este programa no contributivo complementa el subsidio de nacimiento proporcionada por el sistema de seguro social. El programa cubre el 22% de los nacimientos en Argentina en 2011, cubriendo un promedio de más de 66.000 mujeres por mes entre mayo de 2011 y junio de 2012”.
Y dice la OIT que celebra la reglamentación del plan Progresar como un avance en la cobertura social, ya que “la mayoría de los países han ampliado la cobertura a los trabajadores anteriormente excluidos, como los trabajadores no fijos en Alemania y Japón, los trabajadores por cuenta propia en Austria y los jóvenes en Argentina”.
Y dice la OIT que reconoce ampliamente todos los esfuerzos realizados desde el Ministerio de Trabajo para sostener los altos niveles de cobertura, a partir de distintos instrumentos como los Seguros de Desempleo, el REPRO (Programa de Recuperación Productiva), el Seguro de Capacitación y Empleo; y el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo.
Y concluye finalmente el Informe anual de la OIT destacando, en definitiva, que la Argentina ha logrado tener un programa de asistencia para cada necesidad: Niñez y Familia, Transferencias de efectivo para la capacitación, programas de empleo público, maternidad, pensiones y salud. 
O sea. Lo dijo la OIT. No lo inventamos nosotros, los que tenemos fe.
Podrán seguir negando la Plaza de Mayo llena el último 25 de Mayo. Podrán negar el rotundo éxito en las negociaciones por poner fin a la deuda con el Club de París. Podrán negar la importancia estratégica de la invitación a participar de la próxima Cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica). Podrán negar el récord reiterado en los ingresos mensuales por Ganancias y por mayor consumo. Podrán negar la pronta universalización de las Jubilaciones. Podrán negar el próximo abrazo que en el predio de la ex ESMA se darán en los próximos días la memoria, la verdad y la justicia con la defensa inclaudicable de nuestra soberanía en Malvinas. Podrán negar el sol, la luna y las estrellas. Podrán negar la realidad, definitivamente extraviados y delirantes.
Pero no podrán negarnos que sigamos cantando aquella canción de Silvio Rodríguez que esta vez los argentinos que nos identificamos con los intereses del pueblo y la nación, la queremos cantar como si fuera nuestra. Y quizá lo sea.
Su nombre es: “Pequeña serenata diurna”.
Permítannos susurrarla en homenaje al periodismo de la verdad, mientras seguimos leyendo el Informe de la OIT.
Como si fuera nuestro, aunque no lo sea.  
“Vivo en un país libre, cual solamente puede ser libre en esta tierra, en este instante y soy feliz porque soy gigante; amo a una mujer clara que amo y me ama sin pedir nada
o casi nada, que no es lo mismo pero es igual.
Y si esto fuera poco, tengo mis cantos que poco a poco muelo y rehago habitando el tiempo, como le cuadra a un hombre despierto.
Soy feliz, soy un hombre feliz, y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad”.

