sábado, 24 de mayo de 2014

La Revolución con las patas en la fuente




Hoy volverá a llenarse de pueblo la histórica Plaza de Mayo.
Serán decenas de miles los que participen del cocido de esta historia que empieza a transitar un tramo muy apasionante.
Es un día patrio y de tedeum religioso y es la Revolución de Mayo y el Kirchnerismo, entonces, junta todos estos elementos para volver a mostrar su capacidad de movilización y de compromiso con la defensa del proyecto nacional, popular y democrático como lo hizo en todos estos años.
En términos históricos es una situación novedosa la que estamos viviendo.
Veamos.
La política se muestra en toda su belleza y en toda su fealdad al mismo tiempo.
Podríamos decir en favor del primer concepto, que la política volvió a recuperar su bello sentido constructivo, propositivo y hacedor de obras que impactan positivamente sobre el bolsillo y el corazón del pueblo. Cada una de las medidas que decide o alienta el gobierno que preside Cristina Fernández de Kirchner tiene que ver con esto, con la necesidad y la convicción puesta en que la rueda de la historia se afirma en el camino de una sola manera: andando. Habría que tomarse el tiempo necesario para repasar las pequeñas y las grandes cosas que nos vienen sucediendo, corroborando esta idea.
Cuando Néstor Kirchner habló en su asunción presidencial ante la Asamblea Legislativa, aquel histórico 25 de Mayo de 2003, no existían ni el ministerio de Ciencia y Tecnología ni el ministerio de Cultura, por ejemplo; pero sí existían 2000 científicos afuera del país, corridos por la más grande crisis social, política y económica que nos tocó sufrir y más de 5 millones de trabajadores desempleados por igual causa. 
De eso estamos hablando en este día, de la vuelta de más de mil científicos y la recuperación de 5 millones de empleos.
¿Cómo se llegó a producir semejante transformación, tanto del Estado como de la sociedad?
Suena lindo decir que “lo hicimos entre todos”; y estaríamos en lo cierto. Pero sería una verdad incompleta sino agregamos que nada de lo hecho en estos últimos años hubiese acontecido sin la voluntad de un gobierno que no dudó a la hora de sacar a los más poderosos, parte de sus altos ingresos, para dárselos a los que menos tienen en la sociedad.
Estamos pensando en el Plan Progresar para los jóvenes, en el Procrear para las viviendas, en la Asignación Universal por Hijo, en las 9 Universidades nacionales creadas durante este gobierno, en el No al ALCA y el desendeudamiento con el FMI, en la Ley de Medios, en las Convenciones Colectivas de trabajo, en la movilidad jubilatoria, en la constitución de la UNASUR y la CELAC, entre otros bellos pensamientos.
¡Y por supuesto que esa conducta “políticamente incorrecta” para las clases dominantes genera amor por un lado y odios por el otro!
Pero sólo así se construyen la historia y la política, que es el instrumento que hace posible las transformaciones.
¿A dónde queremos llegar con estos comentarios en este día patrio? A definir al Kirchnerismo ya no como el emergente político del país que fuimos, sino como el primer eslabón en la construcción de una nueva sociedad y una nueva nación. La condición para llegar a merecer esta categoría es la de ser un proyecto de país. Y el Kirchnerismo expresa un proyecto de país con una organización de masas que lo corporiza y con un liderazgo absolutamente claro, como es el de Cristina.
“Pase usted y vea”, podría rezar algún cartel esta tarde en las cercanías de la Plaza. Y no dirigido sólo para los que creen en el proyecto nacional, sino principalmente para los que dudan y descreen en sus propias fuerzas.
El Kirchnerismo vuelve a la Plaza a sabiendas que está en el centro del cuadrilátero de este tramo histórico. Porque nada de lo que aprendimos antes de la gran crisis del 2001 y 2002 nos sirve hoy para trazar un cuadro de situación veraz. Las coordenadas entonces eran las trazadas por los viejos y los nuevos partidos políticos enfrentándose por el maquillaje que les permitía usar el poder dominante y el Clarín y  “La Nación” como sus naves insignias. 
Y hoy el gobierno democrático es de veras democrático, porque su única consulta es con los intereses de la nación y el pueblo.
Por eso le pegan por los cuatro costados.
Por eso andan anunciando nuevamente otra corrida cambiaria para los próximos días o meses.
Por eso disciplinan a la mediocridad reinante en la mayoría de los sectores de la vieja política marcándoles la cancha de la agenda antikirchnerista.
¿Qué tienen para festejar en ese lado oscuro de la vida? Por ahora nada. Pero si tuvieran la oportunidad, claro que festejarían el eufemismo de “bajar el gasto público” porque eso conllevaría al desbarranque de todas las conquistas sociales alcanzadas en estos años, algunas de las cuales las enunciamos antes.
¿Y cómo anda el mundo a esta hora en que la Plaza se llena de banderas y sonrisas?
El mundo sigue con pronóstico reservado. Allí está la vieja Europa eligiendo entre seguir estando mal o empezar a estar peor. El neoliberalismo es un camino de ida y no lo quieren ni lo pueden entender.
La hermana República de Colombia empieza a decidir por llegar de una buena vez a su paz interna o continuar alimentando una violencia que les come las entrañas a su pueblo. El presidente Santos busca lo primero y el delfín de Uribe, lo segundo.
Venezuela sigue dando un ejemplo en la defensa inclaudicable del modelo democrático inclusivo que inauguró Hugo Chávez. Pero la reacción no da ninguna tregua en su intento golpista.
Volvamos a la Plaza.
El Kirchnerismo alentó y logró esta semana reunir en una sola mesa a diversas juventudes políticas. Como un  signo de estos tiempos, nuevamente son los jóvenes los que marcan el camino. Esa semilla deberá germinar fuerte y perenne porque por esa unidad pasa la vida de nuestra democracia. No pasa por el odio recalcitrante de aquellos reaccionarios que se creen dueños del país y la verdad absoluta. 
Por eso hoy se llenará la Plaza y la Revolución de Mayo volverá a mojarse las patas en la fuente, como si fuera Octubre. 