Miradas al Sur, domingo 8 de junio de 2014
 

domingo, 1 de junio de 2014

El Club de Axel Kicillof


Cuando fueron gobierno, los opositores decían que no se podía gobernar ni acordar ni vivir ni comer ni respirar si no estaba presente el FMI para certificarlo. 
Son los socios fundadores del club de la dependencia.
La sonrisa del ministro Axel Kicillof, que pertenece a un club muy distinto, es la mejor respuesta a semejante mediocridad cultural y política.  
Asistimos al final del ciclo neoliberal en este lado oculto del planeta.
La hegemonía, como categoría política, ya no la ejercen los que siempre la ejercieron. Si así fuera, nada de lo hecho en estos años hubiese sido posible.
Kicillof demostró explícitamente que es posible negociar en clave de soberanía e independencia económica. Y es por eso que los cipayos se desbocan de rabia en los días que corren. 
Igual que los fondos buitres, hubiesen preferido que no haya acuerdo y así tenían letra para seguir disparando aquí y afuera contra el gobierno de Cristina.
Pero el kirchnerismo sorprende a propios y extraños, como si estuviera siempre en la víspera de algo nuevo. 
Cuando crees que lo mejor ya pasó, que la década ganada es una cucarda bonita para lucirla orgulloso en cada fiesta patria y que nadie hizo más que este gobierno por los sectores populares, una nueva noticia te despabila y te aclara que el kirchnerismo es sólo el instrumento del país que aún está por venir.
Que nadie se duerma antes que llegue el día.
Estamos pensando y hablando, claro está, alentados por el acuerdo reciente con el Club de París y por la invitación a participar de la próxima cumbre de los países del BRICS.
Siguiendo este razonamiento, el kirchnerismo claramente no es la clausura de un tiempo superado, sino la llave que abre un tiempo que se llama futuro y que tiene la rara magia de habitar en el presente para ayudarnos a vislumbrar las asignaturas pendientes que restan por saldar.
Sumemos aquí la Plaza de Mayo desbordada de pueblo el 25 de Mayo último y las consignas cantadas y la palabra de Cristina resonando en los oídos de los más jóvenes, compartiendo un aprendizaje doloroso de los más veteranos: puede haber pueblo sin revolución, pero jamás habrá revolución sin pueblo.
Así, de este modo tan luminoso como agitado, está dando comienzo una segunda década por ganar; ganando en patria y en soberanía, es decir, ganando en más inclusión social.
Salimos del infierno, diría Néstor Kirchner, pero estamos lejos del paraíso soñado.
La sociedad argentina debería evaluar lo realizado en estos años y el camino propuesto hacia adelante para sostener lo logrado y avanzar en consecuencia.
¿Vamos bien por acá? ¿Es el camino correcto el que traza Cristina? ¿O hay que cambiar de rumbo y liderazgo? Y si así fuera ¿dónde está la alternativa posible para construir? ¿Y dónde están los liderazgos del recambio de gestión que se avecina?
Serían algunas de las preguntas más pertinentes para la ocasión. 
No vamos a repetir lo que seguramente se dirá en estos días sobre las consecuencias económicas y políticas más que positivas de nuestra cercanía al BRICS y de la sagaz y patriótica resolución lograda por el ministro Axel Kicillof y su equipo económico con el Club de París. Pero sí queremos subrayar que ambos logros sólo fueron posibles porque la Argentina cuenta desde que arrancó este proceso político en 2003 con “un proyecto de país, de Nación, un modelo de sociedad” como bien describía la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el 30 de marzo de 2011 inaugurando el ciclo lectivo de la Universidad Nacional de Avellaneda.
No son espasmos de gloria en un desierto de ideas.
No son regalos de los cielos del sur ahora que los cielos del hemisferio norte están  nublados y tormentosos. 
Es que el mundo está cambiando vertiginosamente y la Argentina, que protagoniza activamente ese cambio, eligió ubicarse en el continente futuro del planeta. Y eso fue  posible hacerlo porque hay un proyecto de nación y porque la política que emana desde el estado y el movimiento popular que gobierna, es la política que se corresponde con esta etapa; por eso estos logros que conmueven las viejas y perimidas estructuras del poder, son posibles hoy.
La oposición hizo lo suyo para quedar en las antípodas de esta historia en pleno desarrollo.
Hoy se muestran divididos ante la noticia, pero fueron los opositores, menemistas y delarruistas ayer, massistas y radicales del Faunen hoy, los que provocaron la feroz deuda externa que hoy se sigue saldando con las medidas adoptadas por el gobierno nacional.
Lejos de autocriticarse o al menos llamarse al recato y al pudor, algunos bajan línea del lado de los buitres.
No vayamos muy lejos para comprobarlo. El economista neoliberal José Luis Esper afirmó el pasado 22 de enero de este año a raíz de declaraciones realizadas por el ministro Kicillof sobre la deuda pública: “No tienen nada, es puro humo”.
Y el jefe opositor del radicalismo, Ernesto Sanz, declaró un día después ante el diario Clarín que “la economía sufre la impericia política del gobierno; un ejemplo es Kicillof con el Club de París que generó ciertas expectativas que no llenó”. 
Es deseable que no se ahoguen tragando tanto humo.
El  mundo está cambiando y esa oposición decidió quedarse en el continente pasado del planeta reconfigurado. Por eso piensa con la cabeza del antiguo amo, mira con los ojos del FMI y de los fondos buitres y lee cual si fuera el Antiguo Testamento lo que dicta Magnetto en ese grupo que fue.
Hay que entender el mundo en clave pos-neoliberal y pos-hegemonía de la potencia  dominante durante más de un siglo, los EE.UU.
Seguirán habiendo imperialistas y neoliberales, qué dudas caben. Pero no habrá más hegemonía de los campos magnéticos y de destrucción masiva que ellos manejaban a su antojo. Esa realidad es la que entendieron en este lugar del mundo y antes que ningún otro político, Néstor y Cristina.
Ver la jugada cinco segundos antes que el resto de los jugadores, hace la diferencia.
Sobre estas victorias se asienta nuestro futuro colectivo y el de este club de todos y todas; el Club de Axel Kicillof.
Y ojo al piojo con dormirse. 

Miradas al Sur, domingo 1 de junio de 2014