Miradas al Sur, domingo 25 de mayo de 2014


domingo, 18 de mayo de 2014

Entre el sepulturero y el partero de estos tiempos



Se descolgaba la tarde por los techos del barrio cuando Cristina anunciaba el miércoles pasado un nuevo aumento en la Asignación Universal por Hijo, en la Asignación para las embarazadas, en la Asignación para las personas discapacitadas y en la Asignación familiar para millones de trabajadores registrados.
Esta vez el aumento fue del 40 %, lo que implicará un 60 % más en el poder de compra de las  familias que son beneficiarias directas de este derecho social.
Un informe publicado por la agencia Télam señala como claros ejemplos del impacto que la decisión tendrá en el consumo popular, que en cuatro años y medio la AUH pasó de poder comprar 64 litros de leche a 90; de 9 kilos de asado a 14; de 72 paquetes de azúcar a 107; de 24 docenas de huevo a 40 y de 38 botellas de aceite a 85. Y que también la AUH logró incrementar la compra de pollo, de 19 a 34 kilos; del queso fresco de 10 a 13; del tomate, de 28 a 53; y de la yerba, de 10 a 21 paquetes. En el pan, la capacidad de la Asignación pasó de 33 a 36 kilos; cuando el año pasado era de 31.
¿No es emocionante haber alcanzado esta marca en la carrera por una sociedad más igualitaria y más justa?
¿De veras no dan ganas de salir a festejar y a celebrar?
Es más: el anuncio oficial favorece al conjunto de la economía y de la sociedad.
Por este asunto de la “ley de gravedad al revés”, como expresó desde la física nuestra Presidenta. 
El anuncio oficial impacta de lleno favorablemente en los hogares más humildes y desde allí empuja el consumo hacia arriba y los comerciantes clase medieros demandan más mercancías a los productores que invierten más en sus productos y en sus fábricas y empresas y así circula la savia de este tiempo tan luminoso. 
Pero no. No todos lo ven y sienten así.
La vecina de ruleros sigue repitiendo la mentira que escuchó en el programa de Lanata y el dueño de la dietética es capaz de decir, sin complejos ni rubores, que nunca vendió tanto como en estos años…“pese al gobierno kirchnerista que tenemos”.
¿Qué les hicieron en la cabeza?
La capacidad de daño del poder mediático se muestra en ellos más potente que la mismísima realidad concreta de la señora de ruleros que puede ir a la dermatóloga por primera vez en su vida porque ahora tiene los recursos económicos para darse el gusto de curtirse la cara con la última crema de belleza.
Y ese poder de fuego mediático traspasa el sentido común del comerciante que se llena los bolsillos, con toda legitimidad, porque ahora la clase media de antes y la que se incorporó al rebaño en esta última década, puede comprar todos los productos y menjunjes libres de grasa y con bajas calorías. 
De allí que cobre importancia decisiva y determinante la batalla cultural que está en pleno desarrollo en toda nuestra América Latina.
Para decirlo con el lenguaje que se usa en los patios de tierra de los pueblos donde aún se baila levantando polvareda: hay que sacarle el micrófono al sepulturero para dárselo al partero.
O sea.  
El sepulturero promociona ataúdes; el partero, cunas.
Hay que evitar que ganen los que tiran el carro de la historia hacia atrás, para sumar más energía hacia el futuro.
Sólo de este modo se coronará el modelo de país que estamos construyendo colectivamente, con el Estado del lado de los justos. 
Si a la pobreza generada por años de neoliberalismo dominante, el gobierno la viene combatiendo con mayor inclusión y justicia social, quizá llegó la hora de combatir la ignorancia y la desesperanza generada desde los medios de comunicación encabezados por el Clarín de Magnetto y La Nación de los Mitre, con una suerte de Asignación Universal de la Cultura que deberá ser protagonizada entre todos los ciudadanos de buena fe que habitan nuestro suelo.
O jugamos todos o nos madrugan nuevamente. 
Hay que hacerse cargo, desde el lugar que cada uno ocupe en la sociedad, de esta batalla cultural.
Hay que llenar la Plaza de Mayo el próximo 25 para poner en valor la única verdad  que vive nuestro pueblo; que es la realidad.
Hay que hablar amablemente con las señoras de ruleros y los vecinos que fueron infectados por el bombardeo ideológico  de los grandes medios.
Hay que llamar a las cosas por su nombre y al ladrón de sueños y de precios, llamarlo ladrón como se merece.
Mar del Plata, bueno es recordarlo, es el lugar donde se libró y se ganó la batalla contra el intento imperial del extinto ALCA. Y por esas cosas de la historia, hoy vuelve a ser un lugar donde el destino de la región suramericana  protagoniza otro hecho determinante para nuestros pueblos.
Si contra el ALCA triunfó la resistencia encabezada por los presidentes Kirchner, Chávez y Lula, esta vez la ciudad albergó la construcción de un espacio multicultural compuesto por todos los países de la región y presidido por la flamante ministra Teresa Parodi.
La UNASUR de la Cultura se dio cita allí para consolidar el Mercado de Industrias Culturales del Sur y el Encuentro de Medios Públicos de América Latina. 
“Ayer fue la resistencia, hoy es la construcción”, podría ser una consigna que sintetice el momento que vivimos.
Y como la historia gusta de las paradojas, digamos en el estribo que esta construcción la encabeza justamente quien hasta hace pocos días fue la responsable del Espacio Cultural Nuestros Hijos, de las Madres de Plaza de Mayo, allí en el predio de la Memoria en la ex ESMA, que ahora pasó a manos del Estado nacional gobernado desde el 2003 por un proyecto político que reparó el dolor causado en el cuero de nuestro pueblo durante la dictadura cívico militar impulsando como nunca antes un proyecto de país basado sobre los pilares de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Así nomás te lo digo. De un solo trazo.
Quizá por eso la falsa izquierda vuelve a maridarse con la auténtica derecha y sacrifica en el altar de sus vanidades a los pasajeros del ferrocarril Sarmiento.
Pero la otra vecina, la que increpó al blondo burócrata ferroviario en la vereda de su barrio, está marcando el camino: sin violencia y con respeto, se fabrican las cunas de estos tiempos.

Miradas al Sur, domingo 18 de mayo de 2014






domingo, 11 de mayo de 2014

El día que asumió María Pilar


Tenía que ser un 7 de mayo el día en que nos despertáramos con esta noticia: Teresa Parodi asumiría el recién nacido ministerio de Cultura de la Nación.
Ni al mejor guionista de la historia se le hubiese ocurrido plasmar semejante paradoja, semejante maravilla, semejante magia: que el día que los humildes de esta tierra celebran el nacimiento de Evita, su abanderada, la primera presidenta mujer de los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner, decide crear el primer ministerio de Cultura de nuestra historia nacional y poner a su  frente a otra mujer, una cantora popular de la talla de Teresa.
Cuando la vida corre en el mismo sentido que las agujas del reloj, la política se llena de duendes y palomas mensajeras que van llevando las buenas nuevas diariamente…y así dan ganas de vivir.
Cuando así no sucede y el reloj atrasa y la arena de las horas se acumula perniciosa entre los dedos, todo sabe a gris de ausencia y a silencios colectivos que acompañan los dolores y la angustia de las multitudes.
Estamos anunciando con las palabras más bellas y emotivas que hoy nos pueden brotar, que María Pilar, la correntina que buscará por los siglos de los siglos a su marido y compañero desaparecido por la dictadura genocida, ahora es, a través de Teresa Parodi, ministra de cultura de este hermoso país que supimos construir.
Podríamos decir y fundamentar que la creación del ministerio de Cultura es un salto a la luna en la historia de la democracia. Y estaríamos en lo cierto. Pero nos quedaríamos cortos si no agregamos que la decisión presidencial ocurre en un tramo crucial donde, precisamente, se está resolviendo el empate histórico entre la idea de un país para pocos o un país para muchos, entre un país de libertades e inclusiones o un país de mordazas y exclusiones. Entonces, no es lo mismo dar la batalla cultural con un ministerio que sin un ministerio. Porque no es lo mismo tener al Estado del lado de los justos, que tenerlo en contra y a favor de la injusticia.
De modo tal que la creación del organismo no es un ramo floral en el altar de las instituciones de la república, sino un acto de amor y voluntad política que mueve las agujas del reloj en favor de los justos.
El kirchnerismo, una vez más, eleva el piso de la democracia, a la que consolida no desde lo solemne y acartonado, a medida y gusto de los sectores dominantes, sino desde la conmoción que provoca con sus decisiones de cambio en favor de una vida más bella y más justa.
Se la tendrán que arreglar de ahora en adelante los que pretendan borrar de un plumazo las conquistas de esta década ganada.
Este ministerio, se nos ocurre de buena fe, viene para que entren todos a la mesa de todos. Pero nadie mejor que Teresa para entender, además, que se podrían ganar todas las batallas políticas, electorales, económicas, sindicales y sociales, pero si no ganas la batalla cultural, ay mi madre, te seguirán pasando por arriba los que siempre ganaron la pulseada por la hegemonía; con perdón de la palabra.
Estamos entrando a una etapa donde la restauración oligarca del atraso social y el intento de reponer las ideas neoliberales tienen cara de hereje.
Las categorías dominantes vienen muchas veces travestidas de progresía y “sentido común” dominante. Los ciudadanos y los compatriotas son reemplazados por un gigante que siempre pisa fuerte y que se hace llamar “el electorado”.  Y entonces susurran al oído del más convencido militante: “hacete amigo del juez, que es el electorado”. Y es allí donde algunos abandonan las convicciones en las puertas del estudio de TN o de la promesa-amenaza de salir o no salir bien parado en la tapa de Clarín.
Que lo vayan sabiendo: el ministerio que dirigirá Teresa Parodi no representará a los que se quedaron con Papel Prensa, o sea, los mismos que se quedaron con la vida de Julián, el compañero de María Pilar; sino todo lo contrario.
La flamante ministra viene de batallar su ministerio en las plazas, en las calles, en los sindicatos, en las unidades básicas, en las casas de las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo, desde hace muchos años.
Desbordada de amor, como fue la generación diezmada a la que pertenece, Teresa cantaba con su guitarra en las noches de peña en el patio de malvones y de rosas blancas de la capilla “San Juan Bautista” de la ciudad de Corrientes, a la que el digno cura tercermundista, Raúl Marturet, rebautizó junto a su comunidad como “San Juan Obrero”.
Por ahí andaba Vicente Cacho Ayala, ejemplo entre los ejemplos de la militancia popular, predicando la palabra de los nuevos tiempos que se venían para América Latina y el mundo entero.
Y Teresa cantaba y militaba cuando recién amanecían aquellos años setenta,   en aquel tumulto amoroso que terminó con la excomunión de los curas obreros que se solidarizaron con Marturet.
Años después, aquel Cacho Ayala militante fue convertido en “Julián” por la poesía de Teresa, como una forma de resistencia cultural contra la impunidad que se venía al galope con sus secuestradores. 
Ya con la fama a cuesta, Teresa nunca dejó de cantar en las peñas solidarias a las que la convocaron.  
Los maestros la recuerdan en plena huelga docente y en la Marcha Blanca de 1988 cantando junto a ellos, como lo que ella siempre fue: una compañera más. Con su guardapolvo blanco bendito de caricias infantiles que traía de su paso por Misiones. Allá lejos y hace tiempo.
La recuerdan los obreros telefónicos y los ferroviarios que no se entregaban al canto de sirena privatizador del menemismo.
Y en estos años, la Mama-grande que es Hebe de Bonafini, la convidó para que presida el ECUNHI, Espacio Cultural Nuestros Hijos, de las Madres de Plaza de Mayo.
Y allá fue Teresa con su militancia y su arte popular hasta llegar a ser ahora,   ministra de todos y de todas.
Una cosa es adherir a las causas populares. Y se agradece.
Pero otra muy distinta es ser parte indisoluble y consecuente de esas causas. La ministra que asumió Cultura es una de esas partes.
Por eso canta así:
“De qué nos sirve la libertad, si no hay justicia, María Pilar”

Miradas al Sur, domingo 11 de mayo de 2014


domingo, 4 de mayo de 2014

Cristina, Germán y la vieja Siam



Alguna vez Bertolt Brecht nos regaló esta frase inmensamente humana:
“Me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo como era su casa”.
Quizás llegó la hora de llevar colgada al cuello la foto de una heladera Siam para mostrar al mundo como es el país que estamos construyendo.
Cristina, la Presidenta de los argentinos, viene de inaugurar la reapertura de la histórica fábrica de estas heladeras que fueron una marca en el orillo de la nación que fuimos y la que seremos definitivamente, si así nos proponemos.
No es un  dato menor. Así como decimos que nosotros somos aquellos que pudimos transformar nuestros viejos dolores y ausencias en un proyecto de vida esperanzador, diremos también que la Argentina convierte el frío que nos tiran desde afuera y desde adentro, en abrigos, en viviendas, calefacción y hornos para calentar el pan de cada día y dar cobijo a cada vez más compatriotas. Y con el frio que resta, hacemos heladeras tan fuertes y eternas como la blanca  Siam que heredamos de la abuela.
Que los necios y cobardes sigan batiendo los tambores de la guerra; este pueblo que somos seguirá cantando y cuidando sus victorias.
Hablando de estas mismas cosas, el 18 de mayo de 1990 Germán Abdala brindó una charla en la sede de ATE en la ciudad de Posadas, provincia de Misiones, que hoy es útil y necesario volver a repasarla.
Corrían años de traición y neoliberalismo. El menemismo promocionaba la modernidad como sustrato y fundamento del olvido. Aquí pasaba lo que hoy está pasando en Europa. Empezábamos a ser reconocidos como “el mejor alumno del FMI”. La desmemoria era funcional al papel que el capitalismo salvaje le tenía reservado a la Argentina. Hablar de Estado de bienestar, entonces, era como evocar la época de los dinosaurios. Lo moderno era hablar de “tecnología de punta” para ocultar los niveles de desnutrición infantil y los ferrocarriles y los puertos y las fábricas que cerraban.
Y la voz de Germán era un faro para muchos de nosotros. En un momento de aquel  discurso, dijo Germán, con esa picardía y talento de muchacho peronista que lo distinguía: 
“¿Qué es la tecnología adecuada? Es lo que significó el peronismo en los años 45…A este hecho de que “los males de este país los tiene el peronismo” yo digo que sí, los tiene el peronismo, ¿saben por qué? Porque inventó la heladera, la SIAM, porque cuando se empezó a hacer y vender más la SIAM, que era un cajón, un armatoste, a querosén al  principio, cuadrada, fea, pero los trabajadores que tuvimos acceso a esa heladera empezamos a comprender que la manteca duraba más tiempo, que la leche se conservaba más, que había que llenarla, que podríamos comer otro tipo de cosas, entonces ahí vienen los problemas, entonces ahí nosotros decimos no queremos la tecnología computarizada que nos dice en qué momento tiene el frío justo o para qué queremos el horno microondas, lo que queremos es tener una cocina que funcione con gas y que pueda hacer todas las cosas, que funcione, no lo de punta, lo lujoso, lo suntuoso, sino lo adecuado.
Entonces lo que discutíamos con ellos era esto, lamentablemente ni ellos entendieron, ni nosotros pudimos implementar lo nuestro”
El fragmento que siguió es ilustrativo del país de dónde venimos.
Búsquenlo y después me cuentan.
Una semana atrás, 20 mil militantes del movimiento nacional, popular y democrático se reunieron para debatir la marcha de las cosas cotidianas y el estado de salud del proyecto de país que lidera y conduce Cristina Fernández de Kirchner.
Si a la recuperación de YPF, de los ferrocarriles y de la heladera SIAM le sumamos este hecho político, permítannos afirmar que de este país ya no se vuelve fácilmente.
Es como para escribir un poema renacentista de nuevo cuño que podríamos titular: “20 mil almas y ningún choripán”.
Se discutió y debatió sobre Trabajo y producción; Educación, ciencia y tecnología; Gestión, desarrollo local y federalismo; Urbanización y vivienda; Comunicación y batalla cultural; Pensamiento nacional; Recursos estratégicos y recuperación del Estado; Política económica; Justicia, Seguridad y Derechos Humanos; Patria Grande y política internacional y Políticas de inclusión social.
20 mil militantes y no hablaron de candidaturas. Hablaron de proyecto de país. Hablaron de futuro.
“¡No te puedo creer!” Diría el escéptico que no fue.
Habrá que difundir y replicar este hecho en cada rincón donde haya patria. Y donde no la haya, mucho más, para contagiar.
Pongamos en valor histórico este plenario de la militancia. Y hagámoslo desde la acidez de un supuesto contrafáctico: ¿qué hubiese pasado si en lugar de 20 mil hubiesen llegado hasta La Matanza ese día sólo 2 mil militantes?
¿Y qué hubiésemos dicho si el debate se hubiese teñido por la discordia, la crispación, la crítica interna feroz, las internas de grupos, la lucha sin cuartel entre candidatos?
¿O qué hubiésemos pensado si para evitar esto último se optaba por no hablar, no debatir, no brindar un mensaje como el que brindó Carlos Zannini sino apenas leer un documento presuntamente “consensuado”, como lo hace la oposición cuando se rejunta en un teatro o en una calle cualquiera?
Esa militancia kirchnerista es lo único nuevo que existe, dijo Zannini.
¿Y saben por qué? Porque  es la única que expresa con la idea y con la acción la unidad latente y viviente en las bases de la sociedad.   
La militancia nacional y popular estuvo fragmentada cuando la sociedad lo estuvo.
Este acople con la realidad estructural de la Argentina es lo que hace crecer a esa  militancia. Y al revés: el desacople opositor con la realidad real lo torna gris, pesimista, fragmentado, desesperanzado y presa fácil de la agenda de los poderosos financieros y mediáticos.
En el 2015 el proyecto nacional revalidará sus mejores títulos. No es una expresión de deseos. Solamente. Es lo que demuestra la piel de la sociedad.
El pueblo y su militancia están. El Estado está. La historia está. El amor está. El proyecto político está. El liderazgo está.
Eso sí: hagámonos cargo de tanta alegría.

Miradas al Sur, domingo 4 de mayo de 2